Luego de años en la prédica de la racionalidad, intentando orientar para no cometer errores de esos que cuestan períodos muy largos de malos gobiernos, aparentemente comienzan a darse pasos en la dirección política correcta.
Esta semana hemos visto sentados en la misma mesa de negociación a los voceros de las directivas del parlamento nacional, intentando armar el comité de postulaciones, y la escogencia de los representantes de la sociedad civil que ordena la ley, para luego designar un nuevo CNE.
En medio de un país enloquecido y polarizado por culpa de las imposiciones del régimen, y la violación sistemática de toda regla, hoy estamos obligados a soportar dos directivas de la AN. Una sin quórum, ni votos; forzada por la torpeza del oficialismo, y otra, la que representa a la mayoría del pueblo venezolano, con amplio reconocimiento internacional, atada de manos incluso para disponer de los símbolos del poder que ostenta, habida cuenta del secuestro militar que lleva adelante el régimen en las instalaciones del Palacio Legislativo.
Pero en medio de la diatriba a la que estamos sometidos, es mejor –en nuestra opinión- que se hagan esfuerzos por la búsqueda de entendimientos, y no la tirantez y guerra permanente que solo conviene al oficialismo para perpetuarse en el poder, sin importar la ruina socioeconómica y moral de los ciudadanos.
Los miembros seleccionados de la sociedad civil, no son tan independientes como sería deseable, pero repito, ello es mejor a tener que vivir en guerra interminable y sin posibilidades de ganar. Ahora falta un acuerdo parlamentario para su ratificación en la AN; pero si llegaron hasta aquí, no veo por qué no pueda llegarse a la ratificación, ojalá.
Al menos dos tercios de la población –según las encuestas recientes- quieren utilizar el voto como mecanismo de solución de la crisis, en vez de medidas de fuerza. La sociedad en su mayoría es víctima permanente de la falta de servicios básicos, lo cual, comporta violación sistemática de los DDHH, por una parte, pero tan grave como lo anterior, es que también es víctima de la violencia institucional, a cargo de la corrupción administrativa en todas las instancias, así como de la violencia de las policías y el hampa.
Hoy es muy difícil acceder a los servicios de identificación para obtener partida de nacimiento; cédula de identidad, o pasaporte, pero también es cuesta arriba acceder a un empleo digno y bien remunerado; ir a un hospital, o acudir a una oficina pública.
En la calle es insoportable la hiperinflación para el bolsillo de la mayoría, y por si fuera poco, soportar los embates de las policías y el hampa.
La descomposición tiene características monstruosas que no se detienen, pues cada día se desciende más en la crisis. Por ello, es urgente hallar una salida política para darle cauce distinto a esta cotidianidad insufrible.
Hablarle claro al país todo y decidir una postura claramente proclive a la realización de elecciones parlamentarias, tal como están marcadas en la Constitución, y de una vez por todas, reconstruir la unidad de la oposición para presionar también, el adelanto de las presidenciales, si fuera posible y que sea la participación popular, con condiciones, y supervisión internacional, la que decida el destino del país.
Ayudemos en la designación del CNE, nuevo Registro Electoral, y creemos las condiciones para motivar a la población para votar y defender el voto. Y si además conquistamos las presidenciales, garantizar el voto de la diáspora, y la libertad de los presos políticos. No perdamos oportunidad para derrotar cada vez que sea posible a este régimen maltrecho.
Ayudemos para sellar los avances y garantizar el cambio.
Román Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
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