¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera
lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda
inmundicia". Mateo 23:27
Hace dos milenios el Apóstol Mateo no escatimó
palabras para condenar a los fariseos que medraban esquilmando al pueblo judío.
Pero, como la mala hierba, los fariseos crecen en todos los predios y han sido
elementos perturbadores en todos los tiempos. Hoy los tenemos en un Partido
Republicano que se niega a aceptar el liderazgo de Donald Trump, el hombre que
ha puesto de moda un nacionalismo
ilustrado y un conservadorismo pragmático en los Estados Unidos.
Durante más de cuarenta años el Congreso
Norteamericano ha sido incapaz de aprobar una legislación que ponga orden en
una alucinante avalancha de inmigración ilegal. Frustrado ante la desidia de
demócratas y republicanos, Donald Trump decidió cumplir su promesa de campaña
haciendo uso de los poderes que le otorga la ley. Me refiero a la Ley de
Emergencia Nacional, aprobada por el Congreso con votos de ambos partidos en
1976.
Una legislación que ha sido utilizada en 58 ocasiones
por anteriores residentes de la Casa Blanca. A tal punto, que un experto en
cuestiones legales como el recién nombrado Fiscal General William Barr declaró
que "este decreto está autorizado por la ley de 1976 y es consistente con
precedentes de previos presidentes". Pero, para sus enemigos en ambos
partidos, cuando se trata de Trump, ni los antecedentes históricos ni los
precedentes legales tienen valor alguno. El objetivo es destruirlo por
cualquier medio y a cualquier precio.
El pasado 15 de febrero, Trump firmó una declaración
de emergencia nacional, para hacer frente a una crisis migratoria que amenaza
la seguridad nacional de los Estados Unidos. Con ese decreto, Trump se propone
reunir 6, 600 millones de dólares desviados de distintas partidas ya aprobadas
por el Congreso, que se sumarán a otros 1,375 otorgados por el poder legislativo
para construir el muro que lo catapultó a la presidencia. Como era de esperar,
los demócratas que controlan la Cámara de Representantes se opusieron al
decreto por votación de 245-182.
Pero lo inesperado para mí fue el resultado de la
votación en un Senado controlado por el Partido Republicano el pasado 14 de
marzo. Este resultado (59-41) llegó después de que doce senadores republicanos
y todos los demócratas decidieran votar contra la declaración de emergencia de
Trump encaminada a desviar fondos para la construcción de un muro en la
frontera con México. Una frontera por la que, según el Departamento de
Seguridad Interna, penetra a los Estados Unidos el 90 por ciento de la droga
que se consume en el país y que causa cientos de miles de muertes todos los años.
Asimismo, quienes afirman que esta es una crisis falsa
y "fabricada" por Donald Trump mienten a sabiendas, mienten por
intereses políticos y mienten por maldad. Regresando al Departamento de
Seguridad Interna, en 2018 los agentes
de la Patrulla Fronteriza identificaron a más de 400,000 extranjeros que
entraron ilegalmente en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, los inmigrantes
ilegales han aprendido que los niños son la llave que les abre las puertas para
entrar en territorio norteamericano. A tal punto que, en 2018, el número de "familias
ilegales" que entraron en los Estados Unidos experimentó un aumento del 40
por ciento sobre el año anterior.
Por otra parte, ilustremos el título de este trabajo
volviendo a los republicanos que han puesto sus intereses políticos y algunos
hasta sus rencillas personales contra Trump por encima de la seguridad nacional
de este país. Identifiquemos a estos fariseos para que recordemos sus nombres a
la hora de ir a las urnas. Argumentando distintos motivos, los senadores Susan
Collins, Lisa Murkowski, Thom Tillis, Rand Paul, Mike Lee, Mitt Romney, Lamar
Alexander, Marco Rubio, Jerry Morgan, Rob Portman, Roger Wicker y Roy Blunt se
unieron a los demócratas para negarle al
Presidente Trump los fondos para construir el muro.
Cuatro de ellos dijeron oponerse al decreto del
presidente porque el mismo viola la constitución de los Estados Unidos. Los restantes ocho dijeron encontrarse entre
la consabida "espada y la pared". O sea, votar contra un presidente
que controla la casi totalidad de la base del Partido Republicano o votar por
una medida que debilita la autoridad del poder legislativo. Yo les digo que
esas son pamplinas de gente que son unos
hipócritas o unos ignorantes, dos características muy peligrosas en políticos
con el poder de administrar y determinar los destinos de la primera potencia
del mundo.
Ante tal situación, los ciudadanos tenemos la
obligación de estar debidamente informados a la hora de seleccionar a quienes
habrán de gobernarnos. Nadie podría negar que una constitución es la piedra
angular sobre la que descansa el ordenamiento jurídico de una nación. Tampoco
se puede negar que la separación de poderes en un gobierno es el antídoto
contra la tiranía de un poder ejecutivo desenfrenado y totalitario. Pero lo que
es evidente más allá de todo argumento en contrario es que sin nación no puede
existir gobierno y la constitución es un documento inservible.
Ahí descansa el argumento fraudulento de estos
fariseos que se escudan en la constitución y en la separación de poderes para
votar contra los fondos destinados a la construcción del muro. El silogismo es
muy simple y ellos lo saben pero pretenden ignorarlo porque no se ajusta a sus
intereses mezquinos. Ante la invasión migratoria que sufren hoy los Estados
Unidos, sin muros no hay fronteras, sin fronteras no hay soberanía y sin
soberanía no hay nación. Tan simple como eso y lo demás es cuento de caminos de
políticos ambiciosos y corruptos.
Según están las cosas, ninguna de las dos cámaras del
congreso cuenta con las dos terceras
partes de votos necesarios para anular el veto del presidente. La confrontación
será dilucidada ante los tribunales de justicia y es casi seguro que terminará
ante el Supremo, donde vaticino cuatro votos a favor y cuatro en contra de los
fondos para el muro. Todo indica que, John Roberts, el presidente del tribunal,
será el voto decisivo. Si vota con la izquierda que quiere fronteras abiertas,
pondrá en peligro la seguridad nacional y hará causa común con los fariseos que
han optado por ubicarse en el lado equivocado de la historia.
Alfredo Cepero
@AlfredoCepero
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