Es tal el deterioro de la vida en Venezuela que, cada
cierto tiempo y ahora con más frecuencia, reaparecen los capos, o los pranes de
los barrios más prominentes de las grandes ciudades, aterrorizando no solo a
sus propios predios, lo cual ya es de por sí una calamidad, sino al país
entero.
Debemos recordar que Chávez, en su plan destructivo de
todo orden conocido, creó las ¨zonas de paz¨, y con ellas la cesión de amplios
territorios, bajo la premisa falsa e irresponsable de que el pueblo en su
¨sabiduría¨ era capaz de regular su convivencia en sociedad.
Bajo esa idea manipuladora y cobarde, se escondía la
verdadera intención, y no era otra que el interés de controlar a la ciudadanía
por la vía del terror que sembraban estos delincuentes.
Chávez hizo alianza con el hampa, y eso quedó
patentado cuando en televisión exigió que no se les llamara malandros, sino
buenandros, y de ahí en adelante estos sujetos adquirieron patente de corso
para delinquir impunemente, y encima dueños de los territorios conocidos como
¨zonas de paz¨.
Lo cierto es que han ganado notoriedad a raíz de sus
violentas apariciones que ponen en zozobra a la ciudadanía decente que ya no
puede transitar por sus barrios, y ciudades; carreteras o pueblos.
En días recientes, en una de sus frecuentes necedades,
el ministro Jorge Rodríguez, acusó a estos pranes de una alianza con el otrora
dirigente de la oposición, el ex diputado Guaidó para llevar el caos a
entidades como Caracas, por sucesos como los de la Cota 905, territorio del
Coqui.
Rodríguez sabe que eso es falso, pues la única alianza
de los pranes es con ellos los del gobierno, pero es un intento de deslindarse
de esas actividades delictivas. Lo grave del asunto, es que el COQUI le
respondió con un tuit muy fuerte, que desmiente la posibilidad de relación
alguna con la oposición, y advierte también un desencuentro con el gobierno de
Maduro, el cual no reproducimos por respeto a los lectores.
Lo cierto es que más allá del empeño del ministro, y
su intento por enredar todo para que nada se aclare, este es un asunto que debe
ser encarado de manera eficaz, pues resulta inaceptable que estos grupos al
margen de la ley, destruyan la convivencia ciudadana, y peor aún, atenten
contra la seguridad del estado y sus instituciones.
Si no se les frena, éstos pasarán a ser los Pablo
Escobar de cada ¨zona de paz¨ de las creadas por el gobierno de Chávez-Maduro,
y reclamarán con vehemencia espacios de poder.
Es otra prueba de fuego para el país; se requiere con
urgencia un acuerdo de gobernabilidad para reconstruir la paz perdida, y
restablecer condiciones dignas de vida para toda la sociedad.
Tal como hemos sostenido en otros artículos, el
gobierno a gobernar, y las oposiciones a unirse para juntos enfrentar los
abusos de poder tan frecuentes en
el oficialismo. Desechar atajos, y acumular fuerzas en
la AN (la próxima vez sin abstenciones inútiles); ganar tantas gobernaciones y
alcaldías como sea posible, para luego entre ambos sectores –gobierno y
oposición- enfrentar de manera decidida estas expresiones de violencia que se
vienen multiplicando en nuestras ciudades.
Otros países han logrado controlar mediante acuerdos
estos dramas existenciales de nuestro tiempo; queda claro que si hay voluntad e
inteligencia, en nuestro caso pudiéramos lograrlo también.
Siempre hay tiempo para enmendar, pero se requiere
voluntad y una inteligencia clara acerca de hacia donde debemos conducirnos y
qué tipo de sociedad queremos dejar a nuestros descendientes.
Dios quiera que el sarcasmo empleado en el título de
este artículo jamás sea posible. No podemos tolerar la vulneración institucional,
y la degradación de todo lo bueno que aun nos queda como país.
Gobernabilidad democrática urgente!
Roman
Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela
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