La universidad latinoamericana no puede seguir rindiéndole culto a ese
caballo de Troya del eurocentrismo, no podemos seguir desconectados de la
realidad histórica de nuestra propia cultura, de nuestros saberes originarios.
No se puede seguir ofreciendo una visión fragmentada, además de ciega y
mutilada.
Siempre he pensado, al igual que muchos otros, que nuestras
universidades vienen graduando analfabetas funcionales, porque nuestras
universidades son funcionalistas, además del complejo de inferioridad que
arrastramos desde la colonia, donde desde ese colonialismo alienante se ha
creído que la cultura eurocentrista es “superior” a nuestra cultura
latinoamericana. Hasta el presente, no nos hemos podido desprender de ese
colonialismo y desde ese colonialismo pretendemos ver nuestra realidad con
categorías ajenas que impiden ver las trampas y engaños de un racionalismo que
opera desde el positivismo, pasando por el funcionalismo, el estructuralismo,
como del propio marxismo.
Es éste escenario el que nos ha impedido pensar como nosotros y copiar
lo de ellos, entendiendo que es una copia inducida e impuesta. Se que atreverse
a decir y afirmar estos juicios de
valoración choca y enfrenta a los que siguen creyendo que nuestras
universidades alberga, sobre todo en sus docentes, el privilegio del
conocimiento, de la intelectualidad, de la sabiduría, sin darse cuenta que al
no admitir esta realidad “el intelectual queda reducido a un especialista, un
profesional que toma su trabajo como un simple modus vivendi, replegándose
hacia el estrecho ámbito de lo académico, a la paz de los claustros. No asumirá
riesgos de ningún tipo, y sus escritos no serán libres actos del pensamiento,
sino un artesanal ensamblaje de textos ajenos, de citas muy bien especificadas
para que nadie piense que las hace suyas. Sólo se preocupara por la hipótesis
de su investigación, las que siempre terminaran comprobándose, pues cuando se
navega por un mar tan calmo se llega sin
problemas a buen puerto.” (COLOMBRES, Adolfo. América como civilización
emergente. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2004. PP. 190).
De allí que nuestras universidades, no puedan dar a sus estudiantes un
saber propio y reflexivo y menos al colectivo social, capaz de ofrecer a
nuestra gente los instrumentos o herramientas para que pueda operar sobre si
misma con sentido transformador. El eurocentrismo nos ha impedido el pensar
como nosotros y nos ha puesto al servicio –en el ayer y en el hoy- a favor de
sus intereses, subordinados a su poder.
La ausencia de una pedagogía transformadora y donde ya no hay debates
serios, nos esta señalando cierta complicidad de los llamados “intelectuales”
con la lógica del vacio, con la retorica del que dice y dice y no dice nada.
JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE
Pero ¿cómo puede nuestra universidad asumir el destino de encontrar un
camino propio, con una “intelectualidad” colonizada, alienada y además
acomplejada, que ve en el eurocentrismo el
“verdadero conocimiento” y que desconoce y minimiza el pensamiento
producido en nuestro espacio
latinoamericano? En esa mente colonizada y alienada esta o se encuentra el
caballo de Troya que entra a la universidad a reproducir el modelo de
dominación que hoy el paradigma globalizador ejecuta, sin otro objetivo que
dominar y doblegar a nuestros pueblos, con el sólo propósito y fin de explotar
los recursos naturales que guardan nuestros suelos y mantener en la ignorancia
a cientos y miles de latinoamericanos que actúan como zombis, para que no se
percaten de la perversidad que desarrollan en nuestros suelos los dueños del
gran capital, con el silencio cómplice de nuestros gobiernos que actúan como
vulgares celestinos de los grandes conglomerados recolonizadores de nuestro continente.
Decir y señalar estas cosas, tiene que llamarnos a la reflexión, es
colocar en el centro de la mesa la discusión necesaria, porque cualquiera sea
las circunstancias académicas en las que nos desenvolvemos, la simple acotación
del pensamiento ajeno, no puede establecer nunca un pensamiento propio. De
seguir en esta situación de justificar lo injustificable, de justificar siempre
el pensamiento propio con la referencia del pensamiento anglo-americano es y
esta predeterminado ese “saber” por la gran influencia inherente al
colonialismo presente en la universidad que tenemos.
La universidad nuestra no puede seguir rindiéndole culto a ese caballo
de Troya, no podemos seguir desconectados de la realidad histórica de nuestra
propia cultura, de nuestros saberes originarios. No se puede seguir ofreciendo
una visión fragmentada, conocimiento fragmentado, en última instancia abstracta.
No cumple con las necesidades humanas de la vida, ni las necesidades del
mundo contemporáneo. Hoy en día, la universidad
no enseña a comprender el mundo
o de cómo hacer frente a las inseguridades, el resultado de esta situación es
un conocimiento ciego y mutilado.
Nuestra universidad no quiere saber y si sabe se convierte en cómplice,
como el paradigma globalizador esta destruyendo de un modo implacable la
memoria histórica de los pueblos, su ética, su idiosincrasia, su pensamiento y
frente a esto no hay un critica dura y responsable - salvo algunas excepciones-
de allí que nuestra universidad debe buscar un camino propio si quiere sacar el
caballo de Troya de sus recintos y para tales fines se hace necesario,
insertarse en el proceso histórico de éste nuestro continente Abya Yala, en
escenario económico, político y social propiamente dicho, con una posición
abierta, de apertura hacia las transformaciones necesarias y viables frente a
un mundo globalizado, que impide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos y
de esta manera estaría cumpliendo con su verdadero papel histórico, donde sus
aportes estarían señalando parte del camino que debemos recorrer.
Enrique Contreras Ramírez
@enriqcontrerasr
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