jueves, 7 de enero de 2016

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA REFORMA AL ESTADO,

Está de anteojitos que el estado venezolano se ha convertido en un aparato burocrático no solo ineficiente sino peligroso para la vida republicana, grande y costoso, sus resultados no se compadecen con el gasto que los venezolanos hacemos en él, y esto se debe principalmente a la mala costumbre de la política venezolana de hacer clientelismo político (negociados, corrupción, nepostismo) no sólo con el presupuesto nacional sino con el estado mismo.
Los partidos que logran llegar a posiciones de poder, pagan favores y lealtades con nombramientos en cargos de la administración pública, con jefaturas y direcciones, con empleos aún en las más bajas categorías del funcionariado, el bendito estado benefactor se ha convertido en la nómina para ubicar desde choferes y ascensoristas, pasando por técnicos, inspectores, y terminando con ministros, embajadores y generales.
Se nombra a los familiares, a los amigos y compañeritos, no a los que en realidad sirven para el cargo, todavía subsiste la costumbre de escribir en una tarjeta de presentación una recomendación para alguien “ayuda al compañero que está sin trabajo”, de esta manera las nominas se engordan, los funcionarios pululan, las cosas se hacen mal hechas y salen muy costosas.
La nómina del Estado está tan inflada que creo, que después de la corrupción, es la segundo causa en la hemorragia de recursos de nuestro tesoro nacional,  sin duda alguna pienso que el estado podría funcionar con un tercio o menos de su actual personal, y hacerlo mejor.
Son innumerables las redundancias en los cargos, los gastos de “seguridad”, los “entourage”, los privilegios innecesarios para tantos funcionarios que están simplemente de adorno, empezando por esas groseras comitivas presidenciales en viajes diplomáticos que tienen que rentar aviones y pisos completos en los hoteles, lleno de gente que lo que va hacer es turismo.
Si la idea es que el mayor numero de venezolanos cobre un estipendio a costa del estado como fórmula de redistribuir el ingreso nacional, pudiera pensarse en otra fórmula que no sea la del empleo en la administración pública, porque señores, se trata del estado, del encargado de manejar el país, de defendernos, de establecer las condiciones legales y de libertades para hacernos prosperar, de mantener el orden y los principales servicios públicos funcionando, no es una agencia de colocaciones ni es el seguro social.
La revolución socialista ha configurado al estado a su imagen y semejanza, trabaja bajo los principios de emergencias, estados de excepción, misiones, operativos, o sea, todas situaciones que consisten en reaccionar ante las circunstancias del momento, con lo que necesita operar con recursos extraordinarios, presupuestos paralelos, fondos secretos, partidas especiales, lo que a su vez implica nueva legislación, decretos presidenciales, nuevas instituciones, nuevos territorios y autoridades, lo que a su vez obliga al estado a contratar más personal.
El estado es un órgano funcional con fines que le son propios por virtud de las especialidades que debe tratar, por lo que existe una técnica que le permite detectar y resolver problemas, pero sobre todo prever situaciones, tener planes de mantenimiento y reposición de elementos claves en los sistemas, contar con información confiable para hacer sus cálculos de crecimiento, que es lo mínimo que se espera de un funcionario público medianamente capacitado, pero si a ese órgano incorpora usted gente ignara, sin sentido de responsabilidad adecuado, sin la preparación en el manejo del área, entonces el estado se convierte en un problema, y esa no es la idea.
Es tan paquidérmico, torpe y lento, que las ordenes se diluyen entre la espesura del personal, las mismas emergencias toman demasiado tiempo en ser atendidas, hay tantos intereses, grupos y caciques dentro de la administración pública, que las instrucciones se torpedean, se cambian, se anulan, se transforman en otra cosa, terminando la acción del gobierno en una morisqueta.
Pero encima de esta monumental torre de Babel en que han convertido al estado, los presupuestos asignados nunca alcanzan debido principalmente a los negociados de unos pocos, los dineros del tesoro nacional pierden su dirección, los sueldos se hacen magros y hay que robar, o pedir comisión, o chantajear… de modo que el estado se convierte en una gran alcabala que en vez de atender las necesidades de los ciudadanos, los asalta y los tima.
Por ello es que no hay un flujo constante y confiable de energía eléctrica, ni agua, ni hospitales, ni seguridad ciudadana, ni raciones para los soldados, ni papel toilette… todo es una gran improvisación, un “cuanto hay pa’eso”.
Y para colmo, se reducen los horarios de trabajo, se hace facilito faltar la oficina y seguir cobrando el sueldo, se les da libre el día a los funcionarios para que vayan a los actos políticos a beber, a gritar y a tocar pitos, súmele usted todos los días festivos que hay en el calendario, las huelgas, los paros y resulta, que las oficinas públicas trabajan muy pocos días al año, y el público, los ciudadanos que son los usuarios del estado, perdiendo sus día entre las colas y “mentando madre” frente a las puertas cerradas de los ministerios e instituciones públicas.
