SOBREDOSIS
Hace hoy una quincena exacta desde que el Comité de Relaciones Externas
del Senado de los Estados Unidos trató el tema de las Opciones para la política
estadounidense en Venezuela. Para quienes esperan que la solución a los
problemas a la monumental crisis venezolana provengan del exterior y para
quienes sueñan que esa solución pudiera originarse en los Estados Unidos, mejor
que leer las intervenciones ante el Senado, es oír las exposiciones de los
expertos -”testigos” los llaman en el lenguaje parlamentario- que ilustraron a
los presentes. Estas son las que determinarán el camino oficial a transitar.
Lo correcto y útil, pues, es escuchar la sesión completa colgada en
Internet donde estos presentaron evidencias de la devastación económica, del
caos social y de la ausencia de
democracia en nuestro país. Pero aun si
el lector dispone del tiempo que se requiere para escuchar las detalladas
exposiciones sobre nuestro colapso en todos los terrenos, disertaciones que
están repletas de números demostrativos del horror que aquí se vive, la
conclusión que sacará es que todo lo que la gran potencia americana puede hacer
para colaborar en detener el marasmo venezolano ya está siendo instrumentado y
se circunscribe principalmente a enviar un decidido mensaje a la colectividad
internacional sobre su posición de defensa de la democracia y los derechos
humanos, señalar enfáticamente los entuertos gubernamentales que se traducen en
el empobrecimiento nacional y un severo drama de salud y en el desacomodo
social y sufrimiento humano del país como consecuencia de un gobierno
ineficiente y corrupto. Pare de contar.
Queda claro, de escuchar a los conocedores, que a Estados Unidos le
quedan muy pocas vías para hacer valer de manera determinante su desacuerdo con
la ignominia venezolana. Ejercer presión diplomática frente a las naciones del
continente que han comprendido la magnitud del drama es la más importante y
continuarán siendo activos en el apoyo y en las presiones que puedan hacer
desde el Departamento de Estado para promover la actuación de terceros a
quienes el gobierno venezolano escucha más: a sus pares latinoamericanos.
Quienes piensen que la tabla de salvación está representada en la
aplicación de la Carta Democrática de la OEA concluirán, después de escuchar
las sesiones del Comité de Relaciones Externas del Senado, que los americanos,
en efecto se aplicarán a apoyar las investigaciones y las gestiones de Luis
Almagro en favor del pueblo venezolano, pero que los chances de que ello
resulte en una sanción severa al gobierno madurista son muy débiles. La
solidaridad continental con México por la agresión montada en su contra por
Donald Trump impedirá un voto masivo de Latinoamérica y el Caribe a las tesis
de Washington en torno a Venezuela.
Asi pues, lo que tendremos en el
horizonte temporal cercano de parte del gobierno norteamericano son acciones
puntuales y sanciones selectivas en contra de los corruptos, de los violadores
de derechos humanos y de los propiciadores del narcotráfico, un terreno en el
cual vienen siendo activos desde hace ya varios meses.
Tampoco en el campo de lo económico se les nota a los yanquis ninguna
disposición a una acción punitiva en contra de la Revolución. Su criterio es
que tal tipo de medidas incrementarían las dificultades que enfrenta la
población mientras deja relativamente indemne al liderazgo responsable del
deterioro.
La conclusión, una vez más, es que no hay soluciones mágicas a nuestro
drama por fuera de las fronteras patrias, ni siquiera contando con todo el
apoyo y la buena voluntad que pueda exhibir la más grande de las potencias.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Internacionalista
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario