domingo, 13 de marzo de 2016

ARTURO MOLINA, PAÍS SIN DIRECCIÓN

Los reclamos en toda Venezuela se acrecientan: Los médicos celebran su día protestando, igual hacen las enfermeras, educadores y trabajadores profesionales o no, de todas las ramas. Gremios profesionales, sindicatos y trabajadores o empleados no sindicalizados, amas de casa, estudiantes y comunidades vecinales, alzan su voz.

El régimen hace anuncios económicos irresponsables, no termina de entender la magnitud del problema en que metieron al país. Altos impuestos y encarecimiento de los bienes y servicios contrastan con la escasez y los devaluados salarios de la masa trabajadora.

La tesis de la igualdad la llevan a los niveles miserables de pobreza, hasta imponer la pobreza crítica. Buscan la dependencia de los ciudadanos. Le apuestan al hambre y la muerte. Se niegan a permitir la ayuda humanitaria para los enfermos, y pretenden ser perdonados al salir del poder.

Las desapariciones de veintiocho (28) mineros en el Estado Bolívar las asume el oficialismo como una bobada, negando las mismas, e intentando someter a los denunciantes y protestantes por tales hechos a la justicia por ellos secuestrada. Allí funciona al pelo el Ministerio Público.

Buscan cualquier artimaña para intentar despojar de la inmunidad parlamentaria a los recién electos diputados, bien por la vía de la demanda (sin pruebas) o por la vía de los allanamientos a sus hogares, para intentar sembrar algo que les comprometa y salir de ellos por la vía rápida.

Ayer usaron su mayoría parlamentaria para despojar de las curules a sus adversarios, hoy lo hacen valiéndose del abuso del poder, y utilizan a organismos de seguridad para ello.

Toda una novela de suspenso. El ciudadano común no sabe si quien atropella sus derechos es un delincuente o es un funcionario; se actúa con total impunidad e irrespeto a las normas constitucionales y de Derechos Humanos.

El fracaso de la revolución siglo XXI, no es distinto a las anteriores propuestas anti democráticas sucedidas en el mundo. Pasaron años y el muro de Berlín cayó; igual ha sucedido con las dictaduras militares. La permanencia en el poder de la cúpula militar y sus serviles civiles, amaestrados por la dictadura de los Castro en Cuba, depende de los ciudadanos.

La crisis no es producto de los precios del petróleo, es efecto del robo multimillonario de los dólares que hicieron del erario público nacional. Los precios del petróleo fluctúan de acuerdo a la demanda y oferta del producto internacionalmente.

En diecisiete (17) años de la llamada revolución siglo XXI, los ingresos petroleros superaron los cuarenta años de la llamada cuarta república. Ahora funciona el engaño y traición a la patria. El país está sin dirección.

Josue Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1                                                                           
Tachira - Venezuela

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