miércoles, 16 de marzo de 2016

JOSÉ LUIS ZAMBRANO PADAUY, UNA LLAVE VERDE PARA UNA JAULA DE HIERRO,

Cada vez que observo con sordidez y pesadumbre la imagen afectuosa del nuestro Libertador, estampada en su solemnidad en los billetes devaluados de cien bolívares, irrumpe en mi reflexiva como en tropel, desgastados insultos a estos jerarcas sin oficio, quienes en sus artimañas por el poder han empañada nuestro estandarte monetario, minimizado en una economía hecha migas, cuyo único valor se asienta en las carteras atestadas de dólares.
En los últimos años el venezolano ha apelado a acomodar su presupuesto yendo al exterior a conseguir algunos dólares por la vía de los cupos viajeros. Esa realidad es innegable, pues el sueldo sirve sólo para entender la fortaleza de un sistema calzado para generar autómatas conformistas, acostumbrados a efectuar colas gigantescas, a caerse casi a trompadas por una bandeja de carne en un supermercado y a ver despedir a familiares y amigos en los aeropuertos.
La pasada semana por fin anunciaron el nuevo sistema cambiario. Atrás quedarán las posibilidades de subsanar los orificios dejados por una paupérrima e insuficiente quincena. Ahora viajar a otros países se regirá por un sistema flotante, el cual inició en 206,92 bolívares por unidad gringa, pero probablemente irá aumentando despiadadamente, mientras el paralelo parece que le hubiesen encendido un cerillo en los juanetes, saliendo  despavorido y estar cercano a los mil 300.
Pero la realidad es todavía más grotesca, dejando lánguido y estupefacto al más optimista. La mayoría de las tarjetas de créditos tiene límites bajos para sostener semejante aumento. Desde el año pasado se estableció que la banca pública sería la única con potestad en esta materia. Muchos no poseían cuentas en estos bancos del Estado y debieron por supervivencia, abrir una y esperar con desafortunada resignación, la llegada de su tarjeta y cuyos límites rondan los 30 o 40 mil bolívares.
La gran mayoría de la población no ostenta una capacidad crediticia en sus tarjetas, como para poder ir, por ejemplo, a alguna nación donde otorguen mil dólares, pues debe contarse con un límite superior a los 206 mil 920 bolívares.
El incluir el cupo viajero en este Sistema de Divisas Complementario (Dicom) genera una subida de mil 500 por ciento, pues a las esperanzas de visitar otros países le han lanzado un pesado yunque encima, con unos anhelos predestinados al hundimiento.
Estos cupos servirán para viajar sólo por la imaginación. El Gobierno carece en sus alforjas la capacidad para subsanar las demandas de dólares de la población, la cual deberá ahogarse en vituperios y vivir encerrada en una jaula de hierro como ha permanecido Cuba, cuyos pobladores no cuentan con el dinero suficiente para salir de la isla.
Esta pantomima económica es sólo una distorsión de lo que sería un cambio monetario. Persiste ese estragado sistema de controles, con unos redoblantes que le seguirán poniendo ritmo a los personeros y amigos del Ejecutivo nacional; pero a partir de ahora el ciudadano común se verá en la disímil tarea de vender sus pertenencias para requerir dólares en el oscuro y contradictorio sistema paralelo.
No creo que en Venezuela se pongan de moda las balsas ni tanto demente surcando el mar, como suculento festín de un tiburón. Quizá se transforme un burro y le edifiquen unas alas. Nada frena la desesperada creatividad de un país sumido en el socialismo.
José Luis Zambrano Padauy
jzambranopadauy@yahoo.com
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571

Zulia - Venezuela

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