La semana pasada y para su sorpresa, José Guzmán
Loera, El Chapo, mexicano, es declarado culpable en Brooklyn, Nueva York, de
los 10 cargos de traficar droga a EEUU en un juicio de jurado que dura 11
semanas aunque el comercio de estupefacientes, sobre todo de Latinoamérica,
seguramente continúe porque históricamente la muerte de un Pablo Escobar, un
Roberto Suárez y otros renombrados de esta actividad, como el veredicto y
seguramente la cárcel para El Chapo, no harán mella ni mucho menos en el
corazón, causa y razón de este mal endémico que es… la desgraciada e inmensa
demanda de droga de EEUU que tiene sobre todo a México en una crisis moral sin
precedentes donde el homicidio, las desapariciones, las fosas comunes y las
docenas de delitos asociados con el narcotráfico y derivados de él son, desde
hace años, pan terrible de todos los días que ni las fuerzas armadas mexicanas,
la DEA y otras fuerzas, pueden controlar, menos coartar. El 25 de junio se dará
sentencia al veredicto de El Chapo. Y la verdad es que no cambiará nada. La
droga seguirá ingresando por puertos y puestos fronterizos establecidos… y no
por donde Trump quiere edificar muros.
La desolación moral y el desparpajo político causados
por la cocaína y sus entretelones de gigantesca corrupción de todo nivel, tanto
en EEUU como en varios países latinoamericanos, no pasarán a la historia a no
ser que EEUU, dado el fracaso de décadas, legalice… ¡ojo!… le-ga-li-ce… el
consumo de cocaína lo que eliminaría poco menos que ipso facto el 95% del
problema. Si no hay lucro no hay comercio, y si no hay comercio no hay “el
pusher,” “vendedor” o “dealer” de droga en los barrios, escuelas, universidades
y demás sitios estadounidenses. Como dice la revista The New Yorker: “El
verdadero motor del tráfico de marihuana, cocaina, metanfetamina, heroína y fentanilo
no es la habilidad commercial de los traficantes mexicanos, sino la
desenfrenada e insaciable demanda de los adictos y consumidores
estadounidenses. No es cuestión de la frontera…” Y Europa tampoco se escapa de
la necesidad de legalizar el consumo de cocaína cuyo comercio afecta incluso a
huestes africanas.
Que al mismo tiempo hay que educar sobre todo a los
niños y jóvenes, tal como se les habla hoy en forma sistemática del peligro del
consumo de alcohol y tabaco, no hay duda. Mientras no se legalice el consumo de
cocaína, “los Chapos” surgirán con sus séquitos de barbarie y consignas de
crimen y abuso sobre todo de la mujer. Trasciende que al Chapo solo gustaban
niñas de 13 años de edad… lo que, si es cierto, no solamente sería criminal
sino que es un aberrante producto de la demanda de cocaína por parte del mundo
que gusta autodenominarse “desarrollado.” En Latinoamérica, sobre todo en
México, Colombia, Bolivia y otros, mucha gente tendría que encontrar otra
fuente de lucro fácil… lo que pondría coto a cuantiosa anomalía socio-política
de todo nivel.
El cómico estadounidense Trevor Noah dijo luego del
veredicto, en el televisivo “Late-night comedy,”que le preocupaba el jurado del
juicio de El Chapo: ”Me gustó cuando dijeron que habían deliberado 34 horas
cuando en realidad deliberaron solo cinco minutos… y las otras 35 horas y 55
minutos se fueron en descripciones de reservaciones de vuelos, en cambiar sus
nombres y en apuntarse para hacerse cirugía plástica.” Según el NYT, El
traficante, A. Carrillo F., o “Señor de los cielos” se dijo que había muerto
tras someterse a esa cirugía.
Jorge V.
Ordenes-Lavadenz
@JvordenesV
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