Al finalizar el año y después de tantos meses en Pandemia, no nos queda sino el deseo de que todo sea mejor. En lo personal, en lo familiar, en lo nacional y en lo internacional. La vida es tan corta y con tantas dificultades que nos queda el recurso de la esperanza y el aprovechamiento de los buenos momentos. Como Ulises en la Odisea de su presencia en Troya y su regreso a Ítaca, siempre debemos afirmar en destino común, del viaje que emprendemos. Como el Quijote estar de la mano con la esperanza y el idealismo para convertir todo el hierro en oro. En este caos de la existencia humana siempre hay una dimensión ética hacia lo sublime. Todo seguirá referenciado por lo Apolíneo y lo Dionisíaco, en la permanente renovación de la vida, en la individualidad y el comunitarismo de la naturaleza humana.
Como Ulises, en las palabras de Konstantino Kavafis: Emprendimos un viaje, el camino ha sido largo, lleno de aventuras, llenos de experiencias, no tuvimos temor de los fantasmas, ni de los miedos que solo fueron fantasías, porque nuestro pensar y nuestra emoción fue pura en nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Hubo muchas mañanas de verano, en muchos puertos nunca vistos, siempre con placer y alegría, plenamos nuestro sentido con placeres inauditos y aprendimos mucho de los sabios en diferentes ciudades. Nunca apresuramos el viaje y nos hemos enriquecidos de todo lo que adquirimos del camino andado. Siempre Ítaca como destino estuvo presente en el hermoso viaje, y por ella iniciamos el camino. Con mucha experiencia y sabiduría, el próximo año seguiremos buscando al punto de llegada y de partida.
Como el Quijote, con nuestras virtudes y carencias, siempre tuvimos el ideal de la justicia y la transparencia en nuestros actos, con la alternancia de la razón y la locura. Para que la vida hubiera podido ser más del ser que del tener; tuvimos experiencias extraordinarias, que fortalecieron la voluntad de continuar en el sendero justo. Nos envolvimos en el mundo de la fantasía, para comprender mejor la realidad y la experiencia. La dimensión ética y estética siempre estuvo presente dentro de la lógica contradictoria entre la vida y la muerte; muchas veces las dulcineas endulzaros nuestras horas y también encontramos la tranquilidad de la amistad en tantas gentes. De ser Sancho Panza mudamos al idealismo del Quijote, sin dejar de lado el realismo campesino, que al final del libro es más soñador que el caballero andante. Hubiéramos querido vivir; y tal vez un día será cuando vivamos en la Isla Barataria, con el bien y la justicia proclamada y realizada. Como han sido días borrascosos con truenos y tempestades en esa dialéctica del bien y el mal, donde la Pandemia será un accidente más porque la vida sigue y el bien se impone al final de todo.
Al cerrar el año se clausura una etapa más y se abre otro camino, como Ulises retornamos la mirada hacia el camino andado buscando el origen y el principio, como el Quijote salimos en búsqueda de nuevos horizontes, pero tal vez no con las mejores armas, pero siempre con las mejores intenciones.
Siempre habrá una Penélope que espera y un Sancho que acompaña al Caballero Andante. Amistad y amor, encontraremos en ese enjambre con celdas separadas, desde el agitado mar o desde el cielo oscuro. Soportando la edad de hierro, añoramos la edad de oro que estará muy próxima, donde no existirá el engaño, la injusticia y la mentira. Serán días de paz y de justicia como lo dice Cervantes en el discurso del Quijote “Sobre las Letra y las Armas”. Así ocurrió con el irrisorio gobierno de su amigo Sancho en los once días que gobernó su isla. Al fin y al cabo, como el Caballero Andante podemos decir “Yo sé quién soy… y se quien puedo ser”. Y por eso Sancho también lo afirma con el ejemplo ético “He de ser otro, como él”. Queda la enseñanza y los consejos del Quijote a Sancho, para gobernar su Isla Barataria “Haz de Temer a Dios, porque en temerle esta la sabiduría”, y siendo sabio no podrás errar en nada… Haz de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo… No te desprecies… la sangre se hereda y la virtud se adquiere, y la virtud vale por sí sola … no te guíes por la ley del encaje… hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre … Procura descubrir la verdad... Cuando pudiese y debiese tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la Ley al delincuente… Si acaso doblaras la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
Tanto en La Odisea escrita en La Grecia antigua en siglo VIII A.C, como en El Quijote en el año 1605, encontramos más allá de la filosofía y la literatura, una ética integral para la vida personal y colectiva. Son buenos libros para repasar de nuevo, ahora con más tiempo en esta época de navidades y año nuevo.
Con Ulises y El Quijote, tratamos de vivir y seguir su ejemplo en los años que nos quedan, empezando por este que ya viene 2022 y orientados siempre por aquel mensaje “lo esencial es invisible a los ojos”, como lo escribió el aviador francés Saint Exupery, en su libro El Principito.
Julio César Pineda
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Venezuela
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