jueves, 1 de julio de 2021

MERCEDES MALAVÉ: ESE TERCO Y ÚNICO CAMINO

Relata el documento Informes de Observación y Acompañamiento Electoral emitido por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia, que la elección del 18 de octubre de 2020 fue la más compleja de la historia democrática de ese país… y también la más observada.
 
Los desafíos que había que sortear eran tan complejos que baste mencionar dos de ellos para quedar anclados en la impotencia: la anulación de una elección general (hecho excepcional acaecido en dos oportunidades en América Latina en el siglo XXI) y una pandemia. 
 
Dice el citado documento que el camino hacia una nueva elección presidencial «se inició con un tercio de los tribunales electorales departamentales en cenizas y casi la mitad de la infraestructura electoral golpeada (…) Pero el daño excedía con creces la destrucción de edificios y computadoras: afectaba el corazón mismo de la institucionalidad, colocada en un estado crítico».
 
Las ayudas económicas, el asesoramiento, la presencia de organismos internacionales, así como la pertinente observación electoral cualificada no faltaron abundantemente. Sin embargo, no fueron las elecciones más observadas porque la comunidad internacional se volcó en ellas —que lo hizo— sino por «la voluntad firme y entera por responder al compromiso asumido con el país y la comunidad internacional. Una voluntad indispensable cuando el proceso mismo pareció, en más de una ocasión, cerca del colapso» (Informes). 
 
Fueron los ojos atentos y la voluntad segura de la ciudadanía organizada la que hizo posible llevar adelante un proceso sometido a fuertes presiones, polarizaciones, desinformación, falsedades y especulaciones de fraude: «Tanto las investigaciones académicas como las verificadoras de noticias coinciden en que nadie fue más golpeado por ese tipo de arremetidas que el Tribunal Supremo Electoral» (Informes).
 
Similares conclusiones arroja el documento final elaborado por el Centro Carter al señalar que, luego de años de ausencia, organizaciones de la sociedad civil boliviana impulsaron iniciativas de observación electoral a gran escala. 
 
«Las dos plataformas de observación principales, Observa Bolivia y Observación Ciudadana para la Democracia (OCD), reunieron a numerosas organizaciones de la sociedad civil, asociaciones e instituciones académicas. Ambas plataformas realizaron una observación de largo plazo: Observa Bolivia desplegó más de 2.000 observadores en Bolivia, mientras que OCD desplegó 180 observadores en el país y en el exterior. Ambas plataformas publicaron informes objetivos y bien documentados».
 
*Lea también: Para muestra, un botón, por Carolina Gómez-Ávila
 
A veces pareciera que existen tantas formas de defender la democracia como iniciativas de las oenegés, sociedad civil y demás grupos y asociaciones tengan deseos de activar; y la verdad es que pese a la gama de intereses y demandas que pueda haber en la sociedad democrática, no hay tal democracia si no se tiene la convicción de que la única acción que puede convocar a todos los ciudadanos, incluso a aquellos que jamás participarían en una iniciativa civil o social, es el voto; y que por muchas y muy elevadas que sean las distintas visiones, misiones y valores que pueda haber en una sociedad plural, su crecimiento potencial viene condicionado por el sistema democrático, ese que encuentra en el voto popular su legitimidad de origen y de ejercicio.
 
No hay otro camino…a quienes deseen crecer y multiplicarse a lo largo y ancho del territorio nacional no les queda otra opción que habilitar la fuerza electoral. La sociedad civil boliviana lo entendió. Estén o no con el partido y el presidente electo; es más, principalmente si no lo están. 
 
Lo cierto es que la sociedad civil aprovechó una tremenda ocasión de crecimiento, pues entendieron que la única acción que les libraría de toda atrofia, y quién sabe si hasta extinción, era la vía electoral.

Mercedes Malavé
mmmalave@gmail.com
@mercedesmalave
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Directiva de Unión y Progreso
Venezuela

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