domingo, 22 de enero de 2017

NELSON ACOSTA ESPINOZA, ¿ES DE NATURALEZA HISTÓRICA EL IMPASSE QUE VIVIMOS?

LA POLÍTICA ES ASÍ

La  situación política  en el país se descompone a una velocidad inusitada. La tensión y conflicto entre los poderes constituidos tiende agravarse. Hoy en día es factible señalar que en la práctica la Asamblea Nacional, en términos prácticos, se encuentra disuelta. Los últimos sucesos policiales parecen indicar que esta desinstitucionalización viene acompañada de una arremetida de naturaleza represiva.

Por otro lado, la ciudadanía se encuentra desmotivada y frustrada. En otras palabras, desmovilizada. La anulación del referéndum revocatorio y los errores tácticos cometidos por la dirección política de la MUD han provocado este estado de ánimo. En síntesis, a falta de dirección y de una adecuada motivación política la población se encuentra ocupada en sobrevivir. El sentimiento de rebelión, desde luego,  existe. En estado latente, adormecido. A la espera que una vanguardia política lo despierte con la consigna y estrategia adecuada.
Me parece apropiado referirme, brevemente, a la dinámica de acontecimientos que llevaron a la perdida de funcionalidad política de la Asamblea Nacional. Considero que una debilidad en la conducta de esta institución se expresó en la concentración de su actividad en el plano estrictamente jurídico. Y fue en ese ámbito, precisamente, donde el ejecutivo concentró su ofensiva: designó inconstitucionalmente magistrados del Tribunal Supremo; suspendió a los diputados de Amazonas, anulando en la práctica la mayoría de las dos terceras partes de la Asamblea y, finalmente, la AN cometió “desacato” al funcionar con los diputados de Amazonas. La consecuencia, no esperada, fue que la Asamblea Nacional en la práctica ha quedado disuelta. Desde luego sigue marchando pero carece del poder para ejercer sus funciones.

El escenario político actual pudiera sintetizarse de la manera siguiente. La principal trinchera institucional (la AN) se encuentra anulada; las gobernaciones y alcaldías en manos de la oposición están sumidas en una pasividad o carencia de motivaciones para impulsar políticas de calle; en lo “electoral” se ubican las esperanzas políticas de los tres grandes partidos; represión selectiva contra algunos actores políticos de la oposición (VP); profundización de la tendencia autoritaria del régimen  y desencanto en la mayoría de la población. Estos rasgos, descritos apresuradamente, caracterizan la coyuntura política y social del país. Desde luego, hay que añadir que los mismos se dan en el marco de una crisis económica de naturaleza catastrófica.
Tengo la impresión que estamos viviendo una situación que pudiera ser caracterizada como anómica. Vale decir,  existe una disfuncionalidad entre las metas culturalmente definidas y los canales sociales legítimos para alcanzarlas. Esta situación de anomia es evidente en la Venezuela actual. Ejemplos: por un lado la percepción, cada vez más evidente, que los canales institucionalizados para lograr objetivos legítimamente definidos  se hayan bloqueados. Y, como consecuencia, la creciente criminalidad y la corrupción generalizada presente en las instituciones públicas.

En el plano político esta anomalía se observa con mayor claridad. Metas políticas y canales para acceder a ellas se encuentran, por así decirlo, obstruidos. Atasco de naturaleza estructural. En otras palabras, estamos en presencia de un atolladero  histórico. Su resolución, entonces,  pasa por la definición de nuevas metas e instrumentación de reglas distintas para alcanzar las mismas.

Existen diversas respuestas ante estas dificultades: ritualismo, conformidad y rebelión, entre otras. Las dos primeras deben ser combatidas por ser inapropiadas en el ámbito de un contexto de naturaleza política. La tercera, a mi juicio, es la adecuada en el marco de las actuales circunstancias.

Expresado en otros términos, para salir de esta situación conflictiva va ser necesario desarrollar un nuevo “sistema de metas y medios aceptables”.

Esta ha de ser la tarea que en el plano político debería ser inmediatamente asumida por los sectores democráticos.
Rebelarse, en otras palabras, es la conducta apropiada para las actuales circunstancias.


La política debería ser así.

Nelson Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
Carabobo - Venezuela

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