sábado, 14 de noviembre de 2015

ALICIA FREILICH, DELIRIOS DE UN INSOMNIO

No encontraba el medicamento que me recetaron contra el insomnio, tuve que tomar un brebaje raro que  mi vecina  Gloria preparó y a fuerza de gritos me obligó a ingerir, asegurando que era una mezcla de hierbabuena, manzanilla y otras ramas caseras. El efecto fue inmediato, soñé, tuve pesadillas, visiones de toda clase y de las  que más recuerdo con  mucha claridad, recuento ésta.

La oposición venezolana gana las elecciones parlamentarias sin ninguna duda ,el margen de votos por encima del PCV cívico militar prometido, se comprueba por encima del 80% a medida que  salen impresos los resultados en las primeras cuatro horas del día comicial, pero como el CNE tiene problemas con el cable submarino que lo conecta  con La Habana a través de sus  agentes equipados en salas situacionales instaladas pero lentas debido a una gigantesca iguana disidente que trató de comérselo, pues los opositores aprovechan esas largas horas que antes eran de espera angustiosa y esperanzada hasta que los títeres digitalizados lograban cruzar la rampa del circo que los separa de las cámaras televisivas….y sigo….un grupo de valientes soldados  disfrazados de guardias nacionales , entran como  si fueran comandos enviados por Miraflores en cada cárcel del país para liberar a todos  los presos  políticos.
Mientras, la masa votante mayormente de empleados públicos, esta vez  cansada y muy hambrienta porque ya no come cuentos y quiere cuentas claras, se sienta a lo largo de la Avenida Bolívar, lleva  mantas, radios, celulares, baños móviles, agua potable, alimentos de los repartidos  a última hora por mercados oficiales, paraguas, en fin, ese campamento como lo definió José Ignacio Cabrujas para señalar nuestra costumbre de improvisar, de ser banales y oportunistas, pero al contrario, ahora   transformado ahora  en pueblo consciente y decente, listo para recontar  votos, actas y papeletas de cada mesa, una obligación que no se cumplió la vez pasada cuando la dirigencia opositora, luego de garantizar el contaje voto por voto, no lavó ni prestó la batea pues si no quería propiciar un baño de sangre, al menos debió asumir como equipo de cuerpo presente la representación de los votantes robados, reclamar y no ceder ante tamaño fraude. Ahora, la vigilia consiste en sentarse en la calle donde usted votó a partir de las 4 pm o trasladarse a la citada Avenida que desemboca en el propio CNE, para luego celebrar en casa la primera elección limpia  en tres lustros.
Las alucinaciones se me confundían con aquel heroico rescate  en el aeropuerto ugandés  Entebbe  que burló a los policías criminales del  carnicero dictador Idi Amìn, año 76, episodio que no he  podido sacar de  mi arrugada mente proclive a espejismos libertarios.
Los colectivos y milicianos, armados como para una guerra, robocops a juro adiestrados para el fratricidio, miran a la población inmensa   que se va  sumando  sin parar a la multitud sentada  en resistencia civilista legal, y sufren un milagroso cambio súbito, se les desmonta el largo lavado cerebral que tanto los ha violado, recuerdan a su madre santa, sueltan el armamento bélico y abrazan  a esos, sus vecinos, paisanos y familiares gritando Abajo cadenas. Arriba, escondido, queda el comando generalista supremo recubierto con carteles y   medallas de latón, a la espera de pilotos castristas del plan B que los lleven a  la isla  revolucionaria perfecta.
Bello cuento de hadas. Quizá otra idiotez de wishful thinkings como la llaman los gringos, centrada en los recuerdos del 23 de Enero. De repente un vaticinio.
Dios que todo lo sabe, dicen los fieles creyentes, sabrá si es incurable locura, personal y colectiva, producto del hartazgo por ese todo  de  mentira, delito y humillación continuos.
Alicia   Freilich
alifrei@hotmail.com
@aliciafreilich

Caracas - Venezuela

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