lunes, 28 de diciembre de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, APOLOGÍA DE LA PODREDUMBRE, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

A decir de lo sucedido, la barbarie se impuso al lado de la chabacanería.

APOLOGÍA DE LA PODREDUMBRE

Esta disertación debe comenzar haciendo referencia a palabras cuyos significados suelen confundir en virtud de sus distintas interpretaciones o usos. Palabras, por ejemplo, como “podredumbre”, que no sólo significa putrefacción de las cosas sensibles a la descomposición dada la naturaleza orgánica de las mismas. También es figurativa de lo que deja ver la corrupción moral que ocurre cuando la inmoralidad abate la conducta de quienes son tentados por la apropiación o manejo indebido de recursos tangibles o intangibles. Hecho éste que se da por la desvergonzada avidez en la persona que incurre en tal desafuero.

En el ejercicio de la política, la corrupción campea por doquier. Desde funciones asociadas con el poder político, hasta responsabilidades que se juegan el poder económico, la podredumbre se encuentra en medio de tantas situaciones como pueda allanar. Aunque entre los problemas de mayor exposición, está la corrupción de quienes habiendo sido elegidos para cargos de representación popular, se aprovechan de la delegación asignada en provecho propio o del grupo de adláteres que lo secundan o alcahuetean sus fechorías.

Lo que ha vivido Venezuela en los últimos días, a través de las decisiones elaboradas en el ínterin del partido de gobierno, y asumidas por la cúpula de la Asamblea Nacional, es expresión de la podredumbre que padece la estructura del régimen. El hecho representado por las impúdicas, ilegítimas e inconstitucionales determinaciones del Tribunal Supremo de Justicia, es revelador del desespero de gobernantes cuya inmoralidad sólo le permite advertir, en contrario con una visión de largo plazo, la situación en su inmediatez. 

A decir de lo sucedido, la barbarie se impuso junto con la vulgaridad. La Asamblea Nacional se convirtió en el escenario donde la miseria política sirvió, nuevamente, de eslabón para darle velocidad al retroceso de un Estado que ahora busca arrogarse el remoquete de “Comunal”. Como si en la fundamentación de esa aberración política, pudieran hallarse las respuestas que pongan punto final al macabro cuento de una revolución que, de tantos giros sobre su propio eje, causó la mayor crisis de la historia al emponzoñarle al país los problemas más embarazosos jamás vistos. Ni siquiera, los tiempos de emancipación fueron tan dramáticos como los provocados por la ineptitud e indolencia de estos gobernantes disfrazados de héroes rojiverdes.

Creyéndose por encima de quienes políticamente los adversan, estos personajes de marras provocaron el mayor abuso de poder que registra capítulo alguno de la historia contemporánea de Venezuela. La actitud de ciertos protegidos y afectos del alto gobierno, perjudicó notoriamente a toda una nación cuya movilidad ha estado sujeta a un modelo de economía que sólo ha generado disfuncionalidad administrativa, hemiplejia financiera y fisura social. Buena parte de sus decisiones, han sido violatorias del estado de Derecho al evidenciarse, flagrantemente, la inmoralidad con la cual actúan estos impúdicos funcionarios en su propio beneficio.

Ante lo visto, pudiera inferirse que en Venezuela la política ha dejado de ser arte y técnica referente a lo que es un buen gobierno, para convertirse en el poder organizado de un grupo para oprimir a otro. Seguir tan ruin procedimiento, convirtió soluciones factibles en problemas sólidos. Por esa razón, los criterios gubernamentales no han favorecido al país como es prometido en tiempos electorales.

A pesar de la escasa cultura política que se tiene, ha podido entenderse que la clase política corrupta, clientelar y excluyente no puede seguir pisoteando los principios de la ética política. Haber golpeado los preceptos constitucionales y humillado al pueblo, hizo que el triunfo de la Unidad Democrática el pasado 6-D fuera contundente. Ante esta situación, el oficialismo comenzó a reaccionar en el sentido de desafiar los resultados electorales. Para ello, algunos de sus más revoltosos dirigentes declararon su rebeldía mediante medidas frontales en aprovechamiento egoísta del poder político. No obstante, la oposición democrática organizada no se acobardó. Por el contrario, decidió desenmascarar esa politiquería que ha irrespetado principios democráticos, pues ha carecido de proyección histórica y de equilibrio político.

