Venezuela es un avión en caída libre, el cual debe ser estabilizado para poder aterrizar.
Hemos tocado fondo. La crisis es profunda, compleja y multidimensional; es una crisis política, económica, social, pero también es humana y espiritual.
La única ruta pacífica y soberana que tenemos los venezolanos para superar esta tragedia es volver al terreno electoral, eso sí, con las condiciones de ley. En este sentido, hay que aplaudir los recientes acuerdos entre oposición y oficialismo para designar el Comité de Postulaciones que tendrá la misión de elegir a los próximos rectores del CNE, sin embargo, aún queda camino por recorrer, decidir si son elecciones parlamentarias, presidenciales, o ambas.
El sector oficial ha dejado claro que su intención es ir a elecciones parlamentarias. Por su parte, Juan Guaidó ha expresado su negativa; para él y un sector, las elecciones deben ser presidenciales.
En todo caso, la abstención, hoy, no es una opción. Estratégicamente, cuando se está frente a un enemigo que te aventaja, debes prepararte para darle la pelea en todos los escenarios; abandonar cualquier espacio de lucha, es fortalecerlo.
La Constitución demanda elecciones parlamentarias para este año y es imposible eludir este compromiso para quienes estamos defendiendo el respeto a nuestra carta magna.
Es comprensible la incredulidad, la decepción, la desconfianza que genera hablar de procesos electorales en Venezuela, pero estamos obligados a entrar en razón y recuperar la sindéresis. Debemos dejar de jugar al caos, no son las fuerzas extranjeras ni la magia del azar quienes pondrán fin a nuestro sufrimiento.
Ahora bien, avanzar a unas elecciones presidenciales sin antes llegar a un acuerdo nacional de entendimiento y estabilización, mejor dicho, una etapa de transición, es caminar en línea recta al despeñadero.
No imagino, no concibo, a la oposición llegando a gobernar un país donde existe un entramado legal, institucional, pero también paraestatal, que está diseñado en función un proyecto político ideológico. Aún no veo claro cómo se llega al poder con organismos de seguridad que se han contaminado; la institución militar fracturada e infiltrada por factores externos; colectivos, pranato; grupos irregulares; cárteles; contrabando; en fin.
Un gobierno posterior a Maduro no solo debe enfrentar enormes problemas institucionales y de seguridad, también debe resolver la crisis económica; el endeudamiento interno y externo; las sanciones y los daños colaterales que estas han dejado. No menos importante es enfrentar la destrucción de nuestro tejido social, afectado por la conflictividad, el odio y la división.
La salida de Maduro del poder no resuelve el problema de raíz, esto es solo un punto en el check list; solucionar la crisis va mucho más allá de un cambio en Miraflores, por esto es urgente que entendamos la necesidad de pasar por un proceso de estabilización nacional, antes de ir a unas elecciones presidenciales.
Lamentablemente, existen organizaciones políticas y sectores que ven la celebración de elecciones como una amenaza, no solamente por la falta de condiciones, sino por la posibilidad de afectar sus intereses personales.
Es lógico que partidos que solo alcanzan 3% y 4% de aceptación no quieran elecciones de ninguna forma; es por ello que los ciudadanos debemos exigir compromiso con el país, basta de que jueguen con el pesar del pueblo.
La excusa de los “antitodo” es que estamos enfrentamos un sistema criminal invencible y por tanto la única opción es la fuerza; menos mal que los chilenos no pensaron así cuando tuvieron en sus manos la posibilidad de poner fin a la dictadura a través de un referéndum sin ningún tipo de seguridad institucional, las cuales estaban bajo el control de Pinochet.
Ahora, esto se contradice con la lógica de las sanciones que son emitidas, según los “antitodo”, para debilitar y asfixiar al oficialismo. Siendo así, el oficialismo debería encontrarse en su punto máximo de agotamiento, por tanto más fácil de vencerlo, ¿a qué le temen?
Yo sí creo que el autoritarismo es derrotable a través del voto, siempre que este sea ejercido de forma contundente por una fuerza ciudadana unida y organizada, motivada, movilizada, consciente.
En 2015 se logró una mayoría aplastante, lamentablemente el sector opositor que lideró ese triunfo no supo capitalizarlo en favor del rescate de la democracia plena. Imposible cometer este mismo error, hay que ir a unas elecciones parlamentarias, ganar y con la lección aprendida, no enfocarse en sacar los cuadros del hemiciclo, sino en ejercer las acciones necesarias para generar el cambio.
Con una nueva Asamblea Nacional podemos estabilizar el país y construir las bases de un acuerdo de estabilización nacional que establezca las condiciones mínimas para garantizar la gobernabilidad y celebrar elecciones presidenciales en el menor tiempo posible.
La ruta es clara: condiciones para votar, elecciones parlamentarias, acuerdo de estabilización nacional, elecciones presidenciales.
Indira Urbaneja
@indiurbaneja
@ElNacionalWeb
No hay comentarios:
Publicar un comentario