La Cátedra Pío Tamayo y el Centro Estudios de Historia Actual de la Universidad Central de Venezuela propusieron un foro para debatir sobre el diálogo en cualquier modalidad, sea en paralelo con el gobierno de Noruega o entre los interlocutores, insinuadas por las partes involucradas.
El contexto es la pérdida general de espacio público: dónde verse, hablar, expresarse, construir consensos. Por ejemplo, el 30 de abril fue un solo día, pero el cierre de RCR a partir de allí es todos los días, la decana de las radios nacionales cerrada sin reacción colectiva, ni de ningún medio global o autoridad mundial de las que se pronuncian sobre el caso Venezuela.
La falta de información y el exceso de desinformación. Nos vemos forzados a construir hipótesis sobre la base de especulaciones, intuiciones, cuando no francas invenciones. Esto en un ambiente de creciente peligro: nunca hubo tanta inseguridad, amenazas tan sistemáticas y permanentes. Es la hora del miedo, de la intimidación.
¿Y qué tiene que ver esto con el “diálogo”? Que es otra invención, otro instrumento de confusión y manipulación: ¿Quiénes negocian? ¿Qué? ¿En representación de quién? ¿Cómo es que comprometen al ciudadano común, con quién, a qué? Ayer el negociador estrella era Timoteo Zambrano, hoy es Stalin González, ¿quién se siente representado por ellos? Ahora el G4 más uno es AD, PJ, UNT, VP, más el del CNE.
Como diría Arturo Sosa: “La política del palo y la sobaita”, después de tremendo golpe te llaman a “dialogar”; pero te quedas con el golpe. Nada vuelve atrás. Sin embargo, ¿por qué es tan irresistible el llamado al “diálogo”? Porque hay franjas de intereses comunes entre el gobierno y la oposición oficial: la mitad del gobierno está en la oposición y la mitad de la oposición está en el gobierno. Esto nos conduce al estancamiento.
Los que importan son los que van quedando afuera, los que representan algo distinto a la componenda. ¿Quiénes son? ¿Qué están haciendo? La más sobresaliente es María Corina Machado; pero sigue entre dos aguas, no termina de deslindarse. Desde afuera, Antonio Ledezma.
Luego, el Frente Único de Derecha, con sus tendencias de Liberales, Nacionalistas, Conservadores y Libertarios, cuya influencia real, en el terreno, no se estima lo suficiente.
Los jóvenes de Rumbo Libertad, que no se sabe cuán hondo hayan calado, ni su nivel de organización interna; pero al menos han logrado un discurso coherente y tienen cierto apoyo en el exterior, sobre todo en Brasil, EEUU e Israel, que son potencias reales.
Ahora bien, ¿de allí surgirá la opción que estamos esperando los observadores/actores de esta tragedia? Los ciudadanos, puestos a un lado, que no cuentan en las conversaciones.
Olvidemos que llegará la caballería a salvarnos, eso puede ser otra “fake news”.
Esto, lo resolvemos nosotros mismos o seguiremos hundiéndonos, cada vez más abajo.
Luis Marín
lumarinre@gmail.com
@lumarinre
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