jueves, 7 de julio de 2022

CARLOS PADILLA: TODOS LOS SERES HUMANOS SOMOS UNOS PEDACITOS DE DIOS. DESDE VENEZUELA

Dios es inmenso, inconmensurable, Él es el iniciador de todo lo existente, primera causa y final de todos los destinos, diseñador de todas las estructuras; pero fundamentalmente Dios es amor, ama a sus criaturas y al poner en nosotros la llama de la vida, aparte de muchas otras cosas, nos puso el mandato de amarnos los unos a los otros y la cualidad de ser libres desarrollando positivamente nuestras potencialidades y nuestro libre albedrio.

Al darnos el don precioso de la libertad nos permite trazar nuestro propio rumbo y es nuestra decisión el ser buenos o malos. La bondad es la inclinación o tendencia natural de hacer el bien. La maldad es la ausencia de bondad que se aparta de la legalidad y de la honestidad produciéndole a sus semejantes infortunios o calamidad.

Los seres humanos libres acuerdan las normas religiosas, morales, sociales y legales para autorregular sus conductas sin que ello afecte a su libertad individual de actuar dentro de los parámetros de equidad y presentar ante sus congéneres las propuestas de modificación que con anterioridad fueron aceptadas pero que deben irse adaptando ante nuevas realidades objetivamente consideradas.

Hay derechos naturales que nos acompañan desde el nacimiento, entre algunos, la libertad de actuar en nuestro propio beneficio sin afectar el de otros, el de obtener honestamente nuestras pertenencias, el ser exitosos en nuestras actuaciones. Todo ello dentro de los parámetros de la bondad. Cada ser humano individualmente debe tener la oportunidad de solventar todos sus niveles de necesidades: las de sobrevivencia, las de seguridad, la d autoestima, la de reconocimiento y la de autorrealización.

La primera y más horrorosa maldad es suprimir la libertad injustamente a sus semejantes, queriéndoles imponer conductas no enmarcadas dentro la libertad de pensar y actuar, de trabajar en la actividad que su vocación perfeccionada le dicta, de comercializar sus pertenencias y realizaciones, de exigir justas remuneraciones por su esfuerzo, de asociarse con quien quiera, de organizarse en comunidades como acuerde con sus similares, de invertir su dinero en lo que crea legalmente conveniente, recibir la educación que prefiera, la atención medica que decida y al final de la jornada recibir una compensación que le permita mantener su ritmo y estilo de vida.

En fin, mis queridos lectores, tener libertad.

Carlos Padilla
@carpa1301
Venezuela

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