sábado, 21 de septiembre de 2019

ROMÁN IBARRA: LA MARCHA

El 16 de septiembre de 2019, fecha marcada como el inicio de las actividades académicas en Venezuela para todos los niveles de la educación formal, fue opacada por la barbarie comunista una vez más.

Con motivo del inicio del año escolar, y vista la profundización de la crisis socioeconómica que destruye la vida ciudadana, se organizó una protesta con fundamento en la Constitución vigente, y en pleno desarrollo fue agredida por los cuerpos paramilitares al servicio de la tiranía, denominados ¨colectivos¨.

En medio de la realización masiva y pacífica de la protesta de los profesores y maestros venezolanos, a punta de disparos en la vía pública frente a los ojos de todo el mundo, actuando bajo el auspicio de la impunidad que les garantiza el poder mal habido y abusivo de Maduro y su equipo de salvajes y cretinos, los agredieron de forma miserable como es su costumbre en estos veinte años.

El sector educativo, como todos los otros de la vida nacional, abusados y humillados por la incompetencia y desidia del régimen, no aguanta más. El decaimiento y destrucción de la economía hacen imposible la vida para todos.

Hoy los venezolanos en su mayoría son incapaces de proveer los recursos económicos para sufragar los gastos para vestir, calzar, y alimentar a la familia y eso lo sabe toda la ciudadanía porque lo sufre en carne propia, y sienten que los efectos son inmediatos y mediatos.

Si bien es cierto que el daño inmediato es muy fuerte, mucho peor es el daño hacia el futuro, toda vez, que nuestros muchachos estarán fuera de la escolaridad y la formación por la incapacidad económica de padres y representantes para ofrecerles las herramientas básicas para su educación.
Es imposible enviar a un hijo al colegio sin desayuno, sin uniformes, sin zapatos, y sin libros. Eso es exactamente lo que ha logrado el comunismo de Chávez-Maduro en Venezuela con su régimen de odio y destrucción.

De seguir por ese camino, nuestros muchachos serán los más pobres y manipulables del conjunto latinoamericano. Se ha dilapidado la fortuna que ha producido el petróleo venezolano en estas dos décadas, y solo ha servido para enriquecer de manera grotesca los bolsillos de una claque malandra y corrompida que se apropió de todo, y que además es absolutamente insensible ante el dolor y la necesidad ajena.

No hay derecho a que un país como el nuestro con tantas potencialidades naturales, no sean aprovechadas en el desarrollo y la formación del recurso humano que necesitamos para progresar como nación.

Con Chávez todo fue retórica vacía para encandilar a unos incautos, y servir en bandeja de plata a otros vivos el plato de la venganza para la destrucción de un buen país que, aunque tenía problemas, podía vivir y trabajar para avanzar en la consecución del bienestar general.

Su discurso de odio (disfrazado de humanismo y falso amor por el pueblo), fue la excusa para esconder su vocación de ambicioso y corrupto hasta los huesos; facilitador de la riqueza exagerada y grotesca de toda su familia, sus amantes, y sus socios partidistas nacionales e internacionales.

La riqueza abismal que exhiben estos hampones, va en relación  directa con la pobreza atroz de la mayoría de los venezolanos, impedidos hoy de alimentar a sus familias respectivas, con la seguridad de convertirnos en una de las sociedades más paupérrimas del mundo actual.

Ya no solo está garantizada la pobreza de la mayoría de la población, sino que tampoco se podrá manifestar para decirle al mundo que el comunismo es corrupción, y miseria porque esas protestas son repelidas por paramilitares pagados con el dinero de los venezolanos.  

Román Ibarra
@romanibarra

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