domingo, 3 de abril de 2016

CARLOS BLANCO, VENGANZA, SEDUCTORA Y VENENOSA

La transición hacia la democracia está más cerca que nunca por la reunión de fuerzas que buscan la salida de Maduro y su régimen. Chavistas y antichavistas, ricos y pobres, cívicos y militares, nacionales y extranjeros, convergen como pequeñas olas para confluir en el tsunami que acerca la salida. Por esta razón hay que ponerse pronto a la cabeza de los hechos y escudriñar hasta donde lo permitan la calima y la miopía.

Temo por el espíritu de venganza que carbura; que no es el de justicia. Nadie duda de los atropellos, represión, muertes, narcotráfico y corrupción de este régimen durante 17 años de devastación. La demanda de justicia es generalizada no solo por parte de sus adversarios, sino también por muchos de sus partidarios, que ven en el crimen y el robo la fuente de la muerte del sueño que tuvieron y de la pérdida del poder.

Sin embargo, corresponde a quienes se aprestan a dirigir la transición levantar los valores que han animado la lucha por la libertad y la democracia. El de la justicia en forma cimera.

La República civil se perdió en los noventa entre otras razones porque hubo una fuerza intelectual, encabezada por un hombre eminente como Arturo Uslar Pietri, que trató a todos los políticos como ladrones; que convirtió a un hombre que luego murió sin recursos –Carlos Andrés Pérez– en el símbolo de todo lo corrupto que parecía haber. Allí se encumbró la casta de los denunciantes; los que por definición –porque denunciaban– eran probos y se permitían lanzar a la hoguera, mezclados, a ladrones y honrados. Allí emergió Chávez y, luego, esta demasía que es Maduro.

Esa idea de que donde haya un chavista hay que caerle en manada para sacarlo del lugar donde se encuentra; la noción de que todo el que recurrió a Cadivi es sospechoso de corrupción y que todo funcionario de cierto nivel es un criminal escondido; que el que mantiene su negocio es cómplice de los latrocinios; o que el que abrió los ojos tarde, como los españoles y canarios del Decreto de Guerra a Muerte, deben contar con la muerte aun siendo indiferentes, ilustran actitudes peligrosas.

Es sano descreer de “los puros”, de los que se suponen con el derecho de condenar sin juicio (exactamente como han hecho los chavistas). Pero, además, esta actitud arriesga la transición pacífica que Venezuela necesita y merece, de la cual serán autores los demócratas y también muchos ex chavistas.

La justicia honrada vendrá. No es bueno amamantar variedades tropicales de los Robespierre que siempre invocan la fiesta de la guillotina en la cual ellos también pierden la cabeza.

Carlos Blanco G.
@carlosblancog
www.tiempodepalabra.com
El Nacional
Caracas - Venezuela

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