Las recientes declaraciones de Mike Pompeo en su condición de Secretario de Estado de los Estados Unidos, principal aliado de la oposición venezolana en contra de la dictadura de Maduro y su combo, han tenido repercusión y distintas interpretaciones.
Según Pompeo, uno de los problemas más severos en el caso de la crisis venezolana, es el número de aspirantes a suceder a Maduro, cuando finalmente salga del poder.
Para unos, significa una manera de justificar el freno que el gobierno del Presidente Trump ha puesto a su actividad a favor de la salida de fuerza en nuestro país, evidenciando con ello indecisión, o falta real de intención por resolver el conflicto, luego de levantar tan altas expectativas.
Para otros, es como una grosería que haya tantos aspirantes en medio de la incertidumbre que significa la imposibilidad de resolver la crisis, habida cuenta de la resistencia que ofrece el régimen, y por la otra parte, la inviabilidad de acceder a salidas rápidas y eficaces para solventar nuestro drama.
En nuestra opinión, la existencia de 40, o más aspirantes a la presidencia de la República sería normal y hasta deseable en una democracia sólida, y equilibrada, precisamente para poner en evidencia el amplio abanico de ideas y propuestas en un país con aspiraciones de desarrollo, modernidad y competencia leal para su engrandecimiento.
En la Venezuela de esta hora, resulta lamentable reconocer que haya en efecto tantos aspirantes, sin que se vislumbre aun la forma cierta de ponerle fin a la crisis, y comenzar la reconstrucción en libertad. Pareciera que es más importante poner a ¨sonar, y rodar¨ de una vez los nombres de los aspirantes, que resolver nuestro caos de manera prioritaria.
Lo cierto es que cada minuto que pasa, hay un niño más padeciendo de alguna enfermedad en un hospital destartalado; un niño más comiendo de la basura en las calles del país; un niño, un joven, hombre o mujer a expensas de criminales que los utilizan para el comercio y la explotación sexual, y el tráfico de drogas.
Cada día que pasa, se multiplican las madres que retiran a sus hijos de la escuela por no tener como alimentarlos, o comprarles los uniformes y libros necesarios para su formación. Cada nuevo día, lejos de ser de alegría y esperanza, se convierte en un viacrucis para nuestros ciudadanos que no tienen acceso a los servicios básicos, como agua, luz, transporte, alimentos y medicinas.
Cada día que pasa, son más y más las familias que en medio de la desesperación prefieren aventurarse a abandonar el país, aun caminando a través de las fronteras con países vecinos, que quedarse a esperar una muerte segura a manos de la inseguridad, o el hambre.
Esas son las cosas que preocupan u horrorizan en medio de la peor crisis que haya sufrido país alguno de la región.
Si en 20 años solo ha habido destrucción, saqueo, y corrupción voraz por parte del comunismo militarista en el poder, la sensibilidad e inteligencia para resolver debe estar en el otro bando. Por ello, es de esperar y así lo hemos pedido en varias ocasiones, que haya un poco de sindéresis.
Es urgente que la oposición se decida a construir una unidad sólida y coherente para negociar la celebración de elecciones libres y con ello salir de Maduro. El cese de la usurpación pasa por conquistar elecciones, y no buscar salidas de fuerza que ningún país aliado está dispuesto a llevar a cabo.
Guaidó si lo ha entendido y por ello recorre todos los días el país preparándose para ganar.
Primero Venezuela y luego los aspirantes. Gracias por la comprensión.
Román Ibarra
@romanibarra
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