jueves, 26 de diciembre de 2019

REINALDO J. AGUILERA R.: FALTAN CINCO PA’ LAS DOCE

¡Las campanas de la iglesia están sonando, anunciando que el ano viejo se va, la alegría del ano nuevo viene ya, los abrazos se confunden sin cesar!!

¡Faltan cinco pá las 12 el ano va a terminar, me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi Mamá, faltan cinco pá las 12 el ano va a terminar, me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi Mamá!!

Algo por lo que casi nunca se pasean quienes aún están en Venezuela, es el efecto “Familia”, en estas fechas extrañar a los parientes es lo más difícil para quiénes se van de su país, todo se resume a mantener conversaciones por WhatsApp, Facetime, Skype o por otros medios digitales para sentirse cerca, en ocasiones puede producir una gran depresión, sin embargo, es lo más cercano a estar juntos que existe mientras transcurre esa etapa de cambio.

La realidad es que los casi 8 millones de Venezolanos que en este momento estamos fuera de nuestro país natal, es que no lo hemos hecho por gusto o turismo, nos hemos ido a causa de una feroz hiperinflación incontrolable por demás, la inseguridad rampante, todo a causa de la pésima administración de un régimen destructor.

Las oportunidades de algo tan simple como acceder a un crédito para adquirir una motocicleta no existe, mucho menos para una vivienda, los empleos para quienes se gradúan en alguna universidad con mucha voluntad son de muy bajo salario y así la lista continua.

Sin embargo, con mucho esfuerzo, aunque haya costado, en la Navidad del 2019 gran cantidad de esos 8 millones, hemos luchado a brazo partido para no permitir que ese régimen Chavo/Madurista nos ahogue la poca o mucha felicidad que podamos tener, el rescate y esparcimiento de nuestras tradiciones parece que ha sido el punto más importante de este tiempo.

Las redes sociales han sido testigo de que nuestras hallacas están regadas por el mundo entero, hechas con el mismo cariño que cuando lo hacía cada quien en Venezuela, recetas de las abuelas, de generaciones, masa, onoto, guiso, gaitas, aguinaldos, amor y los recuerdos de lo que millones han vivido desde siempre, ese es el sabor Venezolano, así somos y seremos siempre nosotros.

Dentro del universo de lo que significa el éxodo obligado, no hay duda de que todavía existen personas que se han ido por ejemplo a Estados Unidos y apenas al estar llegando, ir a hacer mercado o pagar la gasolina todo les parece divertido o sorprendente, así como cuando ibas de vacaciones con tus papás, donde pasas algunas semanas fuera de casa y luego regresas a contar las experiencias; la verdad es que el que se fue en serio, poco a poco descubre que el café no lo hacen como en tu país, que es como aguado, no es común una arepita con atún hecha con ternura, pero bueno estás abierto a experimentar, pruebas dulces y bocados pequeños aquí y allá, te disfrutas cualquier actividad festiva como Independence Day, Halloween o Acción de Gracias y la pasas bien, hasta que caes en la cruda realidad de darte cuenta que ya te fuiste y entonces trabajas o trabajas, no hay de otra el sistema te absorbe y tienes que ir a ritmo o te quedas atrás. 

Lo que nos está tocando vivir a muchos venezolanos, de verdad es una experiencia de vida, muy dura, por cierto, pero experiencia al fin, algunos estamos creciendo con ella, aprendiendo a apreciar lo que antes era desapercibido o común y corriente, aprovechar los momentos en familia, darnos cuenta que nada dura para siempre y que los hijos se van quizás antes de tiempo.

Estando fuera con el paso del tiempo logras entender de manera consciente que ya no estás con tu gente, la de siempre, que tus costumbres han mutado, de pronto ubicas en la farmacia algunos medicamentos que para ti son imprescindibles pero que tienen otro nombre, así abres tu mente en búsqueda de nuevas posibilidades y de pronto una pequeña luz se enciende y surgen motivos nuevos para sentirte a gusto donde estás.

Eso sí, no vaciles ni por un minuto, siempre seguirás extrañando a tu familia, si las cosas se hacen bien seguramente te darás cuenta que tu trabajo te da la estabilidad que tu país te negó tanto y eso te impulsa a seguir esforzándote; también seguirás en contacto con los tuyos, puede llegar el momento en que estar fuera es sinónimo de lucha por tus convicciones, por tu país y también de perseverancia, para que en algún momento si las condiciones lo ameritan decidas regresar.

Por el momento, sabemos que muchos no volverán, quizás otros lo hagan en un futuro, pero no debemos estar del todo seguros, los que se van y establecen, inician una nueva vida con la esperanza y la certeza que en Venezuela no tuvieron, lo que hace darse cuenta de que la realidad a la que el Chavismo nos enfrentó nos hizo cambiar, pero nada es para siempre, la pesadilla acabará y despertaremos a un nuevo amanecer, eso sucederá.

Finalmente siempre es importante saber que nunca se hacen las cosas solo, siempre hay que agradecer a quienes nos apoyan, es lo correcto, por lo tanto en ésta la última columna del 2019, quiero extender mi saludo afectuoso y cordial a mis “AMIGOS” así en mayúsculas, a quienes hacen posible que otros lean mis opiniones, que no son las mejores pero son; @MIGUELT13, Don Carlos @carpa1301, los amigos de @DiarioTalCual, @nvenezuela19, @Informe21, @ElColumnero, @SuNoticiero, @Punto_deCorte, la abuelita @soniasimmons18, @MiranghMiranda, @LosTubazosPress, José Rubén @lamoscaweb son muchos perdón si se me olvida alguno, vaya mi cariño y mejores deseos a ellos y sus familias en este casi final del difícil año que nos ha tocado vivir.   

¡Las Campanas de la Iglesia están Sonandoooooooooo!!!!
Así de simple y sencillo.

Reinaldo J. Aguilera R. 
reinaldoaguilera1968@gmail.com
@raguilera68 / @AnalisisPE

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