El estado ha perdido su carácter y naturaleza de instrumento para la administración pública, al punto, que el trabajo del tren ejecutivo del país, a quien se le asigna el mayor cúmulo de responsabilidades, es ahora un realitty show en la televisión, todos los días en cadena nacional, con concursos, drama, chistes, anuncios y con público presente… ya nada tiene sentido.
En mi humilde opinión, es imposible gobernar al país con un estado como el que tenemos, el estado se está comiendo vivo la esperanza del pueblo en un mundo mejor, pero nadie habla de ello, nadie menciona una reforma del estado, un gobierno nuevo se encontraría con un monstruo de mil cabezas desde el cual es imposible la mínima gestión.
Pero con quienes hablo del asunto me dicen que no es el momento de reformas, que no se puede echar a la calle a millones de personas que dependen del quince y último para poder vivir, que hay parcelas de la administración pública que no se pueden tocar, que tienen dueños.
¿Qué es esto? ¿De qué se trata?... nos hacemos cómplices del mal gobierno para no pisar intereses, llegan nuestros representantes a la Asamblea Nacional con las manos atadas, si la idea es cambiar de representantes para que nada cambie, me parece que es un sin sentido ¿Cuál es la idea? ¿Gobiernos paralelos? ¿En las sombras?
Todo gobierno tienen una fecha de caducidad, pero hay quienes pretenden perpetuar sus influencias en leyes que dejan hechas para que nadie las toque, en nombramientos de funcionarios de última hora para hacerlos inamovibles, en instituciones creadas como monumentos a la administración anterior que son sagrados.
Quienes llegan nuevos al gobierno tienen sus propias ideas y planes, el estado no puede convertirse en un obstáculo para gobernar, es por ello mi preocupación, ¿Donde están los planes de reforma del gobierno de parte de nuestros diputados a la Asamblea Nacional? ¿Cómo podemos hacer para romper con la mala costumbre de convertir al estado en una dependencia del partido de gobierno?
El gobierno tal y como está planteado no puede seguir operando de la manera como lo ha venido haciendo, la centralización de funciones y competencias ha traído más problemas que soluciones, hasta ahora el chavismo se ha comportado como si fuera el dueño del estado, y eso no es verdad, el dueño del estado son los ciudadanos, el estado existe y el gobierna lo opera en función de los intereses de los ciudadanos venezolanos, no de los cubanos, ni de los chinos, ni de la Patria Grande, ni del socialismo y menos , de entelequias como las comunas.
Alguien sugirió en algún momento que se discutió el asunto, que era preferible seguirle pagando el sueldo a los empleados públicos y mandarlos a sus casas, que tenerlos en las oficinas entorpeciendo el funcionamiento de la administración pública, no es mala idea, si se diseña un plan para transferir empleados del estado a la empresa privada, digamos un plan de seis meses, donde el empleado sería reentrenado para sus nuevos trabajos, mientras gana su sueldo, pero deja que el estado funcione con el personal necesario y justo. A las empresas privadas se les daría contratos de obras públicas y para operar servicios que son un fracaso en manos del estado, con la condición, que contraten con los funcionarios que queden cesantes, los entrenen y los hagan productivos, creo que sería un buen comienzo para sanear al estado.
Imaginen si todos esos guardaespaldas que ahora cuidan a los altos funcionarios fueran reintegrados a trabajar en las calles, creo que se sentiría un cambio en la muy descuidada seguridad ciudadana.
Igual sucede con nuestro estamento militar, creo que es una organización que sufre de gigantismo para lo poco útil que es, es absolutamente inaceptable, por ejemplo, el número de altos oficiales de que dispone, ganando sueldos que no se merecen ni honran, son absolutamente improductivos y lo peor, ocupando un espacio y funciones que lo que hacen es entorpecer el desarrollo del país.
La carrera militar debe ser corta, altamente profesional y preparando a sus miembros para desempeñar funciones en la sociedad civil una vez que dejen el uniforme.
Estos son apenas algunos ejemplos de las cosas importantes que hay que ocuparse, por supuesto, dándole a lo económico la prioridad que necesita, sobre todo para equilibrar las cuentas nacionales y tratar de controlar la inflación que nos está matando (que una de sus causas, es precisamente el incontrolable gasto publico).
La nueva Asamblea Nacional tiene trabajo para rato, esperemos que el chavismo no interfiera para que pueda empezar a arreglar el desaguisado en que nos metieron. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
Miranda - Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario