¡Tanto nadar para morir en la orilla! Así dijimos hace
días, meses o años, desde que apareció por primera vez la racionalidad política
en Venezuela, promovente del diálogo para un acuerdo entre los usurpadores y la
oposición hábida de cambio. No obstante, pareciera que en esta oportunidad
hubiera más racionalidad inter pares y ese raciocinio opositor nos estuvieran
acercando a la brisa del cambio en paz, con el llamado “acuerdo nacional”, el
mismo que desde hace tiempo se viene proponiendo como fórmula para el tan
ansiado “cese de la usurpación”, ya promovido como acción previa o paralela,
para las elecciones libres, que han sido rechazadas en varias o muchas
oportunidades por el temor al fraude.
Mucho se ha dicho como justificación en esta faceta
del no querer elecciones antes del cese de la usurpación; algunas de las
excusas, admisibles pero sin sentido lógico, como el decir: “…que el régimen
devino en dictadura con visos de democracia; un mando todo poderoso con muchas
garras al margen de la ley, apoyada por una férrea fuerza policíaca”, cosas que
sabemos y que avalan con mucha razón, al decir que: “…durante mucho tiempo
perduró la sindéresis en los líderes de los partidos que integraron la Unidad,
pero el parcelismo egoísta que nunca pudo ponerse de acuerdo por la
multiplicidad de candidatos presidenciales, en un juego aún criticado por
partidos de la alianza minoritaria que se llamó G15, pero que nunca fueron
verdaderamente tomados en cuenta por la cúpula del denominado G4, que
aparentemente fungió de cabeza visible de la Unidad, que al fin, por una terca
desidia, no logró apaciguar los fuegos internos que condujeron a la debacle”.
Hoy, es voz al viento, que el asesor de Biden destacó
“la unidad de las fuerzas democráticas de Venezuela en torno al acuerdo
nacional”. Pareciera que fuera una fuerte brisa que tiende a desojar la maleza
que durante mucho tiempo ha desvanecido este ideal para lograr la paz política,
que derrumbó la dictadura “socialista del siglo XXI”.
Como hemos dicho, el tema ha tenido muchas aristas y
muchos criterios, tal vez válidos, pero tenemos que reconocer su desviación ha
vociferado sin sentido, ya que en lugar de buscar una salida viable, se han
empecinaron en trancar el juego, proponiendo salidas solo de fuerza o de
eliminatorias imposibles.
Una de las adversidades cuestionadas siempre, fue la
intervención y varios intentos por dialogar con personeros del régimen, con la
ayuda de intermediario,
personas y gobiernos de otras latitudes, quienes
siempre fueron criticados y maltratados por esa vocifería autóctona, que nunca
perfiló orientación idónea. Fue, si pudiéramos decirlo, grande el fuerzo por
encontrar una salida pacífica al cambio del radicalismo, pero todo cayó en la
adversidad por falta de interés del régimen y por la estupidez sin sentido de
la Oposición.
En 2019, cuando el presidente de la Asamblea Nacional,
Juan Guaidó, presentó los tres pasos: “cese de la usurpación, elecciones libres
y gobierno de transición”; entonces, una vez más Voluntad Popular luchó porque
se buscara el cese inmediato de las funciones del gobierno chavista, pero
actualmente, el propio Guaidó ha propuesto de un “acuerdo de salvación
nacional” que, aunque insiste en que se incluya en una agenda electoral los
comicios presidenciales, contempla rescatar la ruta electoral que eventualmente
conducirá a la escogencia del Jefe de Estado, pero ya la salida no se asume
como inmediata. Es aquí donde vemos la racionalidad opositora, que reivindica
la actitud de paz que siempre hemos favorecido.
Los que entendemos de capitulaciones y armisticio,
sabemos que la propuesta del presidente de la AN Jorge Rodríguez, tiene viso de
una efímera acción triunfalista, cuando afirma que había disposición del sector
oficial para participar de un diálogo, agregando su supeditación a que la
oposición reconociera “los crímenes que había cometido contra el país”. Es
obvio, que aquí la lingüística gramatical está más supeditada a la política que
al derecho. En todo caso la excusa y las pruebas de defensa surgen siempre en
el debate luego de iniciado, no en el suspendido.
El debate está en pie; ojalá que no aparezca la
inesperada diatriba opositora de la oposición que lo tire por la borda. Se sabe
que tanto Jorge Rodríguez como Diosdado Cabello han estado planteando posiciones
duras. Ellos tienen que hablarle a sus bases; así que lo importante no es lo
que se dice sino lo que se hace, y el régimen, en los hechos, ha manifestado
estar de acuerdo con iniciar un proceso de negociación porque saben que otros
actores que no representan la unidad, no les van a dar el aliento garantista
que quieren; también saben que la ley siempre se aplicará después del dialogo,
pero con esta justificación, quieren dar el tinte de acuerdo y no de derrota.
Queremos resaltar en este escrito, el fundamento de lo
que creemos es la base racional de este diálogo, donde el presidente encargado
Juan Guaidó, se pronunció para especificar cuál es la ruta que está gerenciando
desde su gobierno, con la propuesta del Acuerdo de Salvación Nacional: “Para salvar
a Venezuela necesitamos atender la emergencia humanitaria, la unión de todos
los sectores, la presión interna, el acompañamiento de la comunidad
internacional y las garantías a todos los factores de cara a cumplir un
acuerdo”. Recalcando
además, que sumado al apoyo de la comunidad
internacional, se “demuestra la unidad y el respaldo expreso que existe dentro
y fuera de Venezuela en torno a un acuerdo para salvar al país y tener
elecciones libres”.
Sin dudas, podemos visualizar la paz para Venezuela,
que permita, no solo la reconciliación, sino la apertura de las puertas para el
regreso de todos los venezolanos en el exilio. ¡El regreso a la patria!
Enrique Prieto Silva
enriqueprietosilva@yahoo.com
@Enriqueprietos
Venezuela
enriqueprietosilva@yahoo.com
@Enriqueprietos
Venezuela
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