lunes, 4 de julio de 2022

ROMÁN IBARRA: CADALSO. DESDE VENEZUELA

Desde la Biblia se conoce al Cadalso como la estructura para la celebración de un acto solemne; y aunque tenía diversos usos como el lugar público desde donde dirigir un discurso por parte del soberano a sus súbditos en la edad media, o defensivo en la guerra para lanzar ataques al adversario, está más asociado con la ejecución de la muerte.

En la antigüedad se usó con la horca, y luego en la Revolución francesa de 1789, con la creación de la guillotina, para ajusticiar a los condenados a muerte.

Pero no quiero referirme a ese tipo de muerte horrenda, sino a la ¨muerte¨ que a cuentagotas, sufrimos los venezolanos de manera variada, y multiforme.

Por un lado, los vicios de un gobierno autoritario, dispuesto a todo para intentar perpetuarse en el poder, no importa si para ello es necesario acudir a las más aberrantes violaciones de la Constitución, y las leyes impulsadas por ellos mismos en estos 22 años de gobierno ininterrumpido, a pesar de las advertencias realizadas por organismos internacionales en materia de defensa de Derechos Humanos, entre otros.

La destrucción de la economía privada, y la persecución selectiva a prominentes miembros del sector productivo, han hecho mella en la producción, y distribución de alimentos y demás mercancías, con el consecuente deterioro de la cadena económica.

La persecución y destrucción de las confederaciones; federaciones, y sindicatos de trabajadores, pretendiendo su sometimiento a los organismos paralelos generados desde el poder para diezmar a los trabajadores y sus dirigentes. Hoy vemos como consecuencia la destrucción del empleo, y el salario, y el crecimiento desbordado de un sector emprendedor privado y popular, no siempre con la mejor preparación, ni posibilidades en un ambiente a veces hostil.

La destrucción de uno de los valores más importantes de cualquier sociedad que aspira al progreso y el desarrollo, como es el sector educativo.

En nuestro caso, es dramático en todos los niveles, pero abusivamente grotesco en el sector universitario en el que los formadores de los profesionales del presente y el futuro, con los más altos rangos académicos, se ven sometidos a la depauperación del salario desde el gobierno, y al abandono de las autoridades y gremios desde dentro de sus propias instituciones universitarias, generando perplejidad, y depresión en los mayores.

Pero si ese cuadro de perversidades; mediocridad, e incumplimientos no fuera suficiente, nos encontramos con el hecho de que los llamados a ser la alternativa al despropósito que supone el gobierno, no son mejores.

En efecto, la oposición venezolana no ha sido capaz de construir una alternativa frente al gobierno, a pesar de que la sociedad de manera libérrima le ha otorgado su confianza y su esperanza para reconvertir la destrucción en la materialización del progreso, mediante procesos electorales reconocidos por todos.

Hoy, estamos otra vez en medio de oportunidades para darle un vuelco a nuestra adversidad, y avanzar, y sin embargo lo que reina es la ambición inútil, y desmedida de factores que individualmente, o en medio de grupos desprestigiados, son incapaces de concitar la razón, y menos la emoción de la gente que mayoritariamente sobrevive.

Empeñados como están en llevar adelante unas primarias entre un sinfín de candidatos sin liderazgo, y que harán de esa ¨elección¨ un torneo de insultos y descalificaciones, terminarán dejando en manos del gobierno la continuidad de la destrucción, porque aunque desgastados, tienen más organización.

Construyamos un programa de gobernabilidad sencillo, y realizable que entusiasme al ciudadano; capaz de entender las necesidades urgentes e inmediatas, y luego un líder de consenso constructor de la transición para la recuperación institucional; la paz, y la confianza que se necesita para atraer los capitales de la reconstrucción. Un líder que gobierne para todos sin excepción. Un hombre de paz!

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela

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