Estudiando derecho en la UCAB, dirigentes vinculados a la democracia cristiana, decidimos viajar a Cuba. Estamos hablando de principios de los años ochenta, cuando todavía se vivía la guerra fría. Llegamos a un país donde el pensamiento único junto a la propaganda oficial invadía todos los ámbitos. Donde la excusa del régimen marxista era el bloqueo y donde había una preparación permanente para enfrentar una supuesta invasión norteamericana. Había un mercado negro paralelo y el dólar circulaba. Se sentía una fuerte presencia militar. La libreta de racionamiento era parte del control social y había gente arriesgando su vida por escapar. A pesar de que Cuba es una isla ha podido sobrevivir.
Hoy en muchos rasgos nos parecemos a Cuba: las cadenas frecuentes de radio y tv, los argumentos oficiales culpando de todos nuestros males a los EE.UU, el militarismo, el uso corriente del dólar, los CLAP como subsidio contra la hambruna, un viejo parque automotor, la decadencia tecnológica, las sanciones y muchos queriéndose ir.
¿Se repite la historia? Eso quisieran los que ejercen el gobierno de facto. A ellos lo que les importa es mantenerse a costa de lo que sea. En medio de una hiperinflación sin precedentes el pueblo solo lucha por sobrevivir. Mientras tanto el juego está trancado. El desgobierno no está interesado en negociar nada que tenga que ver con la alternancia. El tema es que podemos hacer para regresar a la democracia y a una economía sustentable. No podemos repetir la historia del régimen cubano haciendo y deshaciendo por más de 60 años. Quienes nos desgobiernan, ya tienen más de 20, y Venezuela es un caos, de mal en peor. Lo cierto es que los regímenes de Cuba, Corea del Norte, Siria e Irán son un desastre, pero continúan en el poder.
Es hora de dar el todo por el todo. El llamado del presidente (e) Juan Guaidó a ir casa por casa e incrementar la protesta es una necesidad. En Sudán el pueblo en la calle terminó con un régimen que tenía 30 años. En Chile después de más de tres lustros la oposición unida venció al dictador. Para no ser la nueva Cuba lo debemos hacer. No dar la pelea es cómodo, pero en la primera línea de batalla vamos a estar: llevando el mensaje, con optimismo, defendiendo los derechos humanos, invocando la Constitución y a los principios que nos vieron nacer como nación.
Oscar Arnal
@OscarArnal
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