domingo, 6 de febrero de 2022

ROMÁN IBARRA: 30 AÑOS PERDIDOS

Ya son 30 años desde la aciaga noche en que un grupo importante de delincuentes todos, insurgió contra la democracia utilizando las armas que la República les confió para su resguardo, violando el juramento constitucional de defenderla.

La ambición desmedida de su comandante, y de sus cómplices fuera del seno de las fuerzas armadas, dio al traste con las posibilidades de una sociedad, que si bien tenía problemas importantes en lo político; económico y social, no es menos cierto que todo ello era posible resolver dentro de la misma constitución y sus instituciones.

Varios factores importantes se confabularon para destruir el sistema, y sus principales líderes, precisamente el año en que el país observó el mayor crecimiento económico de Latinoamérica, gracias a la política del gran viraje emprendido por el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.

La conspiración nacida del propio seno de AD como venganza contra CAP, quien no hizo del poder una sucursal de sus tradicionales apetencias burocráticas; la complicidad de líderes como Caldera quien con su discurso del 4F/92 en el Congreso justificó ampliamente el golpe criminal; la conspiración de los llamados Notables encabezados por Uslar Pietri; Escovar Salom; Mayz Vallenilla; Burelli Rivas, entre otros, así como importantes medios de comunicación; empresarios, y por supuesto la izquierda irredenta.

Los golpistas Justificaron el acto cobarde y criminal con un discurso pretendidamente redentor de la ¨estafa¨ que suponía el sistema político que teníamos entonces.

El país tenía problemas muy serios como la corrupción, y el incumplimiento con una sociedad paciente, y leal durante décadas, pero no había razones reales para que la respuesta fuera la destrucción; la violencia, y la muerte de gente inocente.

Ese golpe asesino y cobarde sirvió, no sólo para herir de muerte al gobierno, el estado y sus instituciones, sino también al liderazgo político alternativo que ya no pudo tener éxito, víctima del injusto abandono de la sociedad, a pesar de haber hecho lo correcto para defender al sistema político democrático y civil con su rechazo a la violencia como forma de lucha. El 4 de febrero destruyó a una figura como Eduardo Fernández, líder civil de gran formación y talante democrático.

Luego vino la formación del chiripero, grupo diverso que permitió –por desgracia- el acceso de Caldera por segunda vez al poder, para dañar seriamente a los partidos tradicionales, y saciar su sed de venganza contra su propia creación el partido Copei por la ¨traición¨ de no haberle hecho su candidato presidencial por siempre.

Ya en el poder procedió al sobreseimiento de la causa del golpista Chávez y su gente, a pesar de que lo que correspondía era dejar que el poder judicial lo sentenciara a cumplir condena por magnicidio. Por el contrario, con el sobreseimiento convirtió a un militar golpista, y mediocre, en un súper candidato. Le sirvió la mesa –ex profeso- para acceder al poder por la vía electoral.

Hoy queda demostrado de manera fehaciente que hemos perdido 30 años de nuestras vidas en las aventuras de golpistas asesinos; luego con un ambicioso desmedido e inútil como Caldera, y luego con más de dos décadas de gobiernos mega corruptos, y destructores de todas las instituciones de la democracia civil para dar paso a un autoritarismo violador de derechos humanos, que se roba las posibilidades del país. Hoy, gracias a Caldera; Chávez y Maduro, Venezuela no ha entrado al siglo XXI.

Siguen pendientes las reformas políticas sustanciales que nos permitan avanzar. Son ellas, la eliminación definitiva de la reelección presidencial; la Constituyente, y el revocatorio, y dar paso a la segunda vuelta presidencial; fortalecer el parlamento con la vuelta al congreso bicameral, y la representación proporcional de las minorías. Esto es, ganar en gobernabilidad para un mejor sistema político. Seguimos.

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario