miércoles, 27 de enero de 2016

ISAAC VILLAMIZAR, LAS BUENAS ACCIONES NOS ENGRANDECEN

Todos los días son excelentes para hacer una buena acción. Todos los días, al salir a la calle, deberíamos tener un propósito ineludible: hacer una cosa buena, por pequeña que sea.

La lista es inagotable y es tan creativa como oportunidades nos va presentando la vida. Podemos ayudar a cruzar una calla a una persona mayor; podemos ceder el asiento en el autobús a alguien cargado de paquetes; podemos  sonreír amablemente a quien nos vende el pan todos los días. Podemos cubrir con nuestro paraguas a quien se está mojando; podemos  hacerle una conversación agradable a quien se vea decaído o al viejito solitario; podemos  desearle los buenos días, las buenas tardes o las buenas noches a alguien desconocido. Podemos sostener la puerta del ascensor o presionar el botón de abrir para que la persona que venga lejos alcance a llegar; podemos subir un mensaje tierno o un video instructivo en las redes sociales, en vez de uno lleno de violencia; podemos regalar una lectura a alguien que le interese el tema. Podemos enviarle un mensaje a una persona conocida con quien no hemos tenido contacto en mucho tiempo; podemos recoger la basura que encontramos en la calle, o  advertirle a quien la tira delante nuestro de cómo está afectando el  ambiente; podemos pedir las cosas con la frase mágica “por favor” o “sería usted tan amable de…”
Podemos dejar cruzar al peatón, así tengamos el paso, en vez de pasar nosotros primero a la fuerza; podemos guiar a una persona ciega a seguir su camino o lo que sea que quiera  hacer; podemos regar las matas del vecino, si también estamos regando las de nuestro jardín. Podemos dejar una nota con buenos deseos en donde nos hayamos sentado en el cine, en el bus, o en la mesa del restaurante donde almorzamos; podemos llevar una prenda de vestir que ya no usamos en la mochila o maletín diario y regalarla a la primera persona pobre que veamos en la calle; podemos compartir nuestra mesa con quien está esperando, cuando el restaurante o la cafetería están muy llenos. Podemos comprarle doble al necesitado que está vendiendo un artículo, pues aparte de ayudarlo nos sirve el adicional para un regalo futuro; podemos ayudar a alguien con muletas o andadera a subir las escaleras; podemos regalar un poco de agua a quien veamos que está trabajando en la calle en un día muy soleado.
Podemos ayudar a ver el lado bueno de las cosas cuando alguien se está quejando; podemos guardar el celular y ponerle atención a quien nos está hablando; podemos dejar pagar de primero en la caja del supermercado a quien trae muy pocas cosas. Podemos dar un trozo de lo que comemos o comprarle algo al hambriento que nos pide dinero en la calle; podemos agradecerle a la persona que limpia nuestro puesto de trabajo por dejarlo impecable; podemos plantar un árbol en un sitio público. Podemos donar sangre al enfermo que la requiere; podemos aparecer con el dulce favorito de la persona a quien visitamos; podemos hacerle ver al músico que ha sido espléndida su interpretación y que nos ha hecho inspirar. Podemos sacar de su error a alguien que lo ha cometido, haciéndole ver que es por su bien;  podemos destacar las cualidades que resaltan en nuestros amigos; podemos decirles a nuestros seres queridos, cuando nos despedimos de ellos a diario, cuánto los amamos.
Con cosas muy sencillas que podemos realizar todos los días, hacemos sentir bien a mucha gente y a nosotros mismos. Además, las buenas acciones son como el efecto dominó, porque si hacemos algo bueno por alguien, seguro que esa persona reflexionará, pensando que también querrá hacer algo bueno por alguien más y así sucesivamente. Si actuamos de corazón y con bondad, no sólo estaremos ayudando al prójimo, máxima elemental para hacernos grandes seres humanos, sino que la vida se encargará de recompensarnos de manera inigualable.                                                                        
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado

Tachira - Venezuela

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