La firma de un acuerdo entre el gobierno y la oposición democrática ha hecho que las aguas de la política, que se habían estancado luego del fracaso del diálogo impulsado por Noruega, hayan vuelto a agitarse y fluir en busca del mejor cauce para el bienestar futuro de Venezuela. Ya sólo esto debería ser considerado positivo, independientemente que no se sepa hacia dónde nos llevará el curso de los acontecimientos. La historia de la humanidad siempre ha estado signada por el movimiento y no por la parálisis, y así se comporta la política, pues lo que se mueve es lo susceptible de cambio, aunque la dirección de la corriente pueda llevar transitoriamente a la generación de retrocesos, que a la postre siempre serán superados. Así ha sido hasta ahora y así lo seguirá siendo, sin que nadie pueda alterarlo.
Y también siempre han existido quienes asumen la responsabilidad de facilitar el desarrollo de estos procesos abriendo vías, que permitan el flujo de los acontecimientos hacia mejores destinos que los vividos. También, por supuesto, aparecen quienes prefieren el estancamiento al libre flujo social, pues se empeñan tozudamente en marchar contracorriente cuando las condiciones no lo permiten. Veinte años tienen, quienes se autodenominan oposición mayoritaria en Venezuela, recorriendo un camino que no les han podido y que los ha llevado fracaso tras fracaso. Desde 2001-2002, sus ensayos han sido frustrados y lo que han logrado es consolidar la posición del adversario enfrentado. Pero lo más insólito es que luego de tantos fracasos mantengan la misma conducta.
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, cosa que realmente no sé si será cierta, pero sin duda la dirigencia opositora, hoy ya tradicional, ha demostrado que tropieza no dos sino decenas de veces con la misma piedra. Los “vete ya”, las exigencias de renuncias, las “marchas sin retorno”, las “guarimbas”, los golpes de Estado, son una clarísima demostración de lo que afirmamos. Mantener este tipo de política sólo puede conducir a otro estrepitoso fracaso o a un desastre mucho mayor que el vivido en estos últimos 10 años. Quienes, dentro de esa oposición que se dice mayoritaria y única, tengan un poco más de raciocinio y experiencia política deberían comenzar a cambiar esa dañina conducta si realmente, en alguna parte de sus cerebros, tienen alguna consideración con el pueblo venezolano.
Del otro lado está el gobierno y sus graves conflictos internos, situación que no les permite actuar con la celeridad debida y con acciones concretas de mucho mayor envergadura. Allí también tiene que haber una lucha y una derrota de los grupos extremistas, de quienes quieren también seguir tropezando constantemente con la misma piedra. Tiene que producirse un deslinde con estos sectores si se quiere evitar el fracaso de la iniciativa actual, que avanza positivamente aunque en forma extremadamente lenta. Y una de las materias más sensibles, nacional e internacionalmente, es la de los presos políticos., en la que podría darse una demostración palpable del interés gubernamental de enfrentar los odios y regresar al estricto respeto de los DDHH y del debido proceso. Liberar y no sólo excarcelar, cumplir en forma estricta el debido proceso y respetar los DDHH, serían las metas.
O se lo entiende de esta manera, o el proceso de diálogo iniciado hace muy poco no superará los obstáculos que se le están poniendo en el camino. La ruta ya tenía nubarrones muy obscuros y dentro y fuera del país hay quienes le colocan más obstáculos. El éxito derivará de todo lo que se haga para despejar cielo y tierra y avanzar hacia un desenlace positivo.
Luis Fuenmayor Toro
@LFuenmayorToro
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