Las reservas internacionales se definen como la
cantidad de recursos que los países tienen y utilizan para cumplir sus
compromisos internacionales, amortización de deuda externa y pago de intereses.
Son activos líquidos aceptados como medio de pago, generalmente constituidos
por oro y divisas, empleadas por las naciones para garantizar el pago de los
bienes y servicios que importa. De igual forma, son útiles para intervenir en
el mercado cambiario con el propósito de defender la tasa de cambio; fortalecen
la función de prestamista de última instancia del banco central; y respaldan
las calificaciones de riesgo crediticio de un país.
En el caso de Venezuela, pertenecen al país y son
administradas por el Banco Central de Venezuela (BCV), para lo cual se
consideran los siguientes criterios: a) seguridad: tenencia de activos de
calidad, que representen el mínimo riesgo; b) liquidez: posesión de activos que
puedan ser negociados fácilmente; y c) rentabilidad: propiedad de activos cuya
ganancia de capital y rendimiento sea adecuado. De esta manera, el ente emisor
reconoce que el principal objetivo de contar con reservas internacionales es
coadyuvar a la estabilidad del poder adquisitivo del bolívar mediante la
compensación de la balanza de pago, es decir, las diferencias entre los
ingresos y egresos de divisas al país.
La bonanza petrolera de los primeros años del siglo
XXI, el impacto de la crisis financiera internacional de 2008, la elevada
conflictividad política y social a nivel doméstico, el impacto del cambio de
ciclo en el precio internacional del petróleo venezolano, así como la actual
crisis económica nacional, han hecho que dichos criterios de administración de
las reservas internacionales fueran ponderados a razón de principios subjetivos.
Esto dio lugar a medidas como: a) traspaso, en 2005, de un millardo de dólares
de las reservas internacionales al Ejecutivo Nacional para financiar programas
agrícolas, utilizándose a partir de entonces el principio de reservas
excedentarias para justificar la transferencia de grandes cantidades de
recursos al gobierno nacional; b) traslado, en 2012, del oro monetario
venezolano custodiado en el exterior a las bóvedas del BCV; y c) el aumento de
la proporción de oro en las reservas internacionales del país.
Así, la volatilidad del mercado mundial del oro, la
menor obtención de divisas por la venta del petróleo venezolano, y el
crecimiento de la demanda interna de moneda extranjera, han provocado una
reducción de las reservas internacionales de Venezuela que al 15 de febrero de
2019 totalizaban 8.343 millones de dólares. Una cantidad muy por debajo del
nivel óptimo establecido por el ente emisor para la economía venezolana,
sumamente baja para un país que solo en 2019 debe pagar 9.336 millones de
dólares por deuda externa.
Ante esta situación es importante volver a recordar
que la valoración de las reservas internacionales siempre estará expuesta a
variaciones a partir del comportamiento natural de los mercados, por ende,
deben ser manejadas como una cartera de inversiones, privilegiando la
diversificación para garantizar que un precio que cae, sea compensado por otro
que sube. En este sentido, el país amerita esfuerzos públicos para incrementar
el nivel de reservas internacionales mediante financiamiento externo, apoyo de
entes multilaterales, recuperación de fondos venezolanos obtenidos mediante
actos de corrupción, y rescate de la actividad productiva con fines de
exportación, para comenzar el camino hacia la estabilidad del poder adquisitivo
del bolívar y el adecuado manejo de los desequilibrios externos que enfrenta el
país.
Alberto Jose Hurtado B.
@ajhurtadob
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