En esta Venezuela obligada a ser profundamente chavista, surtir gasolina es, primeramente, un azar. Los venezolanos debemos esperar arribe a los estados el combustible, luego esperar el día que nos corresponde bajo la imposición del “pico y placa”. En tercer lugar, adivinar o tener la suerte la gasolina arribe a la estación que escogimos, hacer colas de días, anotarnos en una lista, afrontar las vicisitudes de la corrupción que reboza en este tipo de controles, para luego (sí nos alcanza) ser atendidos por decenas de efectivos de la FANB, PNB, Chamba Juvenil, miembros de Consejos Comunales y los empleados de la bomba… aproximadamente 25 personas.
No termina allí, pues pagarla es toda una odisea, no hay efectivo, las líneas bancarias están colapsadas al igual que el sistema biométrico utilizado por el régimen, es una oda a la ralentización de algo debería ser extremadamente sencillo.
Pero esto no ocurre solo con la gasolina. Registrar una empresa es otra odisea, la corrupción y las trabas burocráticas son insorteables, puede tardar más de un año registrar, conforme la ley chavista, algún emprendimiento. Venezuela ocupa un puesto colero a nivel mundial en cuanto a la constitución de negocios, por eso la mayoría se hace al margen de las regulaciones, así no generan ingresos a la república. Pero como todo está al revés, los recursos que deben tener mayor fiscalización y control, los públicos, la “Ley Antibloqueo” faculta a Maduro para que éste disponga de ellos en horas y a escondidas ¡Que desastre!
Lo que es normal, sencillo, un trámite de minutos u horas en cualquier país democrático, en esta Venezuela chavista es una pesadilla de semanas u años, y no estamos hablando de grandes gestiones, sino acciones triviales como surtir gasolina o registrar una empresa.
Ni hablar de la infraestructura necesaria para que los venezolanos podamos surgir, como la vialidad, el transporte, la conexión a internet, a la tecnología, la electricidad, el gas, la salud, la educación, en fin, todos estos vitales sectores destruidos hace años por la peor corrupción conocida por el mundo luego de la segunda guerra mundial.
Pese a ello, millones de venezolanos afrontan las calamidades y deciden darlo todo por un país al cual funestos intereses comunistoides se empeñan en destruir, en desnaturalizarlo ¡Cubanizarlo! ¿Se imagina qué sería de Venezuela hoy día sí, en lugar de más de 20 años de restricciones, controles, racionamientos y todo tipo de limitantes a nuestros derechos y libertades, hubiéramos tenido gobiernos que apoyen el esfuerzo, la infinita inventiva de los venezolanos? Continuaríamos siendo aquella Venezuela envidiada, receptáculo de inversiones, turistas e inmigración positiva.
Hay dos venezuelas, la del régimen, ficticia, solo apreciable en los medios de comunicación en quienes ejerce férreo control. Y la otra Venezuela real, de hombres y mujeres valientes que ponen su pecho a la peor crisis de nuestra historia, emprendiendo en diversos tipos con gran tesón y esfuerzo propio que nada tiene que ver con el régimen y sus injustas limitantes, esta Venezuela real es la que sostiene al país y es la que finalmente se impondrá.
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