LOS NUMERO UNO
Si Leopoldo López es el preso de conciencia número 1, su equivalente en
el mundo militar es el general en jefe Raúl Isaías Baduel, que debió salir en
libertad plena el viernes pasado después de cumplir siete años de condena.
Estuvo recluido en su casa un año y cinco meses en libertad condicional, hasta
que en enero de este año lo regresaron a la prisión de Ramo Verde, para impedir
que grupos civiles y militares pudieran consultarlo sobre la grave situación
del país.
Al recuperar su libertad, Raúl Baduel estaría accesible para que se
escucharan sus recomendaciones y se ponderaran sus reflexiones. El régimen
conoce muy bien que Baduel mantiene liderazgo en el mundo militar, goza de
“auctoritas”, un poder que se ha ganado a pulso y que constituye un permanente
dolor de cabeza para un grupito de altos oficiales y narcogenerales que tienen
a la cabeza a un ministro de la Defensa que es objeto de repudio, que no hace
cumplir la Constitución Nacional y mantiene a un régimen dictatorial que
sistemáticamente viola los derechos humanos y es reconocido internacionalmente
como narcotraficante. Para más inri, Padrino López fue el autor de aquella
criminal resolución –8610– que autorizo a la Fuerza Armada a usar las armas
durante las protestas civiles y que nos han llevado hasta las masacres
recientes de Barlovento y Cariaco, para no hacer un inventario de los crímenes
impunes cometidos a través de la Operación de Liberación del Pueblo (OLP), por
ejemplo.
Pero volvamos al enigmático general Raúl Baduel, vilipendiado también
por algunos opositores que no le perdonan haber restituido el hilo
constitucional en el año 2012 y regresar –el 13 de abril– a Hugo Chávez a la
Presidencia de la República. Es por falta de información que le despachan
acusaciones y responsabilidades, la mayoría de ella injustas, aunque haya sido
ministro de la Defensa de Chávez y cargue con su cuota como corresponsable de
esta interminable pesadilla revolucionaria que depredó a Venezuela y ha
permitido que una organización criminal permanezca en funciones de gobierno.
Lo cierto es que desde “el más allá” continúa la vendetta contra el
general Baduel; Chávez siempre lo tuvo en la mira, incluso antes de la hazaña
que lo restituyó en el poder. Aquella atormentada psiquis sospechaba de una
posible conspiración y, después de los acontecimientos de abril, en una de sus
iracundias –crucifijo en mano– conjuró una futura rebelión en la IV División
ordenando a su lugarteniente, el general García Carneiro, para entonces
comandante de la III División, que elaborara un plan militar de guerra secreto
–Plan de Operaciones Aragua Nº 1– para enfrentar a la poderosa unidad élite del
Ejército, la de mayor poder bélico: la IV División Blindada que comandaba el
general Baduel.
Chávez solo veía traidores y sintió que su indiscutible liderazgo estaba
siendo amenazado por el ferviente seguidor de Sun Tzu, y no le perdonó, una vez
que pasó a retiro, que se opusiera al referéndum constitucional de 2007 y
produjera una conmoción al hacer un llamado, especialmente a la Fuerza Armada
Nacional, para que no se dejaran engañar con la reforma constitucional, lo cual
dejó al presidente Chávez con un tremendo tiro en el ala y salió derrotado.
Es por eso que ordenó una investigación contra Baduel, por supuesta
malversación de fondos durante su gestión en el Ministerio de la Defensa, que
culminó en su enjuiciamiento y condena. Baduel se dio el lujo de rechazarle un
indulto a Chávez y prefirió permanecer en prisión, lo que mereció admiración en
la institución castrense. Baduel es un símbolo de la disidencia, respetado como
líder militar y, sin duda, tendrá protagonismo en una transición hacia la
democracia. Por ahora, está preso.
Marianella Salazar
marianellasalazar@cantv.net
@aliasmalula
El Nacional
Caracas - Venezuela
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