En el mes de septiembre de 2019, Acción Democrática el partido político de Rómulo Betancourt celebró su 78 aniversario, y en el mismo mes, se conmemoró el 38 aniversario del fallecimiento del líder fundador.
Acción Democrática como el peronismo, el priismo, el perezjimenismo y tantos otros movimientos políticos, social demócratas o “desarrollistas “de América Latina, su influencia, aunque disminuida, sigue presente como un fantasma que no quiere abandonar la zona en la que vivió y en la cual creyó hacer el bien.
Betancourt gobernó a Venezuela, entre los años 1945 -1948, después del golpe de Estado cívico militar dado contra el general Medina Angarita, y en el cual, participó junto a los militares, (entre ellos Marcos Pérez Jiménez, aunque éste no integró la Junta de Gobierno) siendo co-protagonistas, integrando, 4 civiles y 3 militares, la nueva cúpula gubernamental. Luego, Pérez Jiménez, el antiguo aliado, en 1948, dio un nuevo golpe militar para derrocar al electo Presidente Rómulo Gallegos, miembro de Acción Democrática, triunfador en las primeras elecciones libres de Venezuela mediante el voto popular. En 1958, para que la rueda de los cambios cruentos no se detuviera, Pérez Jiménez fue derrocado por un movimiento cívico militar, que más tarde llevaría al poder, de nuevo, a Rómulo Betancourt.
En el siglo XX venezolano, el político más intenso y formado intelectualmente fue Betancourt. Con raíces comunistas, que supo poner de lado, interpretó muy bien el país y el entorno internacional para desarrollar una estrategia política social demócrata, emparentada con el socialismo (o comunismo), pero sin llegar a la peligrosidad, que casi al mismo tiempo, comenzaba a imponer Fidel Castro, otro de los políticos que alcanzaron la cúspide del liderazgo político tan característico y lamentable de América Latina.
El “perezjimenismo”, seguía como un fantasma político redivivo, con mucho afecto popular, que se materializó con el partido Cruzada Cívica Nacionalista, el cual, en 1968, cinco años después de fundado, en las elecciones del momento, obtuvo una muy alta votación conquistando 4 senadores y 21 diputados. El senador electo Marcos Pérez Jiménez, que se encontraba en el exilio, fue desaforado por la Corte Suprema de Justicia (dominada por AD y COPEI), que calificó de ilegal su postulación.
Pérez Jiménez era recordado por su programa llamado el Nuevo Ideal Nacional que significaba orden y seguridad, impulso de grandes obras públicas; (como lo revela el historiador Fredy Rincón en su libro El Nuevo Ideal Nacional y los planes económicos militares de Pérez Jiménez 1952/1957), por ejemplo, el plan de la planta siderúrgica del Orinoco, el hidroeléctrico del Caroní, el complejo petroquímico de Morón, la red ferroviaria nacional, etc.) Amén de otras enormes iniciativas viales y de infraestructura, las cuales, aunadas a un Bolívar muy fuerte, que facilitaba las masivas importaciones de consumo, configuraban una economía desarrollista, financiada por el ingreso petrolero creciente dada las nuevas concesiones a las empresas norteamericanas (1956/1957) tras la crisis del Canal de Suez, hecho muy contrario a la crítica de la “República en Venta” que tanto divulgaba el propio Betancourt para decorar su ropaje nacionalista. Debemos añadir a la “obra” de Pérez Jiménez la estatización de empresas que como la telefónica y otras consideradas estratégicas, que conformaron la visión del fortalecimiento del Estado en detrimento del sector privado, y por supuesto, por el contrario, el fortalecimiento de la casta militar gobernante. La prestigiosa revista “Times” le dedicó una portada al dictador presentando la semblanza de un país en “pleno desarrollo”.
Para comprender a Betancourt hay que leer su portentoso libro “Venezuela, política y petróleo”. Es una obra contundente y reveladora de su pensamiento social demócrata. Como sabemos, entre este pensamiento y el socialista hay una gran afinidad, especialmente en lo que se refiere al fortalecimiento del Estado. Por esta razón, gracias a que el país continuó percibiendo una renta petrolera diaria muy significativa, muchas de las obras desarrollistas de Pérez Jiménez se concluyeron y otras nuevas se realizaron. Betancourt consolidó el fortalecimiento del Estado, sueño iniciado en 1945 compartido con Pérez Jiménez, y enfrentando a la política petrolera que él llamaba “entreguista y de venta del país” desde los gobiernos de Gómez y Castro, pasando por el de López Contreras y el de Medina Angarita. Betancourt llama el gobierno de Medina “El quinquenio de las frustraciones”; y, también, titula uno de los capítulos de su libro (el III): “Medina Angarita: La autocracia con atuendo Liberal”. De su libro, también es bueno transcribir del capítulo IV, un fragmento, en donde cita a Adam Smith, autor fundamental para el arte del buen gobierno, muy desconocido por el estamento político latinoamericano, incluso, hoy en día. Escribe: “También es ya tesis generalmente admitida que el mejoramiento material de un país tiene estrecho nexo con la producción abundante de bienes de uso y de consumo, así como con la eficaz prestación de servicios, y que tales objetivos son de imposibles logros en las llamadas áreas subdesarrolladas si la vida económica de las colectividades se deja al exclusivo arbitrio de la iniciativa individual. En ella pusieron su iluminada fe Adam Smith y los teóricos del liberalismo. Pero esas ilusiones pertenecen a un pasado que se llevó el viento. Hoy las tesis del intervencionismo estatal en los procesos económicos, para encauzarlos y conducirlos hacia metas de mejoramiento colectivo y de superación nacional, constituyen el ABC de toda moderna política de Gobierno”.
Betancourt, se opuso a las dictaduras que eran el signo trágico de la región y logró consolidar el modelo democrático electoral, que sirvió, al final, lamentablemente, para que nos condujeran, usando el voto, a una dictadura política enmascarada, que no ha sido otra cosa que la prolongación más exacerbada del estatismo, salpimentado con la doctrina “castrocomunista”. Estatismo que Betancourt inició en 1945, amplió Pérez Jiménez, reaumentó él en su gobierno en 1959, y continuaron, sin mayores cambios, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera (ambos, en sus dos gobiernos) y Luis Herrera Campins, el más izquierdista de los copeyanos. Tuvimos gobiernos “poderosos” financiados por el petróleo y a ese gobierno le puso las manos, el llamado “socialismo del siglo XXI”, desde 1998 hasta hoy, siendo esta casta política formada en la nefasta y hábil escuela de la dictadura cubana.
Omar Uribe
eneltapete
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