En cierto momento, Goethe me indicaba que mi destino
era crear en mi tierra, un lugar que no falsee los colores primarios"
No sabía Goethe que en esa noche invernal fortalecía
en la cabeza de aquel idealista y revolucionario masón, las bases para el
nacimiento de una nueva tierra, una nación que abarcaría desde México hasta la
Patagonia, la Colombia de Miranda.
"Primero comenzó a explicarme la forma como el
iris del ojo convierte la luz en los tres colores primarios", escribía
Miranda al Conde ruso; "después me comprobó que el amarillo es el color
más cálido, noble y próximo a la luz, por qué el azul es la mezcla de la
excitación y la serenidad, la libertad, una lejanía que evoca las sombras, y
por qué el rojo es la exaltación del amarillo y el azul, la síntesis, el
desvanecimiento de la luz en la sombra".
Proseguía Miranda en su carta: "no es que el
mundo esté hecho de amarillos, azules y rojos; es que así como una combinación
al infinito de aquellos tres colores, lo vemos todos los seres humanos, me
indicaba Goethe". "Si se tratara de fundar un paraíso, de un crear un
mundo ideal me dijo, lo mejor sería nombrarlo en honor a su origen y crearle un
emblema que tuviera esos tres colores.
Un país parte de un nombre y de una bandera y se
convierte en ellos, como un hombre que cumple un destino", señalaba Goethe
al gran precursor.
Es probable que estas palabras hayan inspirado a
Miranda a idear una bandera tricolor para la nación que quería fundar.
Sus profundos conocimientos de la masonería universal,
sus símbolos, rituales y convicción propia forjaron en Miranda la creación de
este emblema patrio.
Amarrillo, azul y rojo, los tres colores primarios que
predominan en el arco iris, símbolo en el génesis bíblico de la alianza entre
el cielo y la tierra.
El 12 de Marzo de 1806, en el mástil del barco
"Leander", anclado en la bahía haitiana de Jacmel, ondeaba al viento
por vez primera, la bandera de la nueva patria, la que Miranda soñó grande,
libre y poderosa. Incansablemente señalaba:
" Juntaos todos bajo el estándarte de la
libertad. La justicia combate por nosotros. No buscamos sustituir una tiranía
antigua por otra tiranía nueva".
El pabellón tricolor fue izado por vez primera en
tierra firme venezolana el 4 de Agosto de 1806 en el Fortín de San Pedro en la
Vela de Coro.
Tras años de luchas y batallas por la independencia de
otros países, logró Miranda regresar a su Venezuela natal.
El 5 de Julio de 1811, se nombraba una comisión para
escoger la bandera que ondearía por toda Venezuela luego de su Declaración de
Independencia; la integraban, José de Sata y Bussy, Lino de Clemente y por
supuesto, Miranda.
El 9 de Julio de ese mismo año, Miranda presentaba
ante el Congreso Constituyente la nueva bandera de su patria.
Ese día, el Generalísimo, poseído por el espíritu
libertario y unificador, les explicaba a los miembros presentes en el congreso
la razón de ser de cada uno de los colores del tricolor patrio y proponía crear
un nuevo continente, "un país que se convirtiera en su nombre y su
bandera", tal como años antes Goethe le había señalado. Inspirado en el
Volumen de la Ley Sagrada Miranda indicó:
"Amarillo, como la flor de la acacia que cobijó
el cadáver del Maestro Hiram, como la luz que esplendió en la colina de su
tumba. Luz solar, iluminación interior, dispersión universal y generalización
comprensiva"
"Azul, como la más grande fraternidad y hermandad
entre los hombres y pueblos. La Masonería Universal, la obscuridad devenida en
alba visible. Devoción, plenitud e inocencia primigenia"
"Rojo, como la propia sangre de Hiram, derramada
por los felones, la sabiduría y el amor para la regeneración del mundo.
La cruz de los Caballeros del Temple, la salve los
alquimistas y la pasión adorante de la reina Bali".
Sin duda, símbolos que encierran el fragor y rigor de
los emblemas sagrados de Libertad, Igualdad y Fraternidad Masónicos.
El 14 de Julio de 1811 la bandera era izada por
primera vez y oficialmente, como el Pabellón Nacional Venezolano en la plaza
mayor de Caracas.
Así fue la historia; el 12 de marzo de 1806 juraba
Miranda:
"Juro ser fiel al libre pueblo de Sur América,
independiente de España, y servirle honesta y lealmente contra sus enemigos y
opositores, y observar y obedecer las órdenes del supremo gobierno de este
país, legalmente constituido y a las órdenes del general y oficiales superiores
a mí".
Tal fue y es la gloriosa bandera que han flameado los
ejércitos libertadores en sus campañas. Pero las ideas de Miranda fueron
sepultadas en poco tiempo por sus adversarios y propios coterráneos.
Tal, "pudo haber sido la bandera del Mundo" decía Miranda en sus palabras finales de tan elocuente carta.
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