lunes, 18 de febrero de 2019

LUIS MARIN, REFERENDO IGNORADO, CASO CUBA


Se aproxima el 24 de febrero sin que hasta ahora ningún jefe de Estado, hacedor de opinión, o sala de redacción de algún medio global haya puesto un foco de atención en la flagrante violación a los derechos universales que está a punto de perpetrarse en Cuba.

El poco interés que las instituciones mundiales le dispensan a Latinoamérica se destina casi todo a Venezuela dejando a salvo que todo el desbarajuste producido en este país ha sido planeado y escrupulosamente ejecutado desde un centro de operaciones que precisamente se ubica en La Habana.

Al principio del proceso de reforma constitucional los medios globales esparcieron una serie de mentiras haciendo ver que representaba una apertura del régimen, que abandonaba el avance hacia una sociedad comunista, introducía la propiedad privada e incluso el denominado matrimonio igualitario, lo que fue saludado por Amnistía Internacional como “un gran avance”.

Es el caso que después de la “discusión” del proyecto con “las masas”, se reinsertó en el artículo 5 junto a la construcción del socialismo “el avance hacia la sociedad comunista”; se reformuló la propiedad privada “con un papel complementario en la economía” y se eliminó el famoso artículo 68 del matrimonio igualitario, sin que AI haya emitido un nuevo comunicado considerando esto como “un gran retroceso”.

Lo más importante es que pretenden legitimar todo en un mal llamado “referendo” en el que sólo está permitido votar SI, porque cualquier otra alternativa, incluso la que le es consustancial de votar NO, lo consideran un sabotaje, instigado por la contrarrevolución, por lo que prohíben promoverlo y quien lo intente es reprimido brutalmente y encarcelado.

Es evidente que en esas condiciones es imposible considerar que haya expresión de la voluntad popular, como es falso que el texto se haya elaborado “con todos y para el bien de todos”, cuando en realidad fue redactado y modificado a discreción por un comité del partido comunista presidido por Raúl Castro.

El hecho crudo y duro es que esta serie de arbitrariedades y abusos se perpetran a cielo abierto, a la vista del mundo, sin que aparentemente pueda hacerse nada al respecto, lo que impone una reflexión muy severa acerca de lo que pueda estar pasando en esta tan celebrada civilización del siglo XXI.

Lo que primero salta a la vista es el enorme poder que despliega el comunismo cultural en los medios de comunicación, en las instituciones que administran la educación como las universidades y academias, en los parlamentos y gobiernos, en los líderes de opinión, muchos de los cuales le deben su celebridad precisamente a los partidos y organizaciones filocomunistas.

Por poner un ejemplo, la alianza rojiverde, de comunistas y fundamentalistas islámicos, pone el foco de atención contra Israel, mediante calumnias, francas mentiras y tergiversaciones demonizan al Estado Judío, la única sociedad abierta del medio oriente con una vibrante democracia pluralista, al punto de propinarle más de sesenta condenas en la ONU, frente a cero condenas para la Cuba de Castro o la denostada Venezuela de Maduro.

Maduro sigue siendo Secretario General del Movimiento de Países No Alineados, cargo que recibió de Hasán Rouhani, Presidente de Irán, agrupación de 120 países, más 15 observadores, todos miembros de la ONU, cuya refundación se proponen, además de “la defensa del pueblo palestino; el fin del bloqueo a Cuba y la descolonización de Puerto Rico”, según la agenda que anunció aquel en su toma de posesión.

El Foro de Sao Paulo agrupa a más de 120 partidos y organizaciones de extrema izquierda, que hoy se encuentran en el poder en diez países: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, México, Uruguay, Ecuador, El Salvador, Dominica, República Dominicana e influye en el gobierno de España a través de la Izquierda Unida y sus aliados, Podemos y el PSOE.

Michelle Bachelet, líder socialista, alta representante de la ONU para los DDHH, vivió su exilio en los años 70 en la RDA, detrás del muro de Berlín jamás observó el menor rastro de tiranía. La Fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, es musulmana, de la República Islámica de Gambia, dicho sea al pasar que la Organización para la Cooperación Islámica agrupa a 57 países, la Liga Árabe reúne 22, incluyendo a “Palestina”. Federica Mogherini alta representante de la UE para asuntos exteriores y políticas de seguridad reúne la doble condición de comunista e islamista.

Esto explicaría el silencio en torno al “Referendo” de Cuba, la aparente indiferencia de la comunidad internacional y las pocas esperanzas que puedan abrigarse de que se encienda alguna alarma en torno a un proceso que está viciado desde el origen, pero que parece imposible de contrarrestar.

Si ni siquiera se puede promover ni votar NO, lo único que queda es el recurso al boicot, urnas vacías, no participación, en el entendido de que la llamada constitución será aprobada de todas maneras; pero se pondrá de manifiesto su falta de legitimidad, basada en la ausencia de consentimiento que es, a todas luces, mayoritario.

Pero aunque no lo fuera, llegamos al centro del argumento: la Libertad no es decidible. No se puede poner a una colectividad a decidir si prefieren el comunismo o la libertad, porque la libertad es consustancial a la condición humana y es irrenunciable por principio.

Tanto menos puede aparentarse que las personas optan libremente por un régimen de partido único, cuando ese partido único ya está en el poder reprimiendo y acosando a los otros, de manera que manifiestan su disenso contra todo riesgo, lo que en consecuencia invalida la supuesta declaración de voluntad de los demás, arrancada con violencia, bajo coerción, con abuso excesivo de la fuerza.

Aunque los medios globales mientan deliberadamente, confundan al público y tergiversen el contenido real de la nueva constitución castrista, que en realidad es la misma estalinista ahora vigente, con algunos retoques, los hechos terminarán imponiéndose.

Es inútil discutir si es compatible con la Carta Democrática Interamericana porque desde el principio se autodefine como “fidelista, marxista y leninista”, lo cual la separa no sólo de América, como en los años 60 cuando Cuba fue suspendida de la OEA, sino de occidente, porque hasta Rusia, donde se creó el adefesio, repudia al leninismo, esa glorificación de la dictadura totalitaria.

Como ya asentaron los clásicos, fundadores del constitucionalismo: “Una sociedad en la que no está asegurada la garantía de los derechos ni determinada la separación de poderes, carece de Constitución”.

Y esta verdad no puede refutarse con la punta de un fusil.

Luis Marín
@lumarinre

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