Los eventos en Cuba del 11 de julio cuando en las calles de la Habana estallo el canto de “patria y vida” golpean las bases de sustentación de un régimen dictatorial creadas durante el periodo de la guerra fría y desafía a los venezolanos y a los nicaragüenses a optar a regresar a vivir en ese pasado o sumarse al sentimiento democratizador que rescata el aporte colonización occidental y le crea a las repúblicas latinoamericanas enormes posibilidades de realización afirmando sus identidades nacionales en sus relaciones con la norteamericana actualmente mediadas ya no por la dependencia del pasado sino por un nuevo orden multilateral.
La evolución de la confrontación dialéctica entre las dos americanas encarnadas por la potencia imperialista anglosajona del norte contra la cultura latinoamericana que el pensador Uruguayo José Enrique Rodo en su pequeño ensayo “Ariel” escrito en 1900 consideró incompatibles, con el tiempo alcanzan un momento de síntesis y acercamiento en la aceptación de la democracia liberal a partir de 1980. El tema de la evolución democrática en el continente ha sido cuestión de polémicos debates histórico entre los que sustentan como el absolutismo y despotismo ibérico generó en gran medida el comportamiento autoritario presente en América Latina mientras el democrático del colonialismo inglés se fortalece en la constitución adoptada por los Estados Unidos a partir de 1787.
Otro asunto destacado es como el país del norte en sus relaciones con nuestra región ha favorecido y aceptado para mantener sus intereses económicos las dictaduras no obstante, en el periodo “buen vecino” (1933 – 1947) se establece una saludable distención democrática y de cooperación. Sin embargo, el sistema político incompatible al establecimiento de relaciones surge de la aceptación del comunismo cubano fidelista después de 1959 que movió al mundo a los bordes del abismo de la confrontación atómica. Esta situación altero el esquema de la guerra fría en el hemisferio cuando la isla es excluida del sistema interamericano y entra a formar parte del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecón) dirigido desde Moscú. Para acentuar la exclusión y la contención comunista de la isla la Administración Kennedy aplica una política hacia toda la región latinoamericana promocionando el cambio social hacia la democracia representativa llamada de Alianza para el Progreso la cual, después del asesinato del presidente norteamericano en 1963 pierde aliento y se renueva en la región el resurgimiento de las fuerzas reaccionarias representada por ejércitos secundados por los sectores más conservadores de los países sudamericanos.
El nuevo rumbo empieza por el golpe de estado militar brasileños en 1964 cuyo patrón se extiende como una mancha de aceite en el continente apareciendo como hongos los regímenes militares autoritarios anticomunistas hasta finales de los años 1970 cuando empieza a patentizar la legitimación política de este tipo de gobierno y la situación de la economía internacional que les erosiona sus bases de sustentación. Los costos de la guerra de Vietnam obliga a la Administración Nixon en 1971 a terminar con la convertibilidad del oro lo que determinó la sostenida devaluación del billete verde y el desplome de las monedas sudamericanas cuestión que se vincula con los efectos de la Guerra del Yon Kipur en 1973 causante del salto desmedido de los precios del petróleo en el mercado mundial.
Sobre las nuevas condiciones creadas en Centroamérica una de las secciones más vulnerables de la región latinoamericana por la balcanización de sus pequeños Estados nacionales surgidos después de la independencia de la antigua jurisdicción española de la Capitanía General o Reino de Guatemala dependiente del Virreinato de Nueva España (México) entre 1527 y 1823 cuando después de la independencia continua como parte del imperio mexicano creado por Agustín de Iturbide en 1821 del cual se separa apareciendo cinco estados diferentes que comparten una accidentada topografía montañosa y escalpada de 100 volcanes y en los cuales, conviven dos sociedades la indígena descendientes de la gran cultura maya marginalizada por la criolla que pasa a adueñarse de los nuevos estados bajo condiciones dictatoriales semifeudales.
Estas formaciones sociales atrasadas no experimentan cambios a no ser del impacto exterior como ocurre en 1855 cuando el mercenario del sur esclavista de los Estados Unidos, William intenta un proyecto anexionista de la región el cual fracasa pero en las primeras décadas del siglo XX la presencia de los Estados Unidos convertido en poder imperialista transformado la región en su patio trasero y convirtiendo a Nicaragua en un protectorado del cual surge la figura insurgente de Sandino y de la intervención militar norteamericana queda la presencia dictatorial de la familia Somoza. Las situaciones cargadas de injusticias se mantiene de manera inalterable hasta la década de 1970 cuando en la región los dedeos de cambios se manifiestan mediados por el contexto internacional en el cual, la presencia de la revolución cubana de 1959 se convierte en un factor limitante para que las transformaciones presentadas en la década de 1960 cuando los Estados Unidos implementa la política de la Alianza para el Progreso y en 1977 se añade la implementación de la política de los derechos humanos que golpearon duramente las bases de sustentación de los regímenes militares autoritarios sudamericanos; mientras en el caso cubano fidelista los derechos humanos son negligencias por la cortina de hierro.
Sin embargo, en los Estados Unidos sus relaciones hemisféricas experimenta un viraje significativo al llegar en 1981 cuando el candidato republicano Ronald Reagan llega a la presidencia, considerando Centroamérica como “la cuarta frontera que [debía] defender” y no permitiría una nueva Cuba en el continente refiriéndose a la revolución sandinista y eventualmente a los casos de las guerrillas del Movimiento Farabundo Martí en el Salvador y las de los sectores indígenas en Guatemala. Ante la desproporción de la amenaza intervencionista norteamericana que pagaba más de un millón de dólares diarios para mantener “los contras” para acabar con la revolución nicaragüense apareció el Grupo Contadora integrado por México, Panamá, Colombia y Venezuela que en esa oportunidad era el único país sudamericano con un modelo democrático prestigioso y se destacaba por su sólida situación económica en América latina.
La diplomacia de contención a la intervención norteamericana y el encausamiento del cambio en curso en los países centroamericanos condujo a la aceptación de la democracia formal y al rechazo al comunismo y populismo radical marcando a partir de 1986 cuando se crea al producirse la democratización del Brasil el Grupo Rio como mecanismo permanente de consulta y concertación política de América Latina y el Caribe. Esto ha permitido durante el último medio siglo el discurrir de un diálogo político entre los Estados Unidos y América Latina en base a la aceptación del sistema democrático de pluralismo ideológico a la vez que mantiene el modelo cubano como extemporáneo al perfil socio-histórico del hemisferio. La democracia liberal vigente en la década de 1980 permite la incorporación de sectores de la izquierda latinoamericana al dejar o apartarse del sistema insurreccional de la guerrilla y aceptar la vía electoral como la más adecuada para orientar los cambios hacia una democracia social. El cuadro político experimenta a partir del 2000 la formación regional de un paradigma Sudamérica impulsado por un fuerte surto populista causante de un declive de la convivencia democrática y el surgimiento de discrepancias con los Estados Unidos. Esta situación en el 2021 mantiene un fuerte pugilato entre las tendencias de izquierda y derecha por el control de la región lo que significa continuar con el desarrollo capitalista o incursionar en el campo del socialismo. Concluyendo el encuentro del nuevo mundo en el campo de la socialdemocracia.
Alejandro Mendible
mendiblealejandro@gmail.com
Caracas – Venezuela
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