La sofisticada infiltración de la inteligencia cubana, por igual, penetra la estructura de las empresas privadas de los hemisferios.
Un miembro del servicio de inteligencia cubano llegó a las altas esferas de la CIA. La CIA tardó unos dieciocho años en descubrir, que uno de sus directivos más prominentes, era un miembro del servicio de inteligencia cubano. Había participado en diseño de políticas de inteligencia como de ejecución de órdenes en todo el orbe del mundo. Este funcionario fue descubierto tardíamente. Porque el grueso de la información que quería la dictadura castrista, de esa organización de inteligencia que asegura al Estado Norteamericano, ya estaba en sus manos.
El funcionario fue juzgado y condenado a varios años de cárcel. Se creó la ficción de que el grave error había sido enmendado. El caso fue sepultado en el silencio porque la vergüenza habría de medrar la soberbia de la impenetrabilidad de la CIA. El servicio de inteligencia cubano no ceja de persistir en su idea de penetrar las instituciones públicas norteamericanas. Lo hace sistemáticamente. Para ello conquistan y seducen a aliados. No es de extrañar, que en los periodos de langosta, funcionarios del gobierno y empresarios, se trasladen en lujosos yates a Cuba a degustar la exquisita receta inventada por Fidel Castro: langosta bañada en el denso y caliente cacao tropical.
Allí puede hallarse la causa de por qué la dictadura cubana no ha sido destruida, y los norteamericanos con ello, le han dado perpetuidad. Así, a la sombra de este huracán silente de la inteligencia cubana que arrasa fronteras y honor, ha ocurrido lo mismo con otras instituciones del Estado que conforman los países del mundo. La sofisticada infiltración de la inteligencia cubana, por igual, penetra la estructura de las empresas privadas de los hemisferios. El objetivo es apoderarse de su funcionamiento y de su plusvalía a través de instaladas y secretas negociaciones. Sus bases de datos. Sus sistemas operativos. Son vitales a la hora de un chantaje. Sobre todo, aquellas empresas donde fluye la información y la contrainformación cotidiana del comportamiento de la sociedad. Aquella donde se puede traficar hasta con la droga y los órganos humanos.
La dictadura cubana sustenta su imperio expansivo en esta trama de su ingenioso mal. ¿Quién sería capaz de negarnos, con pruebas irrefutables, que los servicios de inteligencia cubana no han penetrado el tejido de la infraestructura operativa de las redes sociales para atacar y destruir individualidades, grupos diversos, tanto como organizaciones que consideran enemigas de facto, tras el velo de sus oscuros intereses.?
Es el caso de Facebook. Pensemos. Sólo basta ensimismarse un instante.
Edilio Peña
edilio2@yahoo.com
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