La
incapacidad, la arrogancia, la fatuidad y la soberbia, cuatro jinetes
apocalípticos que en realidad son como quince, llegan periódicamente en estos
veinte años con sus trompetillas a neutralizar éxitos posibles y generar
tragedias. Pero en vez de montar imponentes bucéfalos, andan a horcajadas en
chivos, mulas, burros y hasta cochinos para llegar a la feria. La falta de
memoria colectiva, de opinión pública, de sentido crítico, ayuda a que esta
cabalgata estrafalaria siga impune, porque quienes deberían evaluar sus
acciones son fans. Hoy aparece con Juan Guaidó una llama a la que debe
protegerse de estos y muchos otros asedios.
Porque
vienen montados en sus cuadrúpedos entre ruidos variados, y pueden devastar a
punta de arrebatos y torpeza sistemática cualquier posibilidad de cambio,
cualquier esperanza. Lo más probable es que después de cada trastada, de nuevo
no aparezcan los responsables porque siempre se agachan a la hora de rendir
cuentas. Cada vez que actúan dejan un hueco en el ozono, una oleada de
depresión colectiva y familias enlutadas. Muchachos que mueren detrás de un
sueño fatuo que se paga con sangre. Esta vez fueron veintiséis los cadáveres.
La acción política toma la forma perversa de crear problemas sin resolver
ninguno.
Desde
2005 el chavismo se coge las instituciones sin disparar un tiro. Por el otro
lado le levantaron la mano a Carmona y le soplaron el decreto fatal. La
antipolítica inaugura un mundo de aprendices de brujo y vuelve rampante en las
elecciones municipales y presidenciales de 2017 y 2018. Se disloca el proyecto
de acumulación de fuerzas, de toma territorial del país y la casa deviene
cenizas. En los muros de las ruinas están las inscripciones de la prédica
ingenua, infantil. Reaparecen para continuar con los argumentos en 2018 y
pretenden marcar la pauta a la AN. Pero Guaidó existe gracias a que elegimos la
AN. De no ser así, no habría sino carbón.
Sexo
de los ángeles
Se
promueve una discusión constitucional sobre si Maduro es legítimo, usurpador,
un vacío de poder ambulante, un “no lo llames presidente”, una distracción.
Argumentan que tenía la AN que destituirlo, nombrar una “junta de transición” y
Presidente de la República. Afincado en décadas de insolvencia política se
mantiene un poder que debería haber cambiado. Pese a las advertencias de no
crear nuevas fantasías, se presentaron el 10E y luego el 23E, fechas mágicas,
encrucijada de destinos. Los militares a los que enviaron mensajes
apaciguadores ven síntomas que minan la confianza.
De
ser cierta la violación del compromiso con los aliados… ¿cómo creer las
promesas de amnistía que pretendieron borrar en un mes las diatribas de veinte
años? Da a pensar que los excluidos prospectivos en su nuevo régimen no serán
solo los chavistas, sino también todos los demás partidos políticos. Encima de
birlar a sus aliados, quedó en evidencia la pretensión de un selecto estamento
de cogerse el país. El gobierno ha creado una sociedad mendicante, angustiada,
desprotegida, sin futuro, por su empeño en no dar marcha atrás a un modelo
económico que debió desaparecer con los cromagnones.
Desestiman
que chinos y rusos lo abandonaron hace décadas, y los bolivianos ni se le
acercan. El 23 de enero de 2019 lo que antes se llamaba pueblo chavista
demostró en las calles de nuevo que toda revolución es una desgracia, la peor
que puede atravesar cualquier país y que si los gobernantes no dan un viraje
hacia la realidad, estamos en el preámbulo de la destrucción, del Estado
fallido. No se entiende que un grupo en el poder que explotó la demagogia del
amor a los pobres, demuestre la más gélida insensibilidad ante la tragedia
social.
Entendimiento
nacional
Además
esa pulsión insólita de romper relaciones y amenazar a EEUU con un rugido de
ratón es para preocuparse. Sin la menor simpatía por la presencia de los
militares en la política, pienso que la única respuesta racional de estos días
la dio el general Padrino aunque se esperaba que se levantara la mano a sí
mismo para juramentarse, (según los chismes estaba defenestrado) Pese al
inconstitucional grito de “¡Chávez vive!”, después de la experiencia en días de
demencia polimorfa, ubicua, exuberante, su declaración hace pensar que la FAN
teme a la anarquía que rechina en las cabezas y que estimulan factores
internacionales.
Tampoco
el ministro debió callar sobre los veintiséis asesinatos. Entre los extremos
que representan Putin y Trump y sus operadores locales, el ministro expuso un
elemento central para conseguir el camino: el entendimiento, el diálogo, que
deberían haber planteado Guaidó y Maduro, y coincide con la UE. La división de
las FAN significaría una guerra civil y la posible fragmentación territorial de
Venezuela, la puesta en peligro del Golfo, y países vecinos podrían cobrar su
presa. Por eso, luego de suficientes insania democráticamente distribuida, los
militares deben estar preocupados por quien podría quedarse con la llave de la
casa.
Deben
estar alarmados por tener que lidiar con semejantes presiones. Sorprendente
efecto colateral de la declaración de Padrino, es que algunos que se dedicaron
a acusar y encanallar de colaboracionistas a quienes hablan de diálogo y
entendimiento desde hace años, ahora dicen que una de las ganancias de esta
última y estruendosa opereta es que el gobierno llama al diálogo. Ahora todos
serán colaboracionistas.
Carlos
Raúl Hernández
@CarlosRaulHer
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