sábado, 24 de octubre de 2015

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), BOLSERÍAS

Una vez escuché decir al economista Francisco Faraco que nos hemos convertido en dos tipos de venezolanos: los “carga bolsas” y los “mira bolsas”. Esto, por supuesto, producto de la escasez que vivimos y que nos ha convertido en una especie de depredadores urbanos, sobreviviendo para encontrar la comida. 

El asunto se ha transformado en el nuevo deporte nacional. Un juego que consiste en formar dos bandos: el de los que “escudriñan” las bolsas tratando de penetrar con la mirada el empaque y adivinar qué contiene; y el de los “portadores” que salen de los automercados con las bolsas en alto y cara de triunfo, luciendo la recompensa obtenida después de interminables horas en la cola. 

La bolsa pasó a ocupar un lugar tan importante en nuestra vida, que ya no reparamos si quien la carga es una muchacha bonita, a quien dejamos de contemplar su belleza para escrutar el empaque y preguntarle dónde consiguió los productos con los que se tongonea. ¡Qué bolsas somos! En eso es en lo que nos hemos transformado: en bolsas. El sinónimo de zoquetes y mentecatos.

Somos unos “bolsas” cuando nos obligan a hacer filas para comprar productos básicos. Somos unos “bolsas” cuando tenemos que poner el pulgar en la capta huellas. Somos unos “bolsas” cuando aceptamos con resignación que solo podemos comprar un paquetico de hojillas –si es que se encuentran-  o dos cepillos de dientes cuando así lo disponga nuestro número de cédula. El gobierno nos restriega nuestra condición de “bolsas” cuando anuncia que potenciará la red PDVAL y preparará “bolsas solidarias” con productos regulados de la cesta básica a un precio que, según los “bolsas” que hacen las colas para adquirirlas, son un regalo –un alivio- porque son baratas y “nos alcanzan por un ratico”. ¡No puede ser! ¿Desde cuándo somos tan conformistas? ¡Tan bolsas! Este régimen nos cambió: transformó a nuestra sociedad en “mira bolsas”, “carga bolsas”, “hacedores de cola”, “perseguidores de alimentos” “rebuscadores de oficio” y por supuesto, fortaleció la profesión de moda: ¡bachaquero!

No me gusta pensar que nos resignamos ante la situación que vivimos. Pero, cuando leo o escucho a la gente alegrarse porque el gobierno le dará una bolsita solidaria con productos regulados que escasean, me doy cuenta de que este régimen logró su cometido: volvió a Venezuela en un país de mendigos.  Tomó bajo su control empresas productivas y pujantes, y las destruyó. Porque mientras más pobres seamos los venezolanos, mientras más dependientes seamos de las migajitas que reparten, más fortalece su poder. Esas fueron las instrucciones de los Castro. Porque es obvio que la crisis no se resuelve con una bolsa solidaria que mate el hambre por un ratico. Pero, quizá sí pudiese ganar algunos votos, como ha ocurrido en otras oportunidades. La crisis no se resolverá jamás con anuncios como los que acaba de hacer Maduro, quien nos ve cara de “bolsas” cuando dice: “Voy a hacer anuncios de lo que va a ser la política de financiamiento y manejo de deuda 2016-2018; pero, ya es tema de otro momento, no de hoy. Pero, para que ustedes vayan preparándose, vayan pensando, se aceptan propuestas”. Entonces Nicolás ¿está o no lista la política económica? Además de una cantinflada, estás declaraciones del primer mandatario–copiadas textuales para que no crean que estoy inventando- reflejan su incapacidad para manejar los entuertos que ellos mismos han provocado.

Refrenda la cantinflada el flamante vicepresidente Jorge Arreaza –por cierto, no termina de decirnos cuánto paga por el alquiler de La Casona- cuando señala que es el Presidente Maduro quien fijará los precios justos de los productos y no los comerciantes. Irremediablemente, estas declaraciones me hacen suponer que lo que viene es la quiebra de todas las empresas y comercios, porque este régimen ha demostrado  su incapacidad para gerenciar la materia económica. No saben hacerlo. El modelo que nos han aplicado no sirve –pero, es el modelo que le ha dado tanto oxígeno a la dictadura cubana. En vez de soluciones, ofrecen más controles y sanciones. Entonces, es lógico imaginar –y más aún después de escuchar las declaraciones de Maduro- que no tienen ni la más remota idea de cómo van a resolver la crisis económica que ellos provocaron en el país: pero, ¡tranquilos! porque Nicolás fijará los precios de todos los productos… ¡Y santo remedio! Por Dios, anuncios como estos son todo lo contrario a lo que necesita Venezuela. ¿Una medida populista –efectista- con miras a las elecciones del 6D?  … A menos que las suspendan de una vez por todas.

Otra estrategia a la que podría apelar este régimen para intentar librarse de responsabilidades, es buscar a un chivo expiatorio dentro de sus filas para achacarle todas las culpas –pero, absolutamente, todas las culpas- de este enredo económico que vivimos . Candidatos para hacerlos caer en desgracia –y que otrora fueron sus piezas clave en la gestión chavista/madurista- sobran.  Ya comienzan a sonar algunos nombres de personeros de este régimen, a quienes imagino diseñando sus maniobras de defensa y elaborando listas de compañeritos, de filas e ideología, a quiénes arrastrarán en caso de caer en desgracia. No importa si en algún momento fueron los más grandes zares de las empresas emblemáticas del país. El perfil del culpable podría calzarle a la perfección a cualquiera que, durante estos últimos tortuosos 16 años, haya tenido en sus manos el control de los dineros y las riquezas de la cosa pública.

José Domingo Blanco (Mingo),
mingo.blanco@gmail.com

@mingo_1

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