Abrumados por el hartazgo de los días que no terminan
de llegar aún a parte alguna y estancados en su letargo insostenible, a pesar
de las luces que se asoman, se apremian el espíritu dolido y el intelecto
deseoso por encontrar explicación humana suficiente y válida a las razones por
las que Venezuela se encuentra atorada en esta ignominia de ejemplo, de hambre,
dolor y de vergüenza.
Explicaciones no han faltado a lo largo de la
historia, pasada y presente, hasta para justificar dictaduras, gendarmerías u
otras tropelías “quirúrquicas”, con las que supuestamente sanear, a causa de “razones
intrínsecas”, al cuerpo todo social de lo venezolano, las maneras de ser y de
estar de nuestra sociedad, pasando por encima o por detrás, o adobándolos a su
favor, de razonamientos de carácter socio histórico, político y psicosocial.
En tal sentido, quisiera poner en orden las causas que
hoy se me asoman en ejercicio de impaciencia ciudadana, ¡hasta cuándo! , y de
construcción de herramienta hacia la claridad del futuro, sin ánimo repetitivo
ni escolar. E intentaré para ello perfilar una explicación a partir de cuatro
miradores u observatorios, como guste, desde los cuales se pudiera ofrecer una
cierta visión orientadora y comprehensiva a tantos lectores no dedicados ni
radicados en los conocimientos de la Historia, para pensar en lo venezolano, sus
ires y venires, sus firmezas y sus debilidades, sus logros y traspiés; sus
esperanzas.
Propongo entonces para la discusión y diseño del
futuro, más que para la redención o momificación del pasado, la historia es
transformación, cuatro ingredientes razonables, explicativos y discutibles, de
lo inacabado que hemos llegado a ser, siempre en gerundio. Son claves, óigase
bien, no conclusiones, y habrá más de uno, a eso se aspira, que salte y
proponga un nuevo aspecto o los derrumbe todos o combine de manera diversa los
que expongo; en fin.
De lo que se trata es de revisar el mapa de nuestros
avatares en el largo plazo, que incluye el tiempo transcurrido desde el
descubrimiento a la actualidad, y encontrarnos que son cuatro los aspectos
centrales y definitorios de nuestro deambular como sociedad.
Se podrían agregar o combinar con estos cuatro
“miradores” o puestos de observación, como usted guste, todos los elementos
disponibles a nuestro alcance, aderezos como por ejemplo: la calidez del clima,
la diversidad étnica, el petróleo y otras riquezas del subsuelo, la bonhomía de
sus gentes, la fortuna cultural de las regiones, las influencias externas, la
violencia individual y social, el papel de las religiones, el ¨por ahora”
famoso, la mermada capacidad productiva, el ingenio y tesón de sus individuos,
la demostración de sus escasos éxitos como equipo, las extremas bellezas de su
inconmensurable naturaleza, de allí Tierra de Gracia, y demás.
Estos cuatro elementos de los que vengo hablando, esos
cuatro fantasmas que nos acechan y que ahora nombro, son los siguientes: a) un
sentimiento de orfandad; b) una sensación de despojo; c) una vaga y torpe
noción de libertad y; d) una relación instrumental con el poder, la política y
el ejercicio de la función pública.
Cada uno de esos aspectos requerirá de un detenido
tratamiento específico ya adelantado a su manera, es verdad, por variados
especialistas y desde distintas perspectivas, temas y tiempos, que en sumatoria
de conocimientos vendrían a ser algo así como la psicosociología explicativa,
para nada justificativa, del fracaso venezolano como nación y república
estable, que no ha logrado hasta ahora en 500 años de historia, delinear con
claridad efectiva y permanente una República democrática próspera de ciudadanos
que se identifiquen y actúen en común sentido y propósito desde sus múltiples y
enriquecedoras identidades.
Según entiendo estas son cuatro de las piezas
principales del rompecabezas que nos acercarían al descubrimiento del por qué
no hemos dejamos de ser lo que seguimos siendo y que serán motivo de mis
próximos cuatro artículos que ofreceré al lector, me comprometo, en cercanas
entregas.
Valga apuntar que este esfuerzo tiene una vocación de
futuro en el sentido de perfilar un proyecto de país que, tomando en cuenta con
realismo sus debilidades y sus fortalezas, nos haga superar la vergüenza a la
que nos ha llevado el socialismo del siglo XXI.
Leandro Area Pereira
@leandroarea
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