domingo, 22 de enero de 2017

ARTURO MOLINA, INTOLERANCIA

EL AGUIJÓN

La angustia en los ciudadanos por la aplicación del modelo político y económico, autoritario y generador de pobreza, como mecanismo de control social por parte del régimen, ha alcanzado niveles de desespero hasta tocar la intolerancia como guía en la solución del problema.

Diversos actores políticos tanto del oficialismo como de oposición, han sembrado esperanza en los ciudadanos, para traducirla en desesperanza en corto tiempo. Se ha nadado en aguas superficiales, cargadas de interpretaciones personales, rayando en la mentira como mecanismo para la inmediatez y hacerse del espacio mediático, y con ello de la voluntad de las personas.

Hablar con la verdad a los ciudadanos es casi imposible en un país cuyo propósito en su cuadro de dirigentes es imponer condiciones, cualquiera que esta sea, siempre que obedezca a criterios cupulares. La distribución del poder en pocas manos es la garantía del éxito de la élite, al mantener el control del mismo y así arengar las masas emocionalmente. Jugar con la necesidad, e incluso sembrarla en donde no existe, es imperioso para el régimen y algunos sectores de oposición.

El texto constitucional ha sido pisoteado por esos sectores. Les importa un bledo si eso gusta o no a algunos dirigentes que se atreven a llamar las cosas por su nombre. Violan y posteriormente se valen de la legitimación de la farsa a través del desespero ciudadano. El pan y circo son los actores a mantener en la palestra pública. Sembrar el hambre y la muerte son elementos estratégicos para la manipulación.

El chantaje entra en el escenario como el elemento articulador para obligar a la castración y auto-censura. Son dirigentes y aspirantes a cargos de representación popular o en la administración pública, quienes decidan en la cúpula. Los demás son esclavos y se les asignara cargo dependiendo de su lealtad a los jefes. La meritocracia y la lucha social no cuentan para quienes administran la hegemonía.

Solicitar el cambio de un gobernante nada tiene que ver con lo establecido en la Constitución. Lo importante es el acuerdo entre las camarillas. Convocar a elecciones menos se puede hacer, si el momento señala caminos de derrota. Todo un andamiaje montado para contrarrestar la acción y el efecto del disentimiento, y en consecuencia de la democracia.

Opinar distinto es un calvario. No sumarse a una idea en un momento dado se convierte en pecado. Hay quienes piensan en sus verdades, y deberían analizar las de los otros, y respetarlas, así no se esté de acuerdo. La actitud dice mucho de cada uno de los ciudadanos. El ejemplo es importante.

Con el engaño se juega a la desesperanza, y con ella a la improvisación. El beneficio es para los mismos, no para el todo. Se requiere voluntad política para salir del atolladero impuesto por la revolución siglo XXI. Las ofertas engañosas traerán intolerancia, y esa la ruta hacia el precipicio.

Josue Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1                                                                            
Tachira - Venezuela

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