A diferencia de Cuba y probablemente Nicaragua, Venezuela es un país de una importancia geopolítica extremadamente importante, vital y lo ha demostrado. Justamente por ella, desde el 2000 la región se plenó de gobiernos izquierdosos financiados por el chavismo, también es acusado presuntamente de dar resguardo/apoyo a grupos irregulares como Farc, ELN, etarras, entre otros. Más aún, la visión comunistoide afecta toda relación económica no solo en la región sino internacionalmente, inclinando la balanza hacía socios incómodos como China y Rusia, entre otros. Ese es el verdadero poder geopolítico de Venezuela en la cabeza del continente con mayores riquezas naturales del mundo.
A pesar del uso y abuso de los recursos e instituciones del Estado con fines electorales, a Chávez y Maduro (hasta 2018) se les reconoció como presidentes respectivamente, el sagrado manto de la legitimidad los amparaba, por ello, su política internacional debía ser aceptada a pesar de ser embarazosa para la mayoría de las naciones de la región, casadas con economías de mercado inmunes a las fantocherías dizque ideológicas. Además, los gobiernos aliados del chavismo, siguiendo la receta cubana, supieron amaestrar sus instituciones públicas permitiendo que esa injerencia cubano-venezolana se hiciera dentro del confort de una legalidad maleable.
Una vez cesado el chorro de los petrodólares venezolanos, primero por una baja sustancial en el precio del barril (que luego se recuperó) pero principalmente por la quiebra (por desidia y corrupción) de Pdvsa, al chavismo criollo y exógeno se les comenzaron ver las medias, el régimen perdió sus apoyos tarifados, cayeron sus gobiernos aliados dejando a la luz del mundo los horrores de una red de corrupción globalizada; Odebrecht, Panamá Paper, importaciones/exportaciones fraudulentas, son dignos ejemplos.
Asediado por las consecuencias de sus actos, tras haber sido castigado en 2015 por el pueblo perdiendo la AN, al chavismo no le quedó más remedio que evitar vulgarmente (jurídicamente hablando) el revocatorio en 2016 y adelantar elecciones 2017 y 2018 al margen más absoluto de la constitución y principios democráticos, entiéndase; la “constituyente”, regionales, presidenciales y demás… lo que le costó el merecido repudio y no reconocimiento por parte de la comunidad democrática criolla e internacional, además de las sanciones.
Por favor lea detenidamente; todo cuanto detenta el chavismo a la luz de hoy es ilegal, ilegitimo, retenido a través de la violencia institucionalizada. Es por ello que, ante el diálogo/negociación, su posición es (o debe ser) precaria, en cuanto NO TIENE cualidad jurídica ni legitima para exigir ni imponer condiciones… o al menos así debería ser, es lo justo.
Así, el régimen se opondrá a cualquier elección que pase por el tamiz de un CNE y TSJ constitucionales e imparciales, se opondrá a cesar la “constituyente” con todos sus írritos actos, en fin, se opondrá perder todo cuanto hoy le brinda protección permitiéndole el control discrecional de las riquezas, armas e instituciones del Estado, así de sencillo.
Así las cosas, opinamos que las actuales conversaciones con el régimen, que en este momento incluyen a Estados Unidos, deben estar exclusivamente orientadas hacerle comprender su verdadera situación, su precaria condición y las consecuencias de insistir usurpando un poder en franco detrimento del pueblo venezolano. La sensatez, la justicia, el respeto, la mesura, obliga a que estos encuentros obliguen al chavismo, en buena lid, acordar dejar el poder que usurpan asegurándoles todas las protecciones legales aplicables… lo demás es inútil, dañino para un pueblo que sigue sufriendo injustamente.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
No hay comentarios:
Publicar un comentario