Así es, en Venezuela no se puede votar porque ello es
refrendar procesos electorales al margen absoluto de la constitución, la
democracia, del país. No en vano, luego de cada presunto proceso electoral el
país empeora aceleradamente, las elecciones no atienden las necesidades reales
de la nación, sino las apetencias de una élite enclaustrada en el poder.
El venezolano está divorciado de la política, el
régimen de pie sobre su absolutismo y la oposición sin injerencia alguna dentro
del país. En estos entretelones, los venezolanos tejen economías personificadas
para sobrevivir, a la espera de liderazgos que les hagan retomar el interés y
sentirse parte real del cambio.
El voto fue destruido desde los inicios del chavismo,
al burlar tempranamente un referéndum consultivo que generó, por allá en 2001,
una crisis de la que aún no hemos salido. Desde entonces, el voto en Venezuela
dejó de ser la gasolina democrática, fue sustituido de dos maneras: La primera
a través del populismo salvaje durante el boom petrolero de Chávez, la segunda,
por la violencia institucionalizada que sustenta a Maduro desde 2012.
El voto ha sido un anzuelo usado por el chavismo, así
como el concepto de democracia protagónica, paradójicamente, en Venezuela nunca
antes habían sido tan ignoradas y mancilladas las necesidades y las dediciones
de la ciudadanía.
La imposición del Estado Comunal busca justamente eso,
domesticar, castrar el voto, someterlo a las estructuras represivas que se
construyen desde las comunidades a fin que toda aquella figura, vocería o
representación que se elija para formar parte de las estructuras de este nuevo
estado no escape del partido de gobierno, como en Cuba. Aguas arriba, las
elecciones son en segundo y tercer grado.
El voto es la principal herramienta de la ciudadanía,
pero para ello debe ser constitucional, democrático, en condiciones plenas que
garanticen transparencia. Votar sin alguna de estas condiciones es trágico, lo
hemos visto en Venezuela. Las elecciones en condiciones mínimas nos dejaron
(siguen dejando) un país en mínimas condiciones. Prácticamente, perdónenme la
utilización, un “voto como sea” es un instrumento ciego de su propia destrucción.
No es fortuita la abstención, sin que ningún liderazgo
político lo ordenara, el venezolano por instinto de conservación dejó de votar,
no quiso seguir refrendando instituciones mata votos. Muy difícilmente vuelva a
las urnas sin instituciones que garanticen y restituyan el poder de premio,
castigo y cambio del voto.
De este modo, sin poder votar ¿Qué podemos hacer? La
unión es transversal, pero no la verborreíca sino la real. Los venezolanos
debemos unirnos como nación, deslastrarnos de las nefastas ideologías y de sus
figuras que solo han ocasionado desgracias, debemos anteponer el país, a
Venezuela.
Por parte del sector político, no
es momento de partidos, sino de coaliciones fundamentales de liderazgos
criollos e internacionales. Así, juntos, nación y liderazgos, ejercer todo tipo
de presiones y acciones para reindependizar al país. La inmensa mayoría unida
bajo estos términos es indetenible, el régimen lo sabe por eso confunde,
intimida, manipula y acorrala al país, con sus colaboradores, en escenarios
donde nunca pierde ni perdiendo (lo electoral). @leandrotango
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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