2.- Es un régimen que combina la política y el crimen en
las proporciones adecuadas para presentar un rostro político en el exterior y
ante el cuerpo diplomático, incluido el nuncio de Su Santidad, mientras le caen
a garrotazos a sus enemigos, los aprisionan, torturan, persiguen, exilian o
matan, según las necesidades. El asunto es que el régimen cambió de naturaleza
frente a nuestros propios ojos y ha habido cierta lentitud en entenderlo.
Chávez instauró una tiranía bajo la dirección cubana, bajo su comando y el de
su heredero evolucionó hacia una corporación que integra a los dirigentes
cubanos, rusos, chinos, la Segunda Marquetalia, el ELN, la representación de
Hamás, de otros narcos, traficantes del Arco Minero y colectivos.
3.- Esa amplia coalición, a la cual concurren como
parientes cercanos Daniel Ortega, Evo Morales y otros de similar talante, ha
logrado algo que muchos ni en sus más enfebrecidos momentos llegaron a soñar:
un territorio amplísimo, dotado de inmensa cantidad de recursos naturales,
ubicado en una zona estratégica con proyección hacia el Caribe, el Atlántico y
Suramérica, que se podría abrir al Pacífico si conquistan Colombia. Es un
territorio custodiado por las unidades militares, policiales y paramilitares
que Maduro, Padrino López y su Alto Mando controlan.
4.- Han entendido estos asaltantes que para dominar el
territorio sine die necesitan expandirse; no solo necesitan más recursos sino
que precisan proyectar un poder que tenga vocación de ilimitado e invencible.
Por eso, cada victoria de la izquierda, aunque no sea la suya, la fagocitan
como si fuera propia. Su relato es el de un poder que se expande como
requerimiento de la historia y con el territorio que controlan actúan como si
fuese eterno; esa es su actitud, la de una vocación de poder irresistible. A
Hitler su Reich de los mil años le subsistió doce; pero su relato, mientras no
se machucó, proyectaba lo duradero e inexorable; así obtuvo todas las
concesiones de las democracias occidentales que se tragaron esos sapos, con
ligeros atragantes, hasta que Churchill, De Gaulle y luego Roosevelt, truncaron
la continuidad de ese menú asqueroso.
5.- Del mismo modo actúa el régimen de Maduro. Su gran
activo es el territorio controlado por la confederación de perversos. Desde
esta perspectiva es que hay que analizar lo que el régimen está dispuesto a
conceder. Las dictaduras tradicionales tenían el límite de sus apoyos internos,
especialmente de los militares, y de hasta dónde estaba Estados Unidos
dispuesto a apoyarlas. A un régimen como el de Maduro ya no le importa ningún
apoyo interno, ha descontado esa falta de soporte doméstico y solo se mantiene
rodando en sus rines, constituidos por los gobiernos y las mafias
internacionales conocidos. No es que las sanciones no le importan; le importan
y mucho, pero no lo suficiente como para entregar Miraflores; no es que los
recursos confiscados no le importen, pero no lo suficiente como para irse al
exilio.
6.- Por supuesto que las presiones sobre el régimen pueden
arrancar concesiones –hacer la jaula más grande–, pero no está dispuesto a
considerar siquiera la posibilidad de irse como resultado de amables conversaciones,
aunque tenga como telón de fondo esas sanciones y medidas. Es más, Maduro ha
estado en el proceso de construir su propia oposición a lo largo de los años y,
progresivamente, lo ha logrado. No es solamente, como se suele decir, gente
comprada –que también hay–, sino que incluye a dirigentes que estiman que el
régimen llegó para quedarse y que no hay más remedio que convivir con él.
7.- Por esta razón es que es inconducente la oferta de
comer sapos que ha hecho el alto funcionario de Estados Unidos, Juan González,
a la oposición, porque no solo se han comido bastantes, sino porque el sapo que
no se va a comer Maduro sin que lo fuercen es el de admitir su reemplazo por la
vía electoral; a menos que la propuesta sea la de convivir con el régimen hasta
que el cuerpo aguante.
8.- La idea de que allí está Maduro y no hay nada que
hacer, es el pensamiento de la derrota. Por supuesto, la lucha por la libertad
siempre se plantea porque hay alguien en el poder que la cercena. Eso es lo que
hay siempre que alguien lucha por la libertad, porque si la hubiese otros
serían los objetivos. Y porque Maduro está allí es por lo que hay que
plantearse no lo que él admite sino, precisamente, lo que no admite, lo que no
es posible dentro del cuadro del “realismo” político, lo desafiante: la
libertad.
Carlos Blanco
carlos.blanco@comcast.net
Venezuela – Estados Unidos
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