martes, 11 de diciembre de 2018

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, EL RANCHO EN LA CABEZA


La expresión es muy venezolana… y no se refiere en nada a si poseemos una vivienda lujosa. La mayor parte de los delincuentes llevan el rancho en la cabeza.

La mayoría de nuestro pueblo se preocupó por educar a sus hijos, buscando brindarles la posibilidad de tener un futuro mejor, todo lo contrario de lo que realiza un mafioso. Existe mucho nuevo rico, que lo que han trasmitido a su descendencia, es la ley del más vivo, el póngame donde “haiga”, la riqueza fácil, el enchufe, el resuelve, la coima.

El contenido de la frase abarca a gente sin distingo social, rica o pobre, incluye a esos que tienen un pensamiento reducido; ese que no trabaja para progresar, sino que se acerca al poder para vivir de él, para conseguir favores.

Abarca al que no conquista su futuro y construye un patrimonio, sino que con mucha mala costumbre y sin valores y principios; prefiere invadir, expropiar y apoderarse de lo que no es suyo. Lo que acarrea una doble perdida, la ruina del otro que supo construir y el despilfarro de lo construido, por parte del que no valora lo que nunca produjo.

Ser mediocre es la característica del corrupto, le importa poco su prestigio personal. Es propio de un narcotraficante; basta ver el ejemplo de Escobar, que pensaba que los millones mal habidos, lo protegerían eternamente.

Mediocre es sinónimo de vulgar, de mezquino; siempre presto a vivir de los otros. Cuando tiene poder, comienza por apoderarse de los dineros del estado… que son los tuyos; de allí pasa a robar la propiedad privada, matando dos pájaros de un tiro: se enriquece y somete a todo el mundo.

Normalmente el “ranchuo”, se preocupa poco por la educación, la universidad le molesta, es grosero, burlón, bocón, confunde un puesto con su esencia personal. Se define con un cargo al cual se aferra… en muchos casos es tan pobre, que solo tiene dinero.

Dentro del régimen es mucho el que tiene su rancho psicológico, llegaron a responsabilidades para las que no estaban preparados, son incapaces de resolver esta crisis, por que alcanzaron su máximo nivel de incompetencia.

Copian consignas, modelos fracasados, inventan excusas y enemigos externos. Se convierten en expertos de la manipulación, todo es válido “para correr la arruga”. No solucionan ningún problema y nos arrastran irremediablemente al colapso.

Pero no se equivoque, la mentalidad de rancho la encontramos en todas partes, aun en la oposición… Por eso hay colaboradores, infiltrados, los que se enriquecen y los que saltan la talanquera.

Cuando todo esto comenzó, fue mucho el oportunista que se enchufó, sin importarle el futuro del país, surgieron las empresas de maletín y los bolichicos. Del lado de la oposición existía, una cantidad de factores de poder tan distintos. todos jugaban a posicionarse para convertirse en la alternativa, allí se les vieron las costuras a candidatos, jefes políticos, negociadores, dialoguistas y “comeflores”.

Viviendo de un ficción democrática, mientras el gobierno se atornillaba.

Hasta en la diáspora abundaban paracaidistas, con padrinos y compadres incluidos; jugaban a ser líderes, repartiéndose cargos que nunca llegaron. Por supuesto pasado el periodo electoral volvieron al anonimato.

Existía también y nadie habla de ello, una vieja izquierda que juraba que le había llegado su turno. Sus cálculos los basaban en que, los partidos políticos tradicionales estaban desprestigiados y apostaban al deterior del régimen; una vez destruidos esos dos sectores, el juego estaba “cantado” a su favor.

Los vi maniobrar; presencié un personaje que se dedicó a promover un candidato de izquierda en aquellas elecciones internas que ganó Rosales, y lo que pudo ser una posición de principios, se volvió pragmatismo puro al mejor estilo chavista.

El mismo autor de la carta pública de apoyo a Teodoro, lanzó al día siguiente otra que decía: Nosotros los que apoyábamos a Teodoro ahora apoyamos a Rosales. En sus reuniones repartían cargos imaginarios e intentaban marginar a futuros contrincantes.

Todo es cuestión de actitud, de principios con los que no se puede transigir. No todo es válido para obtener un cargo, para justificar una forma de actuar… o para oxigenar un régimen dictatorial.

La hora necesita de mentes claras, que entiendan que, si necesitamos apoyo internacional, no podemos contradecir lo mismo que hemos denunciado. Aunque salgan tarifados a pontificar; no es posible que la propia Asamblea Nacional sea incoherente con las mismas decisiones que ha tomado, si eso sucede existe un verdadero problema.

Podría ser por miedo, podría ser por intereses partidistas, particulares o por obedecer a intereses mezquinos y bajos. Todo es posible, incluso que sea de buena fe… lo que si es cierto es que produce consecuencias; la opinión publica ya juzgó a la oposición y el desafecto es aterrador.

Es hora de reaccionar, si queremos recuperar el apoyo popular. Es hora de tomar decisiones, aunque sean dolorosas, de sacrificarse, de hacer a un lado las pretensiones y apoyar una fuerza común.

No hay manipulación posible, ni espacio para falsedades… tampoco tiempo. O se es sincero o además del afecto popular, perderemos la credibilidad internacional.

Expreso todo esto con dolor, porque el país se nos muere. Sobre todo, consiente que nunca el régimen había estado peor, pero que nos falta esa chispa, que desencadene el final.

Esa es la responsabilidad de la oposición, la verdadera; la que tiene que actuar por el país y por los venezolanos. La que tiene que llamar a los profesionales, a los expertos y por supuesto a los políticos comprometidos con la libertad y la democracia.

Existen y lo sabemos. Conocemos quienes son ricos de pensamiento y quienes llevan el rancho en la cabeza, todo es cuestión de nivel de competencia.

El espacio que no sepamos llenar, lo llenaran otros. Han sido necesarios años de dolor, tragedia y llanto. Una ira contenida que ha fundido al engaño, la hipocresía, la politiquería… desengáñese el que crea que tendrá apoyo, vía la manipulación de un pueblo que hoy por hoy no cree en nadie.

Venezuela esta hastiada de la burla, el atropello y la corrupción del régimen, pero también de la inacción de la oposición. Todavía se actúa en representación de grupos, salvo honrosas excepciones.

El dirigente de oposición no puede actuar como chavista, atacar, denigrar e insultar con un lenguaje propio de Mario Silva y luego pretender justificar lo imperdonable, con fórmulas de oratoria que no pueden ocultar su nivel de rancho. Los partidos son responsables de sus representantes y en consecuencia deben reaccionar.

El Chavismo es el reino de la corrupción y la impunidad. Del maquiavelismo, del atropello, la tortura y el cinismo; nada de eso puede representarnos.

O somos sinceros o más de lo mismo. Sin un cambio profundo de mentalidad, no existen esperanzas para Venezuela.

Aquí se acabó el quítate tú para ponerme yo. Este pueblo aprendió la lección, no se ha rendido… está esperando que alguien, con el peso moral suficiente y con el apoyo de la gente de bien, le indique el camino.

Nelson Castellano Hernandez
Ex Cónsul de Venezuela en París
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher

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