"Tú puedes tener un estado benefactor o puedes tener un país sin fronteras, pero no puedes tener los dos"
En el centro de la Bahía de Nueva York se alza la
majestuosa Estatua de la Libertad donada en 1885 por el gobierno de Francia al
de los Estados Unidos al cumplirse los 100 años de su independencia del Imperio
Británico. En ella se puede leer el soneto de "El Nuevo Coloso" que
escribió la poetisa Emma Lazarus en 1888, y que está grabado en una placa de
bronce fijada en la estatua, en la Isla de Ellis en Nueva York, que dice:
"Dame tus cansados, tus pobres, tus masas hacinadas anhelando respirar
libremente, la basura miserable de tu orilla atestada …"
Los activista de las fronteras abiertas y los
globalistas apátridas citan con frecuencia la presencia de la estatua en la
bahía y los versos de Emma Lazarus para justificar una inmigración
descontrolada y masiva que transformaría radicalmente a los Estados Unidos.
Pero aquellos eran otros tiempos, con distintas necesidades y más
oportunidades. Por ejemplo, la mayor inmigración masiva de la historia,
denominada la Gran Inmigración Atlántica de Europa a Norteamérica, comenzó a
mediados del siglo XIX y estuvo integrada por personas procedentes de Irlanda y
Alemania.
Estos inmigrantes traían consigo las habilidades
tecnológicas de las sociedades industrializadas de Europa. Habilidades que
necesitaban unos Estados Unidos que comenzaban su proceso de industrialización
y contaban con vastas regiones despobladas. En 1865, la población de este país
era de 31,443,321de habitantes con una densidad de 10 personas por cada milla
cuadrada de territorio.
En 2020, la población de los Estados Unidas se había
multiplicado por diez con un total de 331millones de habitantes y una densidad
95 personas por milla cuadrada. Este país es la tercera nación del mundo en
número de habitantes, superada únicamente por China y por la India. Y a pesar
de las críticas de injusticias y de racismo por parte de la ingrata izquierda
americana todo el mundo quiere venir a
disfrutar de la libertad y los beneficios de los Estados Unidos.
Lamentablemente "no hay cama para tanta
gente". Y mucho menos para inmigrantes carentes de habilidades
tecnológicas y acostumbradas a depender del gobierno de sus respectivos países.
El material ideal para un Partido Demócrata que quiere votantes que no reclamen
derechos individuales sino que acepten ser súbditos sujetos al estado
todopoderoso y para unos empresarios republicanos que buscan enriquecerse con
mano de obra barata. ¡Qué descaro y que despiadada victimización de los obreros
americanos!
Abundando en el tema, los problemas migratorios
comenzaron en los Estados Unidos hace aproximadamente medio siglo. En 1960, año
en que yo llegué a este país, un millón de inmigrantes latinoamericanos
ingresaron a los Estados Unidos. Cincuenta años más tarde, en 2010, más de
19millones de inmigrantes de América Latina ingresaron a los Estados Unidos.
Las cifras lo dicen todo.
Irónicamente, los mismos países que reclaman fronteras
abiertas a los Estados Unidos mantienen un celoso escrutinio sobre los
inmigrantes que acceden a su territorio. Dos anécdotas personales. En 1961
viajé a una docena de países de América Latina en compañía del sacerdote
jesuita Enrique Oslé Tur y del Presidente de la Acción Católica Cubana Antonio
Fernández Nuevo.
Los tres no sólo tuvimos que sacar las
correspondientes visas sino obtener los certificados de vacunación que daban
constancia de nuestro estado de salud. En 1964 se me ocurrió pasar por el Perú
sin visa de tránsito en mi camino a Chile y dormí en una cárcel peruana. Un
castigo bien merecido porque sin fronteras no hay nación y sin nación reina la
anarquía.
Ahora tenemos que hablar del fantasma. Durante su
controlada y orquestada campaña Joe Biden prometió legalizar el estatus de 11
millones de ilegales que residen en los Estados Unidos. Algo así como prometer
alimentos a los depauperados ciudadanos de Cuba y Venezuela. La voz corrió como
la pólvora y centenares de miles de inmigrantes se encaminan en este mismo
momento hacia la frontera sur de los Estados Unidos. Visten camisas con el
nombre de su amigo Biden y hablan de él como si lo conocieran de toda la vida.
No se molestan en obtener visas y si tratan de sacar un certificado de salud
muchos darían positivos al virus del Covid 19.
Otro elemento que debe de preocuparnos a todos es el
número exacto de inmigrantes ilegales en este país. Nadie sabe su número. Los
"expertos" y los políticos en Washington−Republicanos y Demócratas−repiten
como loros que son 11 millones. La realidad es que 43 de los 50 estados de los
Estados Unidos tienen menos de 11 millones de habitantes. ¿Cuál será el costo
de esta promesa de la marioneta Biden? Nadie lo sabe y nadie pregunta para no
mostrar su ignorancia.
La gente que sabe del tema ha dicho que podrían ser 20
millones de ilegales. Uno de los que si saben del tema es Milton Friedman que
ha dicho: "Tú puedes tener un estado benefactor o puedes tener un país
sin fronteras, pero no puedes tener los
dos". Dicho sea de paso, esta inmigración masiva pondría fin al poder
político de los negros americanos. No caben dudas de que ese sería el
resultado. Pero, aparentemente, Maxine Waters es demasiado estúpida para darse
cuenta.
Por otra parte, siendo lo que somos los seres humanos,
no podemos ignorar el elemento emocional de nuestras decisiones. Los demócratas
estan tan obsesionados con Trump que siempre se empeñan en llevarle la
contraria. Si Trump se opusiera a una
cerca, ellos construirían una más grande que la Muralla China. Como Trump ha
construido una cerca en la frontera sur ellos quieren ahora derribarla. Pero se
contradicen cuando instalan una cerca alrededor del Capitolio. Con ello, le
abren las puertas a los inmigrantes ilegales en la frontera con México mientras
le niegan a los ciudadanos americanos el acceso al Capitolio que es la casa de
todos. La realidad que estos orates no pueden captar es que las cercas si
funcionan. Si lo dudan que se lo pregunten a los israelíes que construyeron una
eficiente cerca para defenderse del terrorismo palestino.
Más temprano que tarde la cerca será terminada. Quizás
haya que esperar por un cambio de las estructuras del poder político en
Washington, pero la cerca comenzada por Trump será terminada. Propongo, por lo
tanto, una fórmula que podría servir de base a una negociación racional entre
las partes. Por ejemplo:
1- Garantía total de seguridad en la frontera con la
erección de una cerca con la suficiente altura para ser prácticamente
invulnerable.
2- Despliegue de suficientes efectivos de la guardia
nacional y de la guardia fronteriza como para disuadir a los criminales.
3- La conformidad de los gobernadores de los cuatro
estados fronterizos con las medidas adoptadas por el Gobierno Federal.
4- Entonces, y únicamente entonces, podrían darse los
pasos hacia una legalización calibrada y progresiva de los inmigrantes ilegales
que ya residen dentro de los Estados Unidos.
Sin dudas esta no es ni una fórmula mágica ni la
célebre bala de plata que producirá una solución satisfactoria para todos. Pero
pensamos que podría ser el comienzo hacia una política de inmigración que
beneficie a los que ya estamos y a los que llegan. En fin, una política que
garantice la seguridad nacional, acoja a estos nuevos americanos y ratifique la
tradición de generosidad y compasión de los Estados Unidos.
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