El crecimiento, desarrollo y
progreso de un país es el resultado, no solo de las transformaciones
institucionales, sino muy especialmente de los cambios en las capacidades
internas de la población inducidas en el proceso educativo que los coloca en
posición de actuar motivada y responsablemente; sin que ello implique estar
inmersos en una visión economicista de la educación que concede a los factores
económicos primacía sobre cualquier otro al extremo de asumir que los hechos
sociales se corresponden con el desenvolvimiento de dichos factores, como
consecuencia del aporte productivo que al proceso dan las personas.
En tal
sentido, pueden distinguirse dos (2) enfoques en cuanto al proceso educativo se
refiere: (1) Educación para la emancipación: estructuración de una población
capaz de entender y hacerse cargo de la realidad, habida cuenta de la
potencialidad emancipadora de la educación asumida como la liberación de
cualquier modo de subordinación frente a un hecho, lo cual está en intima
vinculación con la concientización a la luz de una aproximación consciente,
profunda y critica de la realidad que facilita tomar decisiones de manera más
efectiva en el marco de su papel histórico; o lo que es lo mismo ¡educar es
concientizar! (2) Educación para el mantenimiento: estructuración de una
población políticamente sumisa y económicamente productivos, y para lo cual se
define una política educativa orientada a legitimar a la escuela como un
espacio tanto para el adoctrinamiento
como para reproducción del modelo sociopolítico dominante (influencia que tiene
la política en la sociedad); tal como es la intención del régimen
militar-cívico venezolano en aras de profundizar una dictadura totalitaria
donde un grupo gobierna de manera absoluta y arbitraria sin ningún tipo de
restricción a la hora de tomar decisiones, e igualmente acumulando todo el
poder en el Estado.
La educación, a pesar de ser un hecho de elevada complejidad, puede y debe
ser una herramienta estratégica de mediación para la emancipación a la luz de
la instrumentación de distintos factores tales como: (A) Grado de autonomía con
relación al gobierno, a las posturas políticas-partidistas, a los grupos
dominantes y demás entes de poder; (B) Modo de atención al educando; (C)
Ambiente donde se desarrolla el hecho educativo; (D) Metodologías y prácticas
instrumentadas; (E) Capacidad de formular posturas críticas, frente a los
modelos socioeconómicos imperantes; (F) Importancia otorgada a la función
social de la escuela; (G) Trascendencia conferida por el Estado a la labor
docente; (H) Prestigio social y nivel de remuneración del educador; (I)
Integración y articulación del sistema educativo; (J) Planes de formación y
capacitación docente.
Desde un ángulo complementario,
resulta de interés supremo formular una interrogante: ¿Para qué sirve la
educación? La respuesta podemos contextualizarla mediante una breve visión
histórica de los fines consagrados a la educación:
1.- Educar a los ciudadanos para el
buen ejercicio de sus derechos y libertades, y así consolidar el modelo de
Estado (Estado Liberal).
2.- Formación para la participación
social (Estado de Bienestar).
3.- Educación para promover las
capacidades y valores propios de la deliberación (Sistemas Democráticos).
4.- Educación para la diversidad y
la convivencia (Globalización e internalización del mercado).
5.- Desequilibrio entre la demanda
laboral de una sociedad globalizada y una oferta académica con diseños
curriculares y contenidos programáticos de rápida obsolescencia, que en muy
poco contribuyen al desarrollo del individuo y a su formación para la vida, al
punto que la educación se ve reducida a la promoción académica (Actualidad).
De igual modo, puede responderse
haciendo referencia a los fines generales atemporales (que no se corresponden
con un periodo histórico determinado):
A.- Transmisión inter-generacional
del legado cultural.
B.- Desarrollo de la persona en su
dimensión intelectual y moral.
C.- Instrucción en aquellos saberes
prácticos que permitan al individuo insertarse en la sociedad.
En fin, tanto los fines históricos
como los atemporales facilitan inferir que ¡la educación y la sociedad marchan
al mismo ritmo!
Intentar abordar un análisis, con
planteamientos académicos y técnicos, del asunto educativo venezolano impuesto
por el chavismo-madurismo resulta totalmente estéril ya que el proceso
educativo no se fundamenta en alguna concepción científica, y muy por el
contrario lo asumieron como una acción política para perpetuarse en el poder,
inicialmente bajo la figura de una dictadura que luego mutó hacia un régimen
narco-terrorista apoyándose en la dominación social a través de la conciencia,
al disminuir al máximo posible la capacidad de los ciudadanos de conocer sus
carencias, capacidades, valores, esperanzas, emociones, pensamientos y
actitudes, al punto de reducir en ellos su capacidad de juzgar lo que debe
hacer y de sus responsabilidades.
A tenor de lo antes señalado en
cuanto a los fines de la educación, resulta propicio hacer una referencia sobre
el modelo educativo cubano impuesto desde el inicio de la revolución (¿?) en
1959 previo desmantelamiento del “viejo sistema educativo” en pro de construir
uno “nuevo” a partir del cual el ministerio de educación asumió el control de
todas las escuelas y universidades luego de la abolición de todas las
gerenciadas por el sector privado; en un contexto donde una mayoría de “cubanos
letrados” colaboraron solidariamente con la “revolución” en favor de la
construcción de un monopolio educativo con la particularidad que los salarios
de los profesores, directivos y personal de apoyo pasaron a la nómina del
Estado único facultado para modificarlos, mientras que simultáneamente la
dictadura formó grandes sindicatos para tener un control directo y efectivo
sobre todos los docentes y trabajadores. Obviamente, promovieron la
desaparición del sector educativo privado en un escenario donde la “revolución”
asumió la prerrogativa de formular los planes y programas incluido los del
sector universitario aunado a la prohibición de todo tipo de formación con
visión empresarial o de negocios. El “modelo educativo cubano”, convirtió a los
profesores en burócratas carentes de criterio propio al tiempo de generar un
sistema socioeconómico de altos costos integrado por profesionales sin
iniciativa, carentes de espíritu emprendedor y autosubordinados y atados a un
salario de subsistencia que complementan haciendo largas colas para recibir una
pequeña ración de alimentos.
Reflexión final: Impulsar en
Venezuela la fuerza emancipadora de la educación, hoy confiscada por un régimen
narco-terrorista proveniente de una dictadura colonizada por Cuba, pasa,
primeramente, por el cese de la usurpación para que luego de unas elecciones
presidenciales, con un sistema electoral íntegramente renovado, se refunde la
democracia (en nada referido a volver al pasado) y se inicie la ruptura con el
dogmatismo educativo imperante que no admite cuestionamientos y basado en
incoherentes principios carentes de doctrina; abriendo espacio a la
reinstitucionalización de la visión holística de la educación en función de
conducir el hecho educativo en torno a múltiples interacciones que lo
caracterizan, en el entendido que se comportan de modo distinto a la suma de
las partes y donde los fines atemporales (antes citados) se interrelacionen con
elementos de una educación para la diversidad y la convivencia, aislada de
¡posturas político-partidistas!
Jesús Alexis González
@jesusalexis_gon
Planificador Educativo-Economista
No hay comentarios:
Publicar un comentario