La transformación política que en lo sucesivo debe marcar la pauta política nacional, no se logrará con pegajosas frases de utilería. De nada habrá servido haber abollado el orgullo oficialista, si no se avanza al lado de democratización en el modo interno de debatir los acuerdos y determinaciones que urgen al país. Peor aún, si han de actuar con base en posturas ortodoxas y mostrándose a través de discursos baladíes, los cometidos serán de alto riesgo político. Podrían cometerse los mismos horrores y errores que se han cuestionado.

De manera que no bastarán las buenas intenciones, ni sonados discursos. Deberá tejerse una acción estratégica a partir de la cual pueda reconstruirse al país desde una concepción democrática, pluralista y humanista. Lo contrario, será darle contenido a una nueva apología de la podredumbre.

VENTANA DE PAPEL

DESPUÉS DE LA TORMENTA…

Luego de un año tan convulsionado, los venezolanos tuvieron merecidamente el “reposo del guerrero”. La victoria alcanzada por la Unidad Democrática el pasado 6-D, fue el regalo que la vida política le ofrendó a Venezuela. Ahora al venezolano, sin dejar de mantenerse alerta, se le asoma un horizonte alumbrado de esperanzas. A pesar del sacrificio que ha representado acercarse al costo de la cesta básica, sobre todo de aquella contentiva de lo fundamental para destacar la tradición de la hallaca, la alegría no dejó de estar presente en su mesa navideña.
El entusiasmo fue parte de las festividades familiares, aunque sin los regalos de otros años. La ancestral tradición sembrada por el Cristianismo, engalanó cada hogar en la medida de las capacidades económicas de cada familia. Lejos de haberse quedado el alto gobierno con las mezquinas ganas de opacar la Navidad por causa de su molestia electoral, el gran pueblo supo celebrar la llegada del Niño Dios. Quizás con más beneplácito que en años anteriores, pues diciembre en verdad se convirtió en tiempo de adviento.
El 6-D despertó la mente y el corazón de los venezolanos movilizados por el injusto trato que el gobierno nacional le dispensó con honda crudeza. La indignación igualmente movió las cuerdas que ponen a vibrar las fortalezas ciudadanas. De esa forma, el país entero no sucumbió ante la vileza de un régimen despótico y manipulador. Supo sobreponerse a las contingencias reivindicadas por una corrupción que dejó a farmacias sin medicamentos, hospitales desmantelados, ciudades desnudas por la inseguridad, supermercados y abastos desguarnecidos y escuelas deformadas por una educación politizada. La corrupción, se manifestó de modo grosero. Quedó expuesta en su enorme drama, y su lógico resultado de daños y perjuicios generalizados y despiadados. El país se pintó su rostro de sangre ocasionado por estadísticas que solo dejaron en evidencia una inmensa vergüenza nacional.

La respuesta política popular constituyó un referente para el continente americano, a pesar de que algunos gobiernos se hicieron de oídos sordos. Se despertó el gigante dormido de una Venezuela que respira democracia. Así, se disfrutó una Navidad con el mejor sentimiento de cohesión y solidaridad.
El pueblo ha comenzado a comprender que no puede haber paz si no se lucha contra el abuso, la corrupción, la impunidad y la falta de transparencia. Estos días no faltaron los villancicos exaltando protestas, señalando el hastío y el rechazo generalizado a un estilo de gobierno impositivo y excluyente colocado de espaldas al bien común y a la historia. Estas Navidades  fueron realmente un momento para tomar el aliento necesario para mantener una actitud consciente y participativa que el país merece pues sin duda el cielo se preño de buenos aunque difíciles augurios. Se vislumbran mejores tiempos después de la tormenta...

“En el patrimonio de las inmoralidades cometidas por groseras causas políticas, la corrupción es la primera. Razón por la cual muchos gobiernos ven cómo se desvanecen sus objetivos sin que enmienda alguna pueda corregir los empachos cometidos. Al contrario, se acentúan”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela

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