sábado, 31 de agosto de 2019

RAFAEL GARCÍA MARVEZ: DE BARBADOS A LA CASA BLANCA

Dentro de las características de nuestra política, destacan de manera especial —más aún en gobiernos no democráticos y con señales graves de evidentes debilidades autoritarias— los cambios intempestivos, frecuentes y desconcertantes a la vez. Son tan comunes que nos convierten, a quienes opinamos con frecuencia, en una especie adicta a incurrir en oscuros equívocos.

Sin embargo, lo importante en estos casos tempestuosos es retomar una y otra vez, cuantas veces sea necesario, el nuevo rumbo por donde se desarrollan los acontecimientos; no quedarse atorado en el tema por mantener campante el récord de aciertos entre estos enredijos de cosas invisibles.

Entrelazando los ovillos, no hay que devanarse los sesos pensando mucho para llegar a la conclusión de que el gobierno usurpado por Nicolás Maduro tiene un final determinado. Estamos a la puerta de dar el último paso que nos conducirá al gobierno de transición; el paso más importante de la serie establecida por el presidente (e) Juan Guaidó hasta llegar a la última etapa —elecciones libres— que se supone se hará con buenos avales.
Hasta unos pocos meses atrás no había confianza en el voto como elemento de solución que garantizara la realización de elecciones libres y justas que decrete la alternancia en el poder. Todas las estadísticas indican que más de 80% apoya esta salida democrática; además de que, llegado el momento, “este grupo” sufragaría por la oposición. Difiere de estos números, la encuestadora Datanálisis,  “que señala que” 76% prefiere la opción de invasión extranjera, en discrepancia con otras mediciones estadísticas que se apuntan perfectamente a la salida electoral preferentemente. De manera muy coloquial, diría yo que a los venezolanos lo que les interesa es salir de esta cosa sin importarle el procedimiento ni las consecuencias; justamente a esto conduce el desespero, el hambre.
La premura por el caos dificulta, en sumo grado, que se desarrollen en las mesas de negociaciones los acuerdos para no verse en el aprieto de vaciar las cacerinas; recurrir a las urnas electorales y no a otro tipo de estuches fúnebres. Esa es la razón de todas estas gestiones hasta ahora infructuosas que no responden a factores de orden financiero que muchos irresponsables, que se dicen de oposición, se encargan de denunciar a los cuatro vientos sin una sola prueba que mostrar.
Desde la semana pasada para acá, se está produciendo un hecho de profundo alcance al cual algunos no le han dado la importancia que merece. Es cuando se genera el diálogo que en esta oportunidad se inició en Noruega, pasa luego a Barbados hasta que se produce el intempestivo abandono del régimen de la mesa de negociaciones con la excusa infundada del bloqueo por parte de Donald Trump. Lo extraño es que esa rabieta de Maduro procede contraria a cualquier lógica. Raudos, toman el avión y vuelan a la capital norteamericana a reanudar lo que a continuación resultó ser el viejo diálogo en la búsqueda de la salida de Maduro por parte de sus más cercanos compañeros, para ir a unas elecciones presidenciales. Luego, caemos en cuenta por qué, semanas atrás, altos funcionarios de ese poderoso gobierno ponían como condición invariable para que se dé ese proceso electoral la salida de Nicolás Maduro de Miraflores. Este hecho es la demostración más evidente de la fragilidad que en estos nuevos tiempos sufre el gobierno absolutista, a pesar de que en el escenario interno, hacia la calle, no se refleje con tanta nitidez.
Pienso que de la Casa Blanca, la cueva del lobo donde ahora les tocó sentarse a los gestores de Maduro, saldrá de manera definitiva el desenlace de la crisis que vive la nación venezolana. Es un “lo toma o lo deja”. Si lo deja, es muy probable que el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Craig Faller, reciba la orden para hacer lo que sea preciso en Venezuela. Nuestro país está de nuevo a las puertas de un acontecimiento histórico. Ojalá que La Providencia interceda en esta oportunidad para que dé los frutos que riega la tierra y la haga renacer y producir. Que espante la consternación de este sufrido pueblo, que eche al averno el rostro del fascismo.
Rafael García Marvez
@RGarciaMarvez

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