El documento Estratregia general de seguridad (2017),
del anterior gobierno norteamericano, trata a Rusia y China como un bloque (las
llama “poderes revisionistas”), lo que debe haber hecho saltar a Kissinger.
Arroja luz sobre la óptica norteamericana y las alianzas globales. La lucha
antiterrorista deja de ser prioridad, en una transición mundial conflictiva y
difícil que exige frialdad en el análisis. La multipolaridad de los
nacionalismos fenece con la Segunda Guerra.
Nace la bipolaridad de la Guerra Fría, entre dos
bloques ideológicos antagónicos, dos modelos de sociedad que querían destruirse
recíprocamente. Al desastre del comunismo, adviene el mundo unipolar que
analizó Fukuyama, y que se tomó por el triunfo de la democracia y la economía
abierta. Hoy regresa la multipolaridad con dos superpotencias, EEUU y China,
unas secundarias, Europa, Rusia, Japón, India y poderes regionales influyentes.
Varios polemólogos, estudian la tendencia histórica a
que las potencias emergentes desafíen las dominantes, como el auge de Atenas
confluye en la guerra del Peloponeso con Esparta. Vladimir Padrino publicó La
Escalada de Tucídides (2020) que es como el sabio griego llamó al fenómeno. Se
teme un choque militar EEUU y China, aunque la guerra convencional mutó en
guerras económica o informática, pero incontables casos en la historia
confirman la teoría de Tucídides.
Relaciones peligrosas
Aun así, variables actuales tienden a evitar desenlace
tan siniestro. Ninguna de las dos potencias buscaría racionalmente colapsar la
otra porque caerían ambas y la economía planetaria, el aparato productivo
global. Además, los arsenales atómicos son disuasivos con demasiados megatones
para ignorarlos. La URSS y China estuvieron durante comienzos de los sesentas
al borde de la guerra y Kissinger entendió que occidente debía estar más cerca
de cada una, que ellas entre sí.
Por eso insertó a EEUU en esa brecha. Fortaleció la
“detente” con la primera y dio el salto inesperado y espectacular de establecer
relaciones entre la democracia norteamericana y el maoísmo, el mayor genocida
de la historia. Eso previno una alianza entre las dos potencias comunistas y
ralentizó la virulencia de la Guerra Fría. URSS y China rabiaban mutuas
afrentas históricas, ahora atenuadas por acciones de Occidente.
Rusia es uno de los mayores espacios territoriales sub
poblados del planeta, y ha sufrido de temor demográfico a su vecino. Mientras
en los límites con Manchuria hay unos 15 millones de habitantes, China tiene
100 millones. Hoy arrebató a Rusia (también a EEUU) la tradicional influencia
en Asia Central con el tratado de libre comercio RCEP (dic.2020)
Lo firmaron Japón, Surcorea, Myanmar, Laos, Cambodia,
Indonesia, Singapur, Filipinas, Malasia, Brunei, Tailandia, Australia, Nueva
Zelanda, Vietnam, la zona de crecimiento económico más rápido en el planeta y
hasta hace poco, sede de la mitad de la pobreza planetaria. La Ruta de la Seda
erradica la influencia de Rusia también del Ártico, y ésta transfiere desde
hace unos años su alta tecnología militar a China en prueba de confianza y
admisión del liderazgo.
El rostro impenetrable
Luego de tener amigos íntimos en Gorbachev y Yeltsin,
la llegada de un ex agente de la KGV, arrogante, de rostro duro y mirada de
hielo, una especie de Clint Eastwood, occidente podía temer una
resovietización. Vladimir Putin triunfa en 2000 con la idea de recuperar el
orgullo ruso del desastre de la URSS y eso debió despertar reticencias y
antipatías de EEUU y Europa. Pero su estrategia era correcta y después de
veinte años tiene amplio respaldo electoral y más de 70% de apoyo.
Dio señales de aproximación a EEUU y Europa, y tal vez
esperaba una recepción distinta. En 2001, Putin apoya la invasión a Afganistán,
con una sonrisa socarrona de “te lo dije” para recordar que la CIA entrenó,
asistió y armó a los afganos cuando Rusia los invade, e incluso Stallone les
hizo un Rocky. En 2004 Putin presta sus bases militares en Asia central para la
invasión a Irak. Pero las revoluciones de colores en 2002-2005, promovidas por
EEUU, deben haberlo preocupado.
El dominó derrocaba gobiernos y podía llegar a Rusia.
Pero el golpe decisivo a las relaciones entre occidente y Putin, fue la
explosiva incorporación de Ucrania-Crimea y Georgia a la Unión Europea.
Sebastopol era una ciudad autónoma dentro de Crimea, pero administrada por
Rusia bajo litigio internacional, y uno de los cuatro puertos rusos
estratégicos, donde surta nada menos que la Flota del Mar Negro.
Era demasiado simple pensar que podían “quitársela”
según las quinielas del Euromaidán y Víctor Yanúcovich. Ese traspiés de 2014
condujo al contragolpe obvio: Rusia anexa Crimea, posiblemente el episodio
final para entregarse en brazos de China y amachimbrar sus intereses. Tal vez
influido por Kissinger, Trump suavizó el trato con Putin pero lo hizo tan mal
que mejor no lo hubiera hecho. Y luego de la declaración de Biden y la
respuesta de Putin, no hay de que alegrarse.
Carlos Raul Hernandeaz
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela
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