Sobre la sospecha del
Doctor Izquierdo de que el cráneo del Libertador no se encontraba en el
panteón, dado que él había encontrado un cráneo aserrado (señal de haber sido
autopsiado) en una osamenta dispersa en la cripta de los Bolívar en la catedral
de Caracas, el caso parece quedó resuelto con la 'profanación' realizada en
junio pasado cuando la urna fue abierta y se mostró en la televisión el
esqueleto completo, tal como había sido preparado por el Dr. Vargas.
Cuando yo publiqué
las Obras Completas del Doctor Vargas incorporé una sección relativa a la
misión encomendada a Vargas de presidir la comisión encargada del traslado de
los restos de Bolívar de Santa Marta a Caracas en 1842 y en esa oportunidad
publiqué documentos tales como el acta de la exhumación en Santa Marta y un
informe final redactado por Vargas del momento en que concluyó la preparación
del esqueleto y selló la urna de plomo. Estos documentos no fueron vistos por
el Doctor Izquierdo ni por ninguno de los señores que discutieron con él el
caso (Lecuna, Navarro, Mendoza, y los miembros de la Constituyente del año
1947).
La razón es que
fueron publicados en un libro que circuló muy poco y fue muy poco consultado
(Anales de Venezuela). En una oportunidad le mostré al Doctor Izquierdo estos
documentos de Vargas (éramos amigos pues yo trabajé algunos años en la Cátedra
de Anatomía Normal). Cuando el Doctor Izquierdo leyó el documento me dijo algo
como: 'si yo hubiera conocido ese documento hubiera pensado otra cosa'... Esto
lo expresé verbalmente en la Academia de la Historia cuando presenté como
ponente el documento que esta corporación divulgó con motivo de la susodicha
'profanación'.
Esta publicación la
hago para dejar ya enterrada la 'hipótesis del Doctor Izquierdo' que siempre
pareció muy poco probable.
COMUNICADO DE LA
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
La Academia Nacional
de la Historia ante el hecho consumado de la sorpresiva apertura de la urna que
contiene los restos del Libertador Simón Bolívar, realizada en la media noche
del 14 al 15 de los corrientes, con el presunto objetivo de determinar la causa
de su muerte y la identidad de sus restos, expone ante el pueblo venezolano el
siguiente COMUNICADO:
1. El día 17 de
Diciembre de 1962 la Academia Nacional de la Historia conjuntamente con la
Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina en una sesión solemne conjunta
de ambas instituciones, acordaron realizar una Mesa Redonda para estudiar la
Enfermedad y causa de la muerte del Libertador Simón Bolívar, para la cual
convocaron a historiadores y científicos venezolanos estudiosos del tema y
expertos en la materia. Dicha Mesa Redonda se realizó en los días 25 y 26 de
Junio de 1963 y en ella participaron, además de connotados historiadores
venezolanos, numerosos médicos en su totalidad Profesores de la Facultad de
Medicina de la Universidad Central de Venezuela, todos especialistas en
diversas áreas tales como tisiólogos, farmacólogos, epidemiólogos, internistas,
patólogos, psiquiatras y psicólogos; igualmente intervinieron odontólogos,
filósofos y críticos de arte. Se leyeron y discutieron exhaustivamente 22
ponencias y se llegó por unanimidad a la conclusión de que en vista de los
antecedentes familiares, epidemiológicos y personales, así como del resultado
de la autopsia, la enfermedad principal que produjo la muerte del Libertador
fue una “tuberculosis de reinfección del adulto de tipo fibroulcerocavernoso,
con diseminación broncógena” y como consecuencia de ello “posibles lesiones
tuberculosas secundarias finales laringotraqueales e intestinales”. Igualmente
se concluyó en que “la terapéutica empleada por el médico tratante estuvo
adaptada a los conceptos científicos admitidos en su tiempo” y también se
determinó que “el estudio y análisis de los Boletines Médicos y del Protocolo
de la autopsia demuestran que el Dr. Alejandro Próspero Reverend poseía conocimientos
científicos acordes con las doctrinas de la época, lo que acredita su carácter
de médico de alto nivel académico”. Las Ponencias y Conclusiones de esta Mesa
Redonda fueron publicadas en 1964 y en una segunda edición en 1976. Sus
determinantes conclusiones se consideraron definitivas y desde entonces el tema
nunca más fue tratado, al menos desde un punto de vista científico.
2. El 30 de Abril
1842, el Presidente de la República Gral. José Antonio Páez dictó un Decreto
por el cual se ordenaba el traslado de los restos del Libertador, desde Santa
Marta a Caracas; nombró una Comisión constituida por el Doctor José Vargas y
los Generales José María Carreño y Mariano Ustáriz, encargada de realizar dicho
traslado y designó para presidirla al primero mencionado. La Comisión, luego de
todos los preparativos, zarpó de La Guaira el 13 de noviembre siguiente y llegó
a Santa Marta el 16 del mismo mes. Después de numerosos actos protocolares y
del amistoso recibimiento por parte de las autoridades colombianas, el acto de
la exhumación de los restos del Libertador tuvo lugar el domingo 20 de
noviembre por la tarde, en una ceremonia pública y solemne, procedimiento del
cual se levantó una detallada Acta 2 que corre como el Anexo No. 9 del Informe
final del Doctor Vargas ante el Ejecutivo venezolano. En esta Acta consta que:
'los señores doctor Alejandro Próspero Reverend y Manuel Ujueta que asistieron
... a la preparación del cadáver después de la muerte ... el primero como
médico que preparó el cadáver, el segundo como una de las personas que
asistieron a esta preparación y a su sepultura, preguntados por el Señor
Gobernador (Joaquín Posada Gutiérrez) acerca de la identidad de los restos del
cadáver que tenían presente, con el del General Bolívar, contestaron que era el
mismo idéntico”. Ante esta afirmación de testigos de excepción, quedaba así
demostrado que los incidentes ocurridos en la Catedral de Santa Marta en el
curso de los 12 años en que permaneció sepultado allí (una inundación y un
terremoto) para nada afectaron la integridad física del cadáver del Libertador.
En un extenso informe del Doctor José Vargas dirigido al Ministro de Estado en
el Despacho de lo Interior, de fecha 18 de diciembre de 1842 (publicado en la
Gaceta de Venezuela No. 624 de 21 de diciembre de 1842 y reproducido en
Documentos para los Anales de Venezuela, Tercer Período, tomo I, págs. 93 y
sgts e igualmente reproducido en la Biografía de José Vargas de Laureano
Villanueva y en las dos ediciones de las Obras Completas del Dr. José Vargas),
el cual contiene 22 documentos anexos, se da cuenta detallada al ejecutivo
venezolano de todos los pasos dados por la Comisión desde el mismo momento de
la exhumación en la Catedral de Santa Marta hasta su desembarco en La Guaira en
la mañana del 15 de diciembre de 1842, cuando se realiza una solemne ceremonia
que el Doctor Vargas describe con mucha emoción, especialmente cuando menciona
el incontenible llanto de los Generales Juan Uslar y José María Carreño, y las
expresiones de la numerosa concurrencia que asistió a este desembarco.
Igualmente Fermín Toro dejó una descripción muy detallada de este recibimiento,
que significaba el regreso definitivo de Simón Bolívar a su tierra natal. En
Caracas, en ceremonias nunca vistas hasta entonces, que describe magistralmente
Fermín Toro, la urna fue finalmente colocada en la Iglesia Catedral de Caracas
en el Panteón de la Familia Bolívar el 23 de diciembre de 1842. Allí siguió
actuando la Comisión presidida por el Doctor Vargas y en un informe suscrito
por el mismo Doctor Vargas y el resto de la Comisión y dirigido al Secretario
de Estado en el Despacho de lo Interior de fecha 15 de marzo de 1843 dicen lo
siguiente: “La Comisión encargada por el Gobierno de preservar de la completa
destrucción la parte de los restos venerandos del Libertador, General Simón
Bolívar, que todavía puede ser preservada, ha cumplido su encargo y de él da
cuenta de la manera siguiente. “En medio del montón de polvo y horruras que la
urna de plomo contenía, resultado de la descomposición de todos los tejidos
blandos del cuerpo y de los vestidos, se ha preservado el esqueleto casi
completo, aunque algunos huesos pequeños han ya desaparecido, otros están casi
pulverizados y todos los demás ennegrecidos y en progreso a la descomposición a
causa de la humedad que en dicha urna se conserva. “Se procedió, pues, a
nombrar dos jóvenes bien instruidos en Anatomía, a saber: el Doctor Cosme
Jiménez y el Bachiller Manuel Alvarado, que con el mayor cuidado y 3
proligidad, entresacasen del montón de horruras todos los huesos, los limpiaran
y lavaran con cloruro de ca1; los secaran bien, y después los cubriesen de
barniz preservativo. Separados los huesos del polvo, y preparados como queda
dicho, han sido ensamblados, formando el esqueleto, con alambres de plomo y de
plata según las partes; y así conexionados, han sido cubiertos de varias capas
del dicho barniz preservativo. “El esqueleto tiene las faltas siguientes: 1º.
La de los dedos anulares, y las segundas falanges de todos los otros dedos de
las manos; excepto las de los pulgares. 2º. La de algunos huesos del metatarso
y todos los dedos de ambos pies. 3º. La de la última muela o la cordal
izquierda de la mandíbula superior, que en la primera vez que la urna fué
abierta en esta ciudad estaba movida pero no faltaba; pero que después no ha
sido hallada. “Todas las articulaciones o adaptaciones de los huesos del carpo
y metacarpo, tarso y metatarso, y de los dedos, así de las manos como de los
pies, han sido hechas por medio de cera de modelar: no siendo posible por su
blandura y casi desintegración unirlos por taladros y alambres. Con la misma
cera de modelar han sido llenados los espacios vacantes de las manos y los pies
por la falta ya dicha de algunos huesecillos, por no introducir allí parte
alguna extraña de los restos. Se ha construido una urna de hoja de plomo, mucho
más delgada que el pedazo que quedaba de la que tenía y que fue recortada en
una parte considerable en la ciudad de Santa Marta, para acomodarla en la bella
urna de madera donada por el Gobierno de la Nueva Granada. En el centro de la
nueva urna de plomo está acomodado el esqueleto; y en dos cajoncillos, también
de plomo que como apéndice están soldados al interior de aquella pieza, van
todo el polvo y demás restos que contenía la caja con entera separación del
cuerpo o esqueleto. “Este ha sido envuelto en un manto negro de damasco, y de
este modo y con una cuña grande de cedro bien barnizada para colocar la cabeza,
ha sido acomodado en la urna de plomo que a presencia de todos los miembros de
la Comisión ha sido soldada y puesto dentro de la madera, la cual cerraron con
sus dos llaves. Todo este proceso ha sido ejecutado dentro de la misma Iglesia
Catedral, en un aposento de la capilla de San Nicolás, que el M. R. Arzobispo
tuvo la bondad de franquear para el efecto, y desde allí ha vuelto la urna al
panteón en que se hallaba. Dios Guarde a Udes. José Vargas, J. M. Carreño,
Mariano Uztáriz. Del panteón familiar de la Iglesia Catedral la urna fue
trasladada al Panteón Nacional en otra solemne ceremonia presidida por el Gral.
Antonio Guzmán Blanco, el día 28 de octubre de 1876. 4
3. Por todo lo
anteriormente expuesto la Academia Nacional de la Historia considera que: 1º.
La causa de la muerte del Libertador no fue otra que la señalada en las Conclusiones
de la Mesa Redonda de 1964. 2º. La identidad de los restos mortuorios del
Libertador está absolutamente trazada y documentada fehacientemente, desde el
instante mismo de su fallecimiento, el 17 de diciembre de 1830 en Santa Marta
hasta su entrada al Panteón Nacional el día 28 de Octubre de 1876. 3º. Estando
todo lo anteriormente dicho respaldado en documentos publicados en órganos
oficiales y suscritos por personalidades de la más alta confiabilidad en la
Historia republicana, no había ninguna razón para dudar, ni de la causa de la
muerte del Libertador ni de la identidad de los restos que reposan en el
Panteón Nacional.
4º. Por tanto la
Academia estima que el acto de exhumación realizado sorpresivamente, en la
medianoche del día 15 al 16 del presente mes, con el pretexto de averiguar
tanto la causa de la muerte del Libertador así como la identidad de sus restos,
fue absolutamente innecesario e injustificado. 5º. Dado que la osamenta
mostrada por la televisión se corresponde exactamente con lo descrito por el
Dr. José Vargas y la comisión en pleno, en 1843, cuando sellaron en la Catedral
de Caracas la urna de plomo, como lo dice el documento transcrito antes, es
evidente que en los últimos 167 años los restos mortales se han conservado
satisfactoriamente, lo cual es otra razón para afirmar la falta de
justificación de la exhumación realizada. 6º. La Academia Nacional de la
Historia considera que de haberse estudiado la materia a la luz de una consulta
amplia, científica, desprejuiciada de todo carácter partidista o político,
involucrando en tal consulta a las autoridades científicas nacionales expertas
en la materia, el país se hubiera ahorrado de presenciar un espectáculo y
retórica inédito en la historia venezolana y que quedará para siempre inscrito en
los Anales de Venezuela como el irrespeto más grave que se le haya hecho al
Libertador Simón Bolívar y con él al símbolo más genuino de la Patria. 7º. Por
último, la Academia Nacional de la Historia ante tan insólito hecho,
desgraciadamente ya consumado, invita y exhorta al país entero, a la Venezuela
profunda y republicana, en todos los estratos de su población, a una reflexión
íntima y a una plegaria que signifiquen y ofrezcan un desagravio al Padre de la
Patria, inútilmente profanado en la tranquilidad de su sepulcro.
Aprobado por
unanimidad en Caracas a los veintinueve días del mes de julio de dos mil diez.
Los asistentes: Elías
Pino Iturrieta, Ildefonso Leal, Manuel Rodríguez Campos, Simón Alberto
Consalvi, Marianela Ponce, Blas Bruni Celli, Ermila de Veracoechea, Tomás
Enrique Carrillo Batalla, José Rafael Lovera, Santos Rodulfo Cortés, Pedro
Cunill Grau, Héctor Bencomo Barrios, Manuel Caballero, Germán Carrera Damas,
María Elena González de Lucca. Correspondientes: Eduardo Hernández Carstens, Ramón
Urdaneta.
Publicado por
Gerónimo Alberto Yerena Cabrera
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Coordinador del blog
Geronimo Alberto
Yerena Cabrera
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Miranda - Venezuela
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