sábado, 29 de mayo de 2021

ENRIQUE PRIETO SILVA: ¡VIENTOS DE PAZ, ADIOS A LA GUERRA!

¡Tanto nadar para morir en la orilla! Así dijimos hace días, meses o años, desde que apareció por primera vez la racionalidad política en Venezuela, promovente del diálogo para un acuerdo entre los usurpadores y la oposición hábida de cambio. No obstante, pareciera que en esta oportunidad hubiera más racionalidad inter pares y ese raciocinio opositor nos estuvieran acercando a la brisa del cambio en paz, con el llamado “acuerdo nacional”, el mismo que desde hace tiempo se viene proponiendo como fórmula para el tan ansiado “cese de la usurpación”, ya promovido como acción previa o paralela, para las elecciones libres, que han sido rechazadas en varias o muchas oportunidades por el temor al fraude.
 
Mucho se ha dicho como justificación en esta faceta del no querer elecciones antes del cese de la usurpación; algunas de las excusas, admisibles pero sin sentido lógico, como el decir: “…que el régimen devino en dictadura con visos de democracia; un mando todo poderoso con muchas garras al margen de la ley, apoyada por una férrea fuerza policíaca”, cosas que sabemos y que avalan con mucha razón, al decir que: “…durante mucho tiempo perduró la sindéresis en los líderes de los partidos que integraron la Unidad, pero el parcelismo egoísta que nunca pudo ponerse de acuerdo por la multiplicidad de candidatos presidenciales, en un juego aún criticado por partidos de la alianza minoritaria que se llamó G15, pero que nunca fueron verdaderamente tomados en cuenta por la cúpula del denominado G4, que aparentemente fungió de cabeza visible de la Unidad, que al fin, por una terca desidia, no logró apaciguar los fuegos internos que condujeron a la debacle”.
 
Hoy, es voz al viento, que el asesor de Biden destacó “la unidad de las fuerzas democráticas de Venezuela en torno al acuerdo nacional”. Pareciera que fuera una fuerte brisa que tiende a desojar la maleza que durante mucho tiempo ha desvanecido este ideal para lograr la paz política, que derrumbó la dictadura “socialista del siglo XXI”.
 
Como hemos dicho, el tema ha tenido muchas aristas y muchos criterios, tal vez válidos, pero tenemos que reconocer su desviación ha vociferado sin sentido, ya que en lugar de buscar una salida viable, se han empecinaron en trancar el juego, proponiendo salidas solo de fuerza o de eliminatorias imposibles.
 
Una de las adversidades cuestionadas siempre, fue la intervención y varios intentos por dialogar con personeros del régimen, con la ayuda de intermediario,
 
personas y gobiernos de otras latitudes, quienes siempre fueron criticados y maltratados por esa vocifería autóctona, que nunca perfiló orientación idónea. Fue, si pudiéramos decirlo, grande el fuerzo por encontrar una salida pacífica al cambio del radicalismo, pero todo cayó en la adversidad por falta de interés del régimen y por la estupidez sin sentido de la Oposición.
 
En 2019, cuando el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, presentó los tres pasos: “cese de la usurpación, elecciones libres y gobierno de transición”; entonces, una vez más Voluntad Popular luchó porque se buscara el cese inmediato de las funciones del gobierno chavista, pero actualmente, el propio Guaidó ha propuesto de un “acuerdo de salvación nacional” que, aunque insiste en que se incluya en una agenda electoral los comicios presidenciales, contempla rescatar la ruta electoral que eventualmente conducirá a la escogencia del Jefe de Estado, pero ya la salida no se asume como inmediata. Es aquí donde vemos la racionalidad opositora, que reivindica la actitud de paz que siempre hemos favorecido.
 
Los que entendemos de capitulaciones y armisticio, sabemos que la propuesta del presidente de la AN Jorge Rodríguez, tiene viso de una efímera acción triunfalista, cuando afirma que había disposición del sector oficial para participar de un diálogo, agregando su supeditación a que la oposición reconociera “los crímenes que había cometido contra el país”. Es obvio, que aquí la lingüística gramatical está más supeditada a la política que al derecho. En todo caso la excusa y las pruebas de defensa surgen siempre en el debate luego de iniciado, no en el suspendido.
 
El debate está en pie; ojalá que no aparezca la inesperada diatriba opositora de la oposición que lo tire por la borda. Se sabe que tanto Jorge Rodríguez como Diosdado Cabello han estado planteando posiciones duras. Ellos tienen que hablarle a sus bases; así que lo importante no es lo que se dice sino lo que se hace, y el régimen, en los hechos, ha manifestado estar de acuerdo con iniciar un proceso de negociación porque saben que otros actores que no representan la unidad, no les van a dar el aliento garantista que quieren; también saben que la ley siempre se aplicará después del dialogo, pero con esta justificación, quieren dar el tinte de acuerdo y no de derrota.
 
Queremos resaltar en este escrito, el fundamento de lo que creemos es la base racional de este diálogo, donde el presidente encargado Juan Guaidó, se pronunció para especificar cuál es la ruta que está gerenciando desde su gobierno, con la propuesta del Acuerdo de Salvación Nacional: “Para salvar a Venezuela necesitamos atender la emergencia humanitaria, la unión de todos los sectores, la presión interna, el acompañamiento de la comunidad internacional y las garantías a todos los factores de cara a cumplir un acuerdo”. Recalcando
 
además, que sumado al apoyo de la comunidad internacional, se “demuestra la unidad y el respaldo expreso que existe dentro y fuera de Venezuela en torno a un acuerdo para salvar al país y tener elecciones libres”.
 
Sin dudas, podemos visualizar la paz para Venezuela, que permita, no solo la reconciliación, sino la apertura de las puertas para el regreso de todos los venezolanos en el exilio. ¡El regreso a la patria!
 
Enrique Prieto Silva
enriqueprietosilva@yahoo.com
@Enriqueprietos
Venezuela

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