Siempre será saludable insistir una y otra vez en
la necesidad de que a través de los mecanismos institucionales se busque una
salida a la crisis del país, en el entendido de que las dificultades presentes
no se limitan exclusivamente a las penurias que pasan los venezolanos
diariamente.
La crisis tiene un origen que debe ser atacado con
firmeza, sin dudas ni contemplaciones. El país siempre podrá estar peor pero es
obligación de la nueva mayoría democrática en la AN, legitimada por el voto
popular, avanzar hacia las medidas que conduzcan al país y a sus habitantes
hacia la concreción de una vida que tienen razones de valorar, y ésta no es la
que legó Chávez y que ahora administra Maduro.
En Venezuela aun cuando muchos suponen que hay un
gobierno siempre están presentes dos interrogantes: ¿quién gobierna? y ¿cómo
gobierna? Ambas preguntas está relacionadas con la forma del gobierno político.
Temas tan obvios están hoy sumidos en una profunda incertidumbre: cuántos no
dudan acerca de quien ejerce el poder político aun cuando hay alguien que fue
proclamado por el ente electoral. Sobre la segunda ya vamos para 16 años de dudas;
el empeño del Ejecutivo en obstaculizar el papel de la AN como institución
representativa del pueblo revela su consideración respecto de sus integrantes
como seres heterónomos, sin autonomía, frente al poder político que se pretende
ejercer desde el Ejecutivo.
La situación es más terrible cuando observamos
inexistencia de eficacia en las ejecutorias del gobierno, cosa no muy difícil
de apreciar por lo escasas. Transcurrían los terrible días de la II Guerra
Mundial cuando Churchill en su condición de Primer Ministro británico dijo en
unos de sus discursos al pueblo "No tengo nada que ofrecer sino sangre,
esfuerzo, lágrimas y sudor." Ya
sabemos lo ocurrido: los Aliados ganaron la guerra. Maduro vive en ropa de
campaña librando guerras ficticias que no gana. Pide compresión pero no es
eficaz; uno de sus ministros estrella prometió resolver la crisis eléctrica en
100 días, pasó cerca de dos años en el cargo y fracasó. Hablaron de soberanía
alimentaria fracasaron y mintieron al país.
No hay eficacia para resolver los problemas más
urgentes y vivimos en una emergencia perenne. Hasta cuando los venezolanos
resistirán vivir de urgencia en urgencia: hasta cuando los racionamientos de
agua, hasta cuando la reducción del suministro eléctrico, hasta cuando las
colas para adquirir alimentos, hasta cuando los padecimientos de los enfermos
por falta de medicinas, hasta cuando los hospitales sin poder dar debida
atención médica, hasta cuando alarmados por la inseguridad, hasta cuando…
Bien, así viviremos mientras no se nombren
ciudadanos competentes para dar respuesta a las urgencias y se diseñen y
ejecuten políticas económicas que reanimen el aparato productivo. Todo eso y
mucho más se cristalizará cuando haya un cambio de régimen político, un cambio
de gobierno.
Leonardo Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
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