Wilbur Smith: "El Führer se consideraba a sí
mismo un arquitecto frustrado".
Esta vez voy a plantearle un ejercicio de imaginación
raro e improbable, pero posible; lo sabremos dentro de un mes, cuando vencerá
el plazo para presentar candidaturas. Las encuestas, aún las propias del Frente
para Todos, están mostrando la brutal caída que la imagen de sus kapos ha
sufrido desde aquellos días de comienzo de la "cuareterna", allá por
marzo de 2020. Ese deterioro, impulsado por la impunidad de los corruptos y la
injustificada soberbia del Presidente Clown, se profundizará aún más cuando la
Argentina alcance la escalofriante cifra de 100.000 muertos por Covid, para lo
cual falta dramáticamente poco por la demencial sumisión a Rusia y China y los
negocios con laboratorios amigos del poder, que bloquearon el ingreso de más y
mejores vacunas. Esos números adversos preocupan a la PresidenteVice porque,
claramente, es quien más arriesga en las mesas de las próximas elecciones
legislativas. Veamos a qué me refiero.
Cristina Fernández sabe que, si no obtuviera en la
justa electoral la cantidad de diputados (sólo siete) que necesita para
adquirir quórum propio y si, además, perdiera algunos de los caracoles que la
siguen rastrera y babosamente en el Senado, su suerte estará echada y su
tentativa de reformar la Justicia y la Procuración para garantizar la impunidad
de los infinitos delitos que ha cometido y la perpetuidad de su proyecto
dinástico, habrá abortado definitivamente. Y si hay algo que conoce a la
perfección es la velocidad con que las veletas de los Tribunales federales de
Comodoro Py giran con los vientos que soplan con furia cuando el poder se
pierde.
Desde otro ángulo, y porque ha sido quien inspiró la
gran mayoría de las ruinosas medidas económicas con las que pretende retener a
sus votantes del pauperizado y hambriento Conurbano bonaerense (intervención en
todos los mercados, control de precios y congelamiento de tarifas, cepo y freno
al dólar, emisión descontrolada de papelitos de colores, monumental generación
de deuda en pesos, multiplicación de subsidios y planes, atraso y default en el
pago de la deuda, restricción de las exportaciones e importaciones, etc.),
también sabe que sólo significaron barrer debajo de una alfombra que
desaparecerá al día siguiente de las elecciones; ya no habrá magia, ni siquiera
china -¡qué degradación en la calificación internacional de nuestro país-, y
llegará una factura imposible de afrontar para este populismo ladrón,
analfabeto, berreta y pobre.
Si se sumara la renuncia (o incapacidad) de Alberto
Fernández a continuar ejerciendo desde el ridículo su rol de Presidente, ella
debería asumirlo (art. 88 de la Constitución), y completar el mandato; si lo
hiciera, sin duda acentuará sus rasgos autocráticos y acelerará el conflicto.
Además, debería hacerse cargo directo de la catástrofe educacional, sanitaria,
social, institucional, económica, laboral y geopolítica que ha generado -dijo
Jorge Fernández Díaz, "en la Argentina, quien paga la fiesta organiza su
(propio) funeral"- y, aún si llegara al final, tendría asegurada la
derrota en 2023, convirtiéndose -a lo sumo dentro de dos años- en un blanco
móvil para jueces y fiscales. ¿Qué opción tendría?: en otra jugada, como la que
hizo al nominar a Alberto Fernández, renunciar también ella y presentarse como
candidata a diputada; si fuera por la Provincia de Buenos Aires, esa decisión
serviría, además, para galvanizar a sus fieles. Su elección estaría asegurada,
obtendría fueros y podría dormir tranquila algún tiempo más.
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Argentina